DEBEMOS HACER DE LA PREDICACIÓN
DEL EVANGELIO NUESTRO VIVIR
Necesitamos que la predicación apropiada del evangelio sea el vivir mismo de la iglesia. Esto no es una labor, sino más bien, un vivir. Vivimos para esto. Debemos hacer esto no sólo una vez, sino por el resto de nuestra vida; más bien, esto debe ser algo que hacemos con regularidad. No me gusta hablar mucho de la iglesia en Taipéi, pero puedo testificar que después de muchos años de edificación, la iglesia en Taipéi ha sido restaurada a su condición normal. Los santos allí viven para este propósito. Día a día, ellos están creciendo, día a día están siendo edificados, y mes tras mes un buen número de personas son añadidas a la iglesia.
De ahora en adelante, todos tenemos que aprender que predicar el evangelio es nuestro vivir. Es precisamente para este propósito que vivimos aquí. Tenemos que laborar en las personas. Si usted es un estudiante, usted tiene que laborar para traer a alguno de sus compañeros de clase o de cuarto. Si usted trabaja en una empresa, tiene que laborar para ganar a uno de sus colegas. Ustedes tienen que laborar para ganar a sus vecinos, a sus familiares y a todas las personas que conocen. Éste es nuestro vivir. Debemos vivir siempre para este propósito.
La predicación que prevalece depende de la vida, la verdad, la iglesia y el servicio. Si ustedes tienen estos cuatro elementos, tendrán una base firme y una predicación muy eficaz. No debemos pensar que nuestra predicación es algo que sólo hicimos en el pasado; no, eso fue sólo un comienzo. De ahora en adelante, debemos hacer de la predicación del evangelio nuestro vivir. Semana tras semana, mes tras mes y año tras año vivimos para esto: para ganar el mundo para Cristo y para ganar almas para Cristo. A fin de hacer esto, tenemos que ser llenos de Cristo, tenemos que recibir luz, tenemos que permanecer en la iglesia y tenemos que ser miembros que ejercen su función. Entonces nuestra predicación será prevaleciente.
Ésta es la tercera vez que estoy en este país, y llevo aquí más de tres años. Muchos amigos cristianos me dijeron que no debo ni puedo comparar la situación de aquí en los Estados Unidos con la de Taiwán. En cierto sentido estoy de acuerdo con esto, pero en otro sentido no estoy de acuerdo. Todo depende de cuánto la iglesia vive para la predicación del evangelio y de cuánto labora para ello. Si todos los hermanos y hermanas laboramos de esta manera, veremos la diferencia. Hasta ahora no hemos visto hasta alguna diferencia, pero creo que esto es sólo un pequeño comienzo. Tenemos que pelear la batalla para crear una atmósfera de evangelio en la iglesia. Debemos dejarle saber a la comunidad que somos un grupo de personas que viven aquí por causa de las almas de los hombres. Les repito una vez más, que éste es nuestro vivir. Éste es el entendimiento básico en cuanto a la predicación del evangelio.
(Predicar el evangelio en el principio de la vida, capítulo 8, por Witness Lee)