Conocer la vida y la iglesia, por Witness Lee

Más extractos de este título...

EL QUE NO HA SIDO QUEBRANTADO NO ES CONFIABLE

Tercero, una persona que no es quebrantada no es de fiar. Una persona que no ha sido quebrantada por Dios no puede ser encomendada con la obra de Dios; no es confiable. Ni Dios, ni aun los ancianos y colaboradores pueden confiar en tal persona. Una persona que no ha sido quebrantada, que no ha sido derribada por Dios, no es confiable. Ella es una persona natural, y su vida es natural y falsa. Nuestra vida natural no solamente engaña a los demás, sino también a nosotros mismos. Si aún estamos viviendo en nuestro ser natural y no hemos pasado por el quebrantamiento de Dios, no somos confiables.

En una ocasión laboré en cierto lugar donde disfruté muchísimo de la presencia y bendición del Señor. Los santos estaban dispuestos a ayudarme, y me expresaban sus muestras de aprecio. Entre ellos había un hermano muy inteligente y capacitado que me dijo: “De hoy en adelante, me entrego por completo a usted y me someto a su dirección”. Yo sonreí, sin darle una respuesta clara. Simplemente le dije: “Tómese su tiempo”. Al analizarle, tuve el sentir de que él un día se levantaría y se rebelaría en contra mía porque no se conocía a sí mismo. Una persona que no es quebrantada nunca puede someterse a otros. Usualmente, nos sometemos a un hermano cuando él encaja con nuestros gustos. Cuando un hermano es compatible con nuestra manera de ser, nos sometemos a él, y cuando un hermano deja que descarguemos nuestra ira contra él, nos sometemos a él. Sin embargo, cuando un hermano nos reprende y ejerce cierta presión, no estamos dispuestos a someternos e incluso nos rebelamos. Si por naturaleza nos gusta comer cosas dulces, no podremos tolerar cosas ácidas ni por tres días. En realidad, no nos conocemos a nosotros mismos; sólo los que verdaderamente han estado sujetos a otros conocen la rebeldía de su hombre natural. Después de un par de años, aquel hermano tan capacitado un día perdió la paciencia conmigo por completo. Este caso nos deja ver que no podemos confiar en alguien que no ha sido quebrantado; en determinado tiempo él se levantará en oposición. Por consiguiente, Dios no puede confiar en ninguno que Su mano no haya quebrantado.

(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 19, por Witness Lee)