Vasos útiles para el Señor, por Witness Lee

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EL ÉXITO EN EL SERVICIO DE LA IGLESIA DEPENDE DE LA FORMACIÓN DE UN CARÁCTER APROPIADO

Servir en la iglesia es como abrir un restaurante. Supongamos que alguien instala un puesto de comida a un lado del camino y pone allí una mesa y unas cuantas sillas, mientras que otra persona abre un restaurante muy fino, dado que invierte una gran suma de dinero en el mobiliario y la decoración. Los dos restaurantes son iguales en el sentido de que ambos tendrán clientela, pero la diferencia está en que servirán a diferentes tipos de clientes. Esto mismo se aplica a la iglesia. Si somos toscos en la manera que manejamos los servicios en la iglesia, entonces difícilmente ganaremos a gente de clase alta. Por supuesto, esto no quiere decir que menospreciamos a la gente de clase baja; porque puede ser que una “pequeña papita” sea ganada por el Señor y llegue a convertirse en una persona muy importante, un VIP. Sin embargo, aún confiamos que muchas personas competentes, prometedoras y respetables sean introducidas en la iglesia. Por esta razón debemos reexaminar y reconsiderar cuidadosamente la manera en que conducimos nuestro servicio hoy en día.

Si bien nuestra obra no ha producido resultados palpables en los últimos años, es evidente que aún nos asimos de la verdad de manera firme y clara, y los ancianos y colaboradores que están entre nosotros gradualmente están siendo equipados en la vida divina. Verdaderamente éstos son los dos aspectos más valiosos de nuestra herencia, y ustedes deben estar atentos a ellos. Sin embargo, aunque ustedes conozcan la verdad y hayan crecido en vida, si el estándar de su conducta y obra es deficiente y si siguen teniendo un carácter descuidado, entonces ciertamente el servicio que prestan en la iglesia será ineficiente.

Tomemos como ejemplo un erudito. Él puede poseer amplio conocimiento, pero si se viste con ropa muy gastada y manifiesta un carácter muy descuidado, entonces no podrá producir buenos estudiantes. Él debe tener un carácter apropiado, tanto en su conducta como en su trabajo. Una vez un antiguo sabio chino decía que para gobernar un país, uno primero debe saber cómo manejar su propia familia, y que para manejar su propia familia, uno primero debe ser capaz de cultivarse a sí mismo. En primer lugar, ustedes tienen que perfeccionar su carácter, llevar una vida y actividades reguladas, y mantener su medio ambiente limpio y elegante. Sólo así les será posible tener éxito en su profesión. Por tanto, tenemos que valorar la vida y la verdad que gozamos en el recobro, pero no podemos continuar con un carácter suelto.

(Vasos útiles para el Señor, capítulo 5, por Witness Lee)