LA DISCIPLINA DEL ESPÍRITU SANTO
Lo que Dios dispone, ordena, permite y realiza en nuestro entorno corresponde a la disciplina del Espíritu Santo. El Espíritu Santo gobierna nuestro entorno, y Él mueve y dispone todas las cosas para quebrantar nuestra persona. Nuestro cónyuge es el ayudante que Dios usa para quebrantarnos. En ocasiones, la cooperación que nuestro cónyuge le brinda a Dios no le es suficiente, así que Él nos da hijos. Si nuestro cónyuge, el ayudante principal de Dios, no le es suficiente, Él añade otros ayudantes más pequeños para tratar con nosotros. Si éstos no son suficientes Él puede añadir otros tres, cuatro o aun cinco ayudantes más. En ocasiones, no basta con tener hijos, por eso Dios también nos da hijas.
Cada hermano y hermana es creada y redimida por Dios, y todos estamos bajo la gracia y el cuidado de Dios. Todos somos guiados, cultivados y perfeccionados por Dios. Dado que admitimos que esto es verdad, deberíamos ver que cada asunto importante de nuestra vida humana, tales como nuestro esposo, esposa, padres o hijos, no nos llegaron por casualidad. Nada viene a nosotros sin un propósito. Todo lo ha dispuesto Dios; algunas cosas las dispuso antes que naciéramos, y otras cosas nos llegan como resultado de nuestra oración. Por ejemplo, dado que una hermana sólo tiene hijas, ella ora por un hijo y recibe un hijo. Sin embargo, este hijo verdaderamente debería llamarse “trato disciplinario” porque cuanto más crece, más tratos disciplinarios trae a su madre. Todas estas cosas son efectuadas y dispuestas por Dios.
Espero que todos los hermanos y las hermanas sean impresionados profundamente con el hecho de que las herramientas que Dios usa para darnos gracia son la Biblia, el Espíritu Santo, la iglesia, los santos, la luz de la verdad y especialmente el entorno. Hablando con propiedad, el entorno y nuestras circunstancias equivalen a la disciplina del Espíritu Santo. La disciplina del Espíritu Santo es la mejor herramienta en los designios de Dios. Muchas personas valoran la Biblia como un tesoro y le prestan mucha atención al Espíritu Santo, pero no le prestan atención al entorno; ellas no ponen atención a las personas, cosas y asuntos que se encuentran en su entorno. Un cristiano que es espiritual y vive delante de Dios necesita “leer” tres cosas cada día. Primero, él necesita leer la Biblia. Segundo, él necesita leer su sentir interior. Tercero, él necesita leer su entorno y circunstancias, que incluyen las personas, cosas y asuntos en su alrededor. Muchas personas leen bien la Biblia, y también pueden leer el sentir de su espíritu, pero son incapaces de leer las personas, cosas y asuntos que le rodean. ¿Ha considerado alguna vez por qué Dios le dio ese cónyuge? ¿Por qué Dios nos dio cierta clase de hijo? ¿Acaso hemos estudiado esto y tratado de entenderlo? Muchos hermanos y hermanas memorizan la Biblia y también perciben profundamente el sentir de su espíritu, pero lamentablemente nunca han estudiado el entorno que les rodea, ni lo entienden. Ellos desatienden y pasan por alto sus circunstancias y el entorno, y se pierden del beneficio que pueden obtener de ello. Éste es un gran error. Las circunstancias y el entorno son grandes instrumentos que Dios dispone para tratar con nuestra persona y subyugarnos.
(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 7, por Witness Lee)