Predicar el evangelio en el principio de la vida, por Witness Lee

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PREDICAR EL EVANGELIO CON UNA FE APROPIADA, CREYENDO EN TODO LO QUE EL SEÑOR HA LOGRADO

Debemos predicar el evangelio con una fe apropiada, creyendo en todo lo que el Señor ha logrado. Muy a menudo predicamos el evangelio sin tener una fe apropiada; es decir, creemos una parte de lo que nos dice la Biblia pero no creemos todo lo que ella nos dice. Es posible que creamos que el Señor Jesús murió por nosotros, pero no creamos que Él ya bautizó a todo Su Cuerpo en el Espíritu. Si no recibimos por fe lo que dice toda la Biblia, en el momento de predicar el evangelio no tendremos suficiente poder. Al predicarle el evangelio a un incrédulo, Satanás podrá decirnos: “Vienes a esta persona a decirle que Cristo ya efectuó todas las cosas, pero tú mismo no lo crees. No vengas a predicarle; tú no estás calificado para hacerlo”. Esta clase de provocación del enemigo expone nuestra condición, nos debilita y nos hace retirarnos en derrota.

El maligno conoce nuestra situación, y ataca nuestras debilidades. Una vez que titubeamos y consideramos las cosas en incredulidad, nuestro poder para predicar el evangelio desaparece y la puerta del corazón de la persona incrédula se cierra. Sin embargo, si creemos no sólo que el Señor Jesús murió por nosotros, sino también que Él bautizó a Su Cuerpo en el Espíritu Santo y que en el Cuerpo hemos recibido el bautismo, lo que hablemos en fe ahuyentará al enemigo. Podremos decir: “Alabado sea el Señor, yo creo en este hecho. Tengo poder porque creo en el bautismo en el Espíritu Santo”. Esto le cerrará la boca al enemigo, atará al hombre fuerte (Mt. 12:29) y hará que caigan “los muros de Jericó”. Entonces podremos decirle a la persona incrédula que simplemente le dé gracias al Señor por haber muerto por ella. De este modo, dicha persona será salva. Ésta es la manera apropiada de obtener el poder cuando predicamos el evangelio.

Según la historia de la iglesia, muchos mártires no estaban conscientes del bautismo en el Espíritu Santo, sino que ellos simplemente amaban al Señor y estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas por causa de Su testimonio. Sin embargo, cuando fueron llevados al lugar del martirio, el poder del Espíritu se hizo manifiesto, y en ocasiones sus rostros fueron semejantes al rostro de un ángel. Esto nos muestra que podemos creer en el hecho consumado del bautismo en el Espíritu Santo y recibirlo con una fe viva.

(Predicar el evangelio en el principio de la vida, capítulo 1, por Witness Lee)