Conocer la vida y la iglesia, por Witness Lee

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LA IGLESIA NECESITA PASAR POR EL FILTRO DE LA BIBLIA

Si un grupo se llama a sí mismo la iglesia, su condición interior, sus actividades y todo lo relacionado con él debe ser según la Biblia. Según la Biblia, la iglesia local no debería tener un nombre especial, una creencia especial ni una comunión especial. Lamentablemente, hoy en día la mayoría de los grupos cristianos no pasan por el filtro que representan estas tres pruebas.

Primeramente, casi todos los grupos llevan un nombre. Sabemos que la luna es la luna; no es necesario añadirle un nombre especial. De igual modo, la iglesia es la iglesia; ella no necesita otro nombre. Si nos preguntan de qué iglesia somos, deberíamos responder que estamos en la iglesia. Si dijésemos: “Yo soy del salón de la asamblea de la iglesia”, esta respuesta dejará desconcertadas a las personas y se preguntarán qué significa eso exactamente. Debemos ver que la iglesia es sólo una. Su nombre simplemente es la iglesia; la iglesia no tiene ningún otro nombre.

Debemos ver que el calificativo “el salón de la asamblea de la iglesia” no es nuestro nombre; éste se refiere al lugar donde nos reunimos. Por ejemplo, la casa donde vive el señor Chang es llamada “la residencia de Chang”. Esto sólo se refiere al lugar. No llevamos por nombre “el salón de la asamblea de la iglesia”, pero las normas de gobierno requieren un nombre de registro. Por tanto, nos vemos forzados a usarlo. No tenemos otra opción, pero no nos designamos como tal.

No queremos usar nombre alguno, porque la iglesia simplemente es la iglesia; ella no puede tener otro nombre. Si alguien pone un rótulo frente a la casa del señor Chang, que dice: “Residencia Chang”, eso no sería un problema, y da lo mismo si no hay rótulo. Sin embargo, sería muy extraño si alguien le pusiera un rótulo que dijera: “Residencia Wang-Chang” o “Residencia Liu-Chang”. Nunca deberíamos llamarnos el salón de la asamblea de la iglesia, porque ése no es nuestro nombre; sólo nos reunimos allí. Además, no somos miembros de una iglesia particular; somos miembros del Cuerpo de Cristo.

Dios no desea que los creyentes digan: “Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Apolos”, ni “Yo soy de Cefas”. Él condena todas estas cosas (cfr. 1 Co. 1:12). A Dios no le agrada ningún nombre especial. Dios no lo aprueba. Nosotros nos congregamos en el nombre del Señor (Mt. 18:20); somos salvos porque creemos en el nombre del Señor. El lugar donde Jehová establece Su nombre es el centro de la congregación de los hijos de Dios. El ponerse un nombre es un asunto de gran relevancia en el universo. No deberíamos tener ningún otro nombre que no sea el nombre del Señor. No debería existir una Iglesia Luterana, una Iglesia Wesleyana, una Iglesia Anglicana, una Iglesia Presbiteriana, ni ningún otro tipo de “Iglesia”, porque ninguno de estos nombres es según la Biblia.

Nunca deberíamos permitir que el enemigo nos engañe y nos lleve a pensar que este asunto del nombre carece de importancia. Si a la señora Hwang se le llama “señora Chang”, su esposo se pondría furioso porque eso es algo inaceptable. Así como no podemos ponerle nombre a nadie de manera descuidada, tampoco podemos ponerle nombre a la iglesia de manera descuidada; Dios no permite esto. Aquellos que realmente conocen la iglesia y la verdad con respecto a la iglesia jamás se atreverán a poner nombre a los cristianos. Después de la muerte y resurrección del Señor, los apóstoles permanecieron en la tierra por varias décadas, y muchos de ellos fueron usados por el Señor en gran manera. Sin embargo, si leemos la historia de la iglesia, veremos que ninguno de ellos puso nombre a la iglesia. Ellos no se atrevieron, como por descuido, a darle un nombre al Cuerpo de Cristo; esto está absolutamente prohibido porque no es conforme a la Biblia.

No solamente es un asunto muy serio el designarse con un nombre especial, sino que también lo es el tener una creencia especial o una comunión especial. Estas tres pruebas concuerdan por completo con la perspectiva de la Biblia. Por tanto, si queremos saber si una iglesia permanece en la posición y en el terreno de la iglesia, deberíamos exponer todas las situaciones bajo la luz de la Biblia y medir cada una de ellas basándonos en la Biblia. Además, al medirlas nunca debemos hacer concesiones ni ajustes.

Hace cuatro o cinco años atrás, conocí a un hermano que era la persona más tolerante y acomodaticia que he conocido. Si caminara junto a él una persona que medía cuatro pies, él se ponía en cuclillas para poder caminar con ella. Sólo que alguien midiera siete pies, él habría sido incapaz de acomodarse a esa persona. Después de varios años, el mayor desarrollo de este hermano fue comprender que no debía hacer concesiones. Debemos ver que hacer concesiones es la manera en que el hombre neutraliza las cosas; al hombre siempre le gusta neutralizar la verdad. La verdad divina tiene un valor absoluto; si se trata de sí, es sí; y si se trata de no, es no. Nunca debe ser neutralizada. Toda transigencia equivale a una invalidación. El hombre piensa que no importa si la iglesia tiene un nombre y que no deberíamos ser tan peculiares al respecto, siempre y cuando tengamos celo por el Señor. Esto es un error porque la verdad nunca debería verse comprometida; la verdad siempre es absoluta.

Aquellos que les gusta hacer concesiones por lo general no son muy entregados. Probablemente hayan sido conmovidos por Dios, pero no quieren entregarse de forma absoluta. Una persona que se entrega de forma absoluta nunca hace concesiones. Es fácil hacer concesiones con otros y no ser absolutos si desestimamos ese toque divino de Dios en nuestro ser y nos negamos a obedecerle a Él y recibir Sus tratos.

(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 9, por Witness Lee)