ORAR CON UNA FE VIVA
DÁNDOLE ÓRDENES AL SEÑOR
Lo primero que debemos hacer es confiar en el Señor. No podemos hacer nada independientemente del Señor. Cuando nos preparamos para salir a invitar a las personas, debemos tener suficiente oración. Debemos procurar conocer la mente del Señor en cuanto a quién debemos contactar. Luego, podemos orar por aquellas personas que sentimos es del Señor invitarlas. Debemos presentarlas al Señor día y noche mencionando los nombres de cada una de ellas. Debemos orar de una manera prevaleciente. Isaías 45:11 dice: “Así dice Jehová, / el Santo de Israel, el que lo formó: / ‘Preguntadme de las cosas por venir; / mandadme acerca de mis hijos / y acerca de la obra de mis manos’”. En este versículo el Señor nos da el derecho de darle órdenes. En cierto sentido, Él nos está diciendo: “Yo soy tu Siervo. Dame órdenes”. Debemos aprender a orar de esta manera, diciendo: “Señor, mientras permanezco aquí contigo, y mientras pongo mis ojos en Ti, quiero decirte que Tú tienes que hacer algo”.
En el universo existe un misterioso principio de fe. Puesto que la fe honra al Señor, el Señor siempre honra la fe. Si no tenemos una fe viva, eficaz y poderosa, eso significa que nosotros dependemos de nosotros mismos, o que tenemos un corazón maligno de incredulidad. Sin embargo, si no confiamos en nosotros ni dependemos de nosotros mismos, sino que por el contrario creemos, tendremos la fe viva para reclamar algo, para ordenarle al Señor que haga algo. Ordenarle al Señor que haga algo significa que no confiamos en nosotros mismos y que creemos; y el Señor respaldará esta fe. Debemos orar de esta manera. Cualquier clase de duda proviene del enemigo. Por lo tanto, debemos aprender a creer y a ejercitar una fe viva.
Debemos aprender a orar por el contacto que tendremos con las personas, y a ver cómo el Señor responderá a nuestra oración. Debemos decirle al Señor: “Señor, deseo que por lo menos salves a una de las personas por las que he estado orando”. Digámosle esto de una manera osada, retándolo un poco. Entonces veremos que Él hará algo. Incluso podemos decir: “Señor, mientras que estoy orando aquí, en este mismo instante, Tú tienes que laborar en el corazón de la persona por quien estoy orando. Espero escuchar un testimonio de él que diga que algo ocurrió dentro de él este mismo día, hora y minuto”. Aprendamos a poner al Señor a prueba, no como lo hizo el pueblo de Israel en el desierto, con un corazón maligno de incredulidad, sino con un corazón lleno de fe. Si al orar tenemos una fe viva, nuestra predicación tendrá impacto. Así pues, cuando nos acerquemos a nuestro amigo, obtendremos los resultados esperados porque hemos orado. Puesto que le hemos dado una orden al Señor, nos acercaremos a dicha persona teniendo impacto y seguridad, y le diremos que tiene que ser salvo. Ésta es la manera de invitar a las personas. Lucas 14:23 dice que cierto amo les dijo a sus esclavos no sólo que invitaran a la gente a su gran banquete, sino que incluso las obligaran a venir. En algunas versiones de la Biblia dice fuérzalos y en otras dice constríñelos. Así pues, tenemos que obligar, forzar, presionar y constreñir a las personas a que vengan.
(Predicar el evangelio en el principio de la vida, capítulo 4, por Witness Lee)