Vasos útiles para el Señor, por Witness Lee

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PARA LABORAR POR EL SEÑOR SE REQUIERE SABIDURÍA

Todo cuanto el Señor ha establecido conlleva mucho significado y valor. Muchas personas atribuyen poca importancia al partimiento de pan; sin embargo, el partimiento del pan es algo muy serio. En el transcurso de los siglos, la Iglesia Católica así como las denominaciones protestantes han prestado gran atención a este asunto. Por ejemplo, para retener a sus feligreses, la Iglesia Católica depende en gran manera de la misa; si se les cancelasen sus misas, ella perdería la mitad de la congregación. La misa es la reunión que la Iglesia Católica dedica para el partimiento del pan. A pesar de la confusión que impera en la Iglesia Católica con respecto a numerosos asuntos, sus creyentes continúan apreciando en gran manera la práctica del partimiento del pan. Nosotros también debemos apreciar esta práctica en vez de menospreciarla. Después que una persona se haya bautizado, debemos traerla a la reunión del partimiento del pan el siguiente día del Señor, preferiblemente la celebrada en el salón de reunión. Si a la larga ella no pudiese acudir al salón de reunión con mucha frecuencia, entonces conforme a su necesidad debemos buscarle otro sitio para que pueda participar del partimiento del pan.

En términos generales, deberíamos establecer un hogar apropiado que quede cerca del colegio de los estudiantes recién salvos, para que podamos llevarlos a la reunión de la mesa del Señor. Ésta es la vida de iglesia apropiada. El servicio primordial de los estudiantes es predicar el evangelio. Sería maravilloso si hubiera un hogar cercano a cada recinto universitario en el cual podamos celebrar la reunión del partimiento de pan con diez o quince estudiantes. Por supuesto, lo mejor sería que pudiéramos llevarlos al salón de reunión, pero si las circunstancias no nos lo permiten, entonces debemos saber cómo ser flexibles y comprensivos, y no ser muy rígidos.

Estoy descontento con los colaboradores por que son muy rígidos en la obra que realizan y no saben cómo ser flexibles. Todas las personas del mundo que se dedican a los negocios deben aprender a ser flexibles. El Señor Jesús dijo: “Porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con los de su generación que los hijos de luz” (Lc. 16:8). Una vez oí una historia verídica sobre uno de nuestros hermanos, el cual poseía una tienda de sombreros para damas en Hong Kong. Un día, una señora muy famosa entró en la tienda para comprar un sombrero, y este hermano la atendió. La señora se probó varios sombreros, pero con ninguno se sentía satisfecha. El hermano de inmediato le dijo que tenía mejores sombreros en el cuarto de atrás y, tomando uno de los que ella se había probado, se fue a la trastienda; allí le quitó una banda al sombrero, le dio otra forma y le puso otra banda distinta, después de lo cual se lo llevó de nuevo a la señora diciéndole: “Este sombrero es el mejor”. Después de verlo, la mujer lo compró pagando un precio mucho más elevado que el precio original.

Espero que todos los colaboradores aprendan de esta historia. Los hijos de este siglo son más sagaces en los tratos mundanos que los hijos de luz. La razón por la cual los colaboradores no tienen éxito en su trabajo se debe a que no saben cómo adaptarse a las circunstancias que se les presentan. Algunos de ellos me culpan, preguntándome por qué yo he cambiado después de irme a los Estados Unidos. En realidad, yo no he cambiado; más bien, mi camino es el que ha cambiado. Esto es igual a aquel sombrero en cuestión que, de hecho, no fue cambiado; lo diferente fue el molde en el que fue presionado y la banda que le fue atada. No me estoy jactando, pero les hago esta pregunta: “¿Cuál es la condición actual de la obra realizada por los colaboradores que me reprendieron y se opusieron a mí en el pasado?”. Ellos no han producido ni una sola iglesia. Dos de esos colaboradores fueron los que más se pusieron en contra mía; uno tomó la iniciativa para acusarme de enseñar herejía, y el otro se me opuso de manera más refinada. Ambos, un colaborador tosco y el otro refinado, se me opusieron por treinta años, mas hasta ahora, ninguno de ellos ha producido una sola iglesia. Sin embargo, mientras ellos se oponían, yo he estado predicando la palabra durante los últimos treinta años y he establecido quinientas iglesias.

No es mi intención jactarme, pero hay más de cien iglesias en Mindanao, la costa sur de las Filipinas, que fueron edificadas a raíz de los sesenta temas publicados en The Crucial Truths in the Holy Scriptures [Las verdades cruciales en las Santas Escrituras]. Había allí un hermano de habla china que se mudó de Fukien cuando era joven. Él leyó este libro después de ser salvo, y le pareció tan bueno que lo tradujo al bisayo, el dialecto regional de la Filipinas. Un día me dijo que él levantó cien iglesias en Mindanao por medio de estos libros. Cuando visité las Filipinas, me dijo que ahora los santos de Mindanao leían los mensajes del Estudio-vida. Además, en Sudamérica se han levantado entre cincuenta y sesenta iglesias en Brasil, y en Centroamérica hay cien iglesias. Todas estas iglesias fueron establecidas en los últimos veinte años.

Estimados santos, debemos ser aquellos que “traen vida a un negocio que está agonizando” y no ser aquellos que “traen muerte a un negocio próspero”. A veces siento que los colaboradores son personas como estos últimos. No es mi intención criticarlos. Sinceramente anhelo que la generación joven cambie la tradición, que sea sabia y educada en cuanto a laborar para el Señor. ¿Qué es la vida de iglesia? La vida de iglesia no es algo rígido y muerto. Para que una reunión sea parte de la vida de iglesia no es necesario llevar a los santos al salón de reunión. No digo que no traigamos a las personas al salón de reunión; lo que quiero decir es que no tenemos que estar necesariamente en el salón de reunión para experimentar la vida de iglesia. Si algún santo tuviese una casa cercana a algún recinto universitario, cuya sala contara con la capacidad para acoger hasta quince personas, y aquel santo estuviera dispuesto a abrir su casa a los estudiantes, entonces podríamos llevar allí a los estudiantes para celebrar la mesa del Señor y para cuidar de ellos también.

(Vasos útiles para el Señor, capítulo 2, por Witness Lee)