CONSIDEREMONOS UNOS A OTROS
PARA ESTIMULARNOS AL AMOR
Y A LAS BUENAS OBRAS
Los versículos 24 y 25 de Hebreos 10 son la base para la práctica de las reuniones de grupo. Estos versículos dicen: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Estos versículos primero dicen que necesitamos considerarnos unos a otros. Esto implica que debemos tener un cuidado genuino por todos los miembros de nuestro grupo vital. El cuidado de los unos a los otros consiste en considerarnos unos a otros. Puede ser que hoy en día no nos preocupemos por los demás. En realidad no nos preocupa si cierto hermano viene o no a la reunión, o si cierta hermana está enferma. El cuidado genuino del uno por el otro necesita ser recobrado entre nosotros.
Las esposas idóneas siempre se preocupan por sus esposos. La hermana debe asegurarse de que su esposo esté adecuadamente abrigado cuando sale de la casa. Esto demuestra que ella considera a su esposo y lo cuida. Necesitamos tener esta clase de cuidado práctico los unos por los otros. Considerarnos los unos a los otros en una forma práctica es amarnos. Decimos que nos amamos los unos a los otros, pero ¿en qué forma nos amamos? Es posible que no cuidemos de nadie en una forma práctica. El amor es el cuidado práctico y la consideración. Cuando nos consideramos unos a otros, nos estimulamos al amor y a las buenas obras; nos estimulamos unos a otros. Si alguien se preocupa por mí, eso espontáneamente me estimula, me incita al amor y a las buenas obras. Aquí el amor no es un verbo, sino un sustantivo como lo es las buenas obras. Nosotros nos estimulamos los unos a los otros al amor y a las buenas obras cuidándonos y considerándonos mutuamente.
Necesitamos la comunión íntima y mutua por medio del cuidado práctico y del pastoreo. Una hermana puede mencionar que otra hermana del grupo está ausente porque tiene algún problema en particular. Después de hablar del carácter del problema con los demás miembros, el grupo puede orar por ella y tener comunión con relación a la manera de cuidarla y ayudarla prácticamente.
Si un hermano perdió su trabajo, deberíamos orar por él. También debemos considerar su situación material. Este es el amor verdadero. Jacobo dice en su epístola: “Si un hermano o una hermana no tienen ropa, y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de que aprovecha?” (2:15-16). Juan en su primera epístola dijo: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (3:17-18). Si vemos hermanos que tienen necesidad, y nada más les decimos que el Señor los cuidará, eso no es amor. Eso es vana palabrería. Deberíamos cuidarnos los unos a los otros, considerándonos en una forma práctica.
Esta clase de cuidado despierta nuestro amor y nuestras buenas obras. Estas buenas obras pueden referirse a cosas pequeñas o grandes relacionadas con la economía de Dios. Quizá algún santo de su grupo no piense en la economía de Dios, y tal vez le parezca muy abstracta e inasequible. Piensa que hablamos mucho acerca de la economía de Dios, pero eso no tiene nada que ver con la necesidad actual en nuestra vida diaria. Por medio del cuidado amoroso para con este hermano, él será motivado a considerar la economía de Dios. Sin el cuidado amoroso y la consideración de los unos por los otros, seremos indiferentes hacia la economía de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia. Cuando a un hermano se le ama en una forma práctica, eso lo impresiona y lo incita a pensar en la vida cristiana y en la economía de Dios. Cuando un hermano italiano cuida de un hermano chino, esto produce un testimonio maravilloso. Esto demuestra que las diferencias raciales son sorbidas en el nuevo hombre, y es testimonio de un amor práctico entre los miembros del Cuerpo de Cristo.
Pablo dijo que debemos considerarnos unos a otros para incitarnos al amor y a las buenas obras, y que no debemos dejar de congregarnos. Hoy en día las reuniones de los grupos vitales son el “congregarnos”. Para los creyentes hebreos de los tiempos de Pablo dejar de congregarse significaba volver a la manera judía de reunirse y abandonar su asamblea como cristianos. Pablo los exhortó a que no abandonaran sus reuniones cristianas. Hebreos 10:25 dice que en las reuniones de grupos debemos exhortarnos los unos a los otros y tanto más cuanto vemos que aquel día se acerca.
Lo primero que debemos hacer en las reuniones de grupos vitales es tener una comunión detallada para conocer a los miembros de nuestro grupo íntimamente. Cuanto más completa sea nuestra comunión, mejor será. ¿Sabemos dónde trabajan los santos de nuestro grupo vital y qué ocupaciones tienen? ¿Conocemos el nombre y el apellido de cada miembro de nuestro grupo vital? Al considerar estas preguntas podemos ver que nuestra comunión no ha sido minuciosa. Amarse unos a otros tiene muchas implicaciones. Necesitamos esforzarnos por conocernos íntimamente en el Señor. Si alguien está ausente de nuestra reunión de grupo vital, debemos preguntar inmediatamente dónde está. Decimos que nuestro grupo debería estar compenetrado, pero nuestra compenetración no ha sido completada, porque no nos conocemos a fondo. Cuando ustedes sirvan al Señor juntos, verán que esto es muy importante. Semana tras semana nos hemos estado reuniendo, y todavía no nos conocemos a fondo.
Debemos estar al día con la situación y condición de cada uno. Entonces nos daremos cuenta de que es necesario el cuidado práctico. Si nos damos cuenta de que una hermana está enferma, podemos tener comunión acerca de cómo cuidarla de una manera práctica y apropiada. Podemos tener comunión acerca de quién tiene la carga de ir o quién puede o debe ir. En las reuniones grandes de oración de la iglesia, oramos de una manera general, pero la oración de los unos por los otros en los grupos es específica con miras a un cuidado práctico y al pastoreo. Podemos orar por unos pocos minutos y luego podemos hacer arreglos para que una o varias personas la visiten. Esto es el pastoreo. Luego quien la visite debe comunicar al grupo la situación de esta hermana. Esto es lo que queremos decir cuando decimos que las reuniones de grupo son el ochenta por ciento de la vida de iglesia.
Los nuevos que traigamos a nuestras reuniones de grupo no recibirán una mera enseñanza exterior. Ellos observarán nuestra práctica. Esto es similar a los niños que aprenden las cosas observando la forma en que la familia vive y actúa. Los nuevos seguirán el ejemplo que vean y escuchen en nuestros grupos vitales. Esta es la razón por la cual debemos aprender a tener una comunión mutua y a liberarnos.
(
Comunión en cuanto a la urgente necesidad de los grupos vitales, capítulo 17, por Witness Lee)