Vasos útiles para el Señor, por Witness Lee

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DEBEMOS EJERCITARNOS EN PALABRA Y EN CONDUCTA Y NO DEJAR QUE OTROS TENGAN EN POCO NUESTRA JUVENTUD

Si estudian las notas al calce del Nuevo Testamento Versión Recobro, descubrirán que esas notas no fueron compuestas descuidadamente. Yo mismo las revisé reiteradas veces hasta que pudieran expresar exactamente el significado de la verdad. Para estudiar en Taiwán uno tiene que trabajar con mucho empeño y ser aplicado. Tanto nuestro empeño como nuestra aplicación guardan estrecha relación con nuestro carácter. Lo que Pablo le dijo a Timoteo estaba intrínsecamente relacionado con el carácter de la persona. Tal vez ustedes digan que las epístolas a Timoteo hacen referencia a muchas cosas, pero que nunca mencionan la palabra carácter. Sí, esto es correcto, pero lo que Pablo le ordena a Timoteo era definitivamente una enseñanza relacionada con el carácter.

En 1 Timoteo 4:12 Pablo le dice a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé modelo para los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”. Este versículo tiene un significado muy profundo. No deben permitir que nadie menosprecie su juventud. Sin embargo, si su atavío y sus palabras son inapropiados, ¿cómo los demás no tendrán en poco su juventud? Si actúan con descuido y frivolidad, la gente espontáneamente menospreciará su juventud. Por tanto, lo que Pablo quería decirle en este versículo, era que Timoteo debía ser honorable en su conducta y comportamiento y que su hablar debía ser apropiado. Lo que Timoteo dijese, cuánto debía decir y cuándo, y cómo debía decirlo debiera hacer que los demás lo respetaran en lugar de que tuvieran en poco su juventud.

En este versículo Pablo hace referencia primero a nuestras palabras y después a nuestra conducta, comportamiento y actos, y por último a nuestro amor, fe y pureza. El amor y la fe se relacionan con la vida divina, mientras que nuestras palabras y conducta se relacionan con nuestro carácter. Si tuviéramos que escribir este versículo, primero mencionaríamos la fe y el amor, y después nuestra conducta y palabras. Sin embargo, si lo dijéramos así, estaríamos tomando los medios como el objetivo y diríamos exactamente lo opuesto a lo que Pablo dijo.

No es mi intención jactarme, pero quiero testificarles que a los treinta años de edad ya había emprendido mi búsqueda por la verdad. Un día un hermano me dijo: “Hermano Lee, me gustaría saber cuál es su trasfondo, porque pareciera ser alguien de noble estirpe según la forma cómo usted habla, actúa, se conduce y se expresa”. Yo le respondí: “No procedo de linaje noble sino de una familia pobre. Cuando yo tenía diez años y comencé a entender los asuntos relacionados con la vida humana, me di cuenta de que mi familia se hallaba en la miseria”. Nací en una familia de clase baja, pero fui muy estricto con respecto a mi educación. Por tanto, mientras aún estaba en la escuela, siempre que empezaba a hablar, las personas que me rodeaban, incluyendo los mayores, dejaban de hablar para escuchar respetuosamente lo que yo les decía.

Adonde yo voy en los Estados Unidos, pese a que soy chino, todas las personas que pertenecen a una posición más elevada que la mía me respetan. Si yo tuviera la apariencia de una persona de clase baja, esas personas no me respetarían y difícilmente aceptarían mis palabras, no importa cuán buena sea mi elocuencia. Por tanto, a fin de que los demás no tengan en poco su juventud, ustedes deben aprender de mí y ser estrictos desde su juventud en el sentido de disciplinarse a sí mismos y tomar la iniciativa de aprender por sí solos.

En el recobro enfatizamos el camino de la vida. El camino de la vida no es algo que se relacione con la ética, los principios morales ni la cultura, sino con el hecho de andar según el Espíritu. A la luz de esto, quizás algunos digan que el entrenamiento de nuestro carácter es contrario al énfasis dado en el recobro y digan también que el entrenamiento de nuestro carácter no guarda relación alguna con la vida sino con el desarrollo de nuestra “virtud brillante”. Sin embargo, si una persona anda por el Espíritu ciertamente tendrá un carácter mucho más elevado que el de una persona que cultiva su “virtud brillante”. Si hablamos de la vida divina y, sin embargo, tenemos un carácter más bajo que el de aquellas personas que desarrollan su “virtud brillante”, entonces hacemos de la salvación efectuada por el Señor algo sin valor. Aborrezco ver que esto suceda. En el recobro vamos en pos de la verdad, estamos aprendiendo a andar por el camino de la vida y somos rectos en cuanto a la moralidad. Sin embargo, cuando examinamos nuestro carácter humano, inmediatamente se manifiesta nuestra inepta condición; nos falta diligencia y seriedad, también somos deficientes en cuanto a la búsqueda de la verdad, nos falta progresar y aprender más. Esta situación me causa mucho dolor.

(Vasos útiles para el Señor, capítulo 5, por Witness Lee)