EJERCITAR LA FE AL PREDICAR EL EVANGELIO
Predicar el evangelio es definitivamente un asunto de fe. Frecuentemente, la gente dice que lo que necesitamos es amar a los pecadores. No hay duda de que necesitamos sentir un verdadero amor y preocupación por los pecadores, pero salir a predicar el evangelio es principalmente algo de fe. En primer lugar, tenemos que creer en todo lo que la Palabra nos dice. Si no creemos, si tenemos tan sólo un poco de dudas acerca de las Escrituras, perderemos la base de nuestra fe, y el enemigo, el diablo y los demonios, lo sabrán. Por consiguiente, tenemos que ejercitar nuestra fe, diciéndole al Señor y a todo el universo: “Yo creo en Jesús. Creo en el Dios Triuno, y creo en cada palabra que está en las Escrituras”. Tenemos que ejercitar nuestra fe y decirle al enemigo que creemos en todas las palabras de las Escrituras, por lo que salimos a predicar el evangelio con seguridad, confianza y autoridad.
Tenemos que ejercitarnos de esta manera. No podemos ser indiferentes cuando predicamos. Cuando un policía se acerca a nosotros, viene con un propósito muy específico. Debemos aprender a ejercitar la fe para creer que hemos sido salvos, que hemos ascendido a los cielos y que tenemos el derecho a recibir todo lo que Cristo logró y obtuvo. Tenemos que ejercitar la fe a tal grado que podamos predicar el evangelio de una manera prevaleciente. No debemos prestar atención a ninguno de nuestros sentimientos. Y aun cuando surjan ciertos sentimientos en nosotros, debemos decirle al enemigo: “No acepto estos sentimientos. No me importa qué clase de sentimientos tenga. Mientras tenga el testamento en mis manos, con eso basta. Creo en este testamento, y creo en esta obra. No necesito ver ninguna clase de manifestación, ni tampoco necesito sentir nada especial”. Entonces veremos cómo el Espíritu Santo nos honrará.
Debemos ejercitar la fe hasta el punto en que creamos que todos aquellos que contactemos serán salvos. El maligno en nosotros siempre nos hace dudar y preguntar cómo puede ser esto posible. Así que, no debemos tratar de entenderlo nosotros, sino más bien, tenemos que ejercitar la fe. Si no creemos que la persona con quien conversamos puede ser salva, ella no lo será. El principio que se aplica aquí es que el resultado que obtengamos será de acuerdo a nuestra fe: “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (Mt. 9:29). Así que, tenemos que aprender la lección de ejercitar la fe.
(Predicar el evangelio en el principio de la vida, capítulo 3, por Witness Lee)