Comunión en cuanto a la urgente necesidad de los grupos vitales, por Witness Lee

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NUESTRA NECESIDAD DE SER TRANSFORMADOS EN TODO

Muchos de ustedes han sido calibrados exteriormente en su oración, pero me preocupa que no hayan sido transformados y conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Me preocupa que estén comportándose centrándose sólo en lo exterior. Comportarse de esta manera es fingir, y fingir es una mentira bien vestida. Es posible que usted tenga cierta apariencia exterior, una capa que le cubre, sin que haya una verdadera transformación en usted. Necesitamos ser transformados en nuestra oración, en la manera en que adoramos y en nuestra vida de reunión. Necesitamos ser transformados en todo.

El Nuevo Testamento nos exige que seamos regenerados, renovados, transformados y conformados a la imagen de otro, a la imagen del Hijo primogénito de Dios. ¿Quién es el Hijo primogénito de Dios? Es aquel que, siendo tanto Dios como hombre, pasó por la muerte y resurrección. Como el mismo Dios, El se hizo hombre, y fue un hombre perfecto; pero aun este hombre perfecto tuvo que pasar por la muerte y la resurrección. La muerte y la resurrección lo transformaron.

Antes de Su encarnación Cristo, como ser divino, ya era el Hijo de Dios (Jn. 1:18; Ro. 8:3). Por medio de la encarnación Cristo se vistió de un elemento, la carne humana, que no tenía nada que ver con la divinidad. Esa parte de El necesitaba ser santificada y elevada al pasar por la muerte y la resurrección. Por medio de la resurrección Su naturaleza humana fue santificada, elevada y transformada. Entonces, por medio de la resurrección El fue designado Hijo de Dios con Su humanidad (1:4; Hch. 13:33; He. 1:5). Necesitamos ser transformados y conformados a la imagen de Aquel que pasó por la muerte y la resurrección para llegar a ser el Hijo primogénito de Dios.

(Comunión en cuanto a la urgente necesidad de los grupos vitales, capítulo 15, por Witness Lee)