Conocer la vida y la iglesia, por Witness Lee

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ESFORZARNOS POR APRENDER EN TODOS LOS ASPECTOS A FIN DE SATISFACER LA NECESIDAD DEL SEÑOR

Necesitamos levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor, y levantarnos incluye muchos aspectos. Un hermano dijo una vez que siempre y cuando una persona se especialice en algo, podrá ganarse su sustento en el mundo. Sin embargo, en el servicio del Señor tenemos que ser diestros en todo aspecto: en nuestro espíritu, en nuestra alma y en nuestro cuerpo. Ésta es nuestra experiencia. El que le es útil al Señor, de inmediato se levantará con todo su ser para responder al mandato del Señor. Dicha persona será capaz de ejercitar su mente, su parte emotiva y su voluntad de la misma manera en que ejercita su espíritu. Sabrá cómo regular, abastecer y controlar su cuerpo. Él puede levantarse para satisfacer la necesidad del Señor en cosas grandes o pequeñas.

Después de ser salvos, a menudo nos sentimos inadecuados para satisfacer la necesidad del Señor y cooperar con Él cuando quiere usarnos. Es bueno tener esta clase de sensación. Debido a que algunos no se sienten así, ellos tranquilamente se duermen cuando el Señor quiere usarlos. Por eso decimos que no deberíamos dormir ni comer en paz; más bien, necesitamos levantarnos y tomar las debidas medidas con respecto a nosotros mismos a fin de satisfacer la necesidad del Señor.

En cuanto al segundo punto relacionado con levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor, hay muchas lecciones que deberíamos aprender. Si bien algunos santos les hablan a las personas, no les es fácil penetrar en los sentimientos de ellas ni entenderlas. Esto se debe a una falta de aprendizaje. En una ocasión vi que un hermano actuó inapropiadamente en la práctica de dar hospitalidad, y le dije: “Hermano, debe prepararse mejor cuando provea hospitalidad”. Él respondió que le había preguntado a sus huéspedes respecto a sus necesidades, y le dijeron que no necesitaban nada. Yo le respondí: “No deberíamos ser insensatos y aceptar sus palabras. Aunque nuestros huéspedes no mienten, tampoco quieren ser maleducados”. Nuestro hermano era muy sencillo e ingenuo, creyendo todo lo que le decían los huéspedes. Cuando le dijeron que podían prescindir del jabón y del agua caliente, no quería decir que ellos no lo necesitaran. El servicio de este hermano muestra que él no entendía la necesidad de las personas, ¿así cómo podría servirles bien?

Cuando los santos vienen a nosotros, con frecuencia no entendemos sus palabras, y a veces nuestra comprensión es exactamente lo opuesto a lo que ellos quieren decir. Nosotros los cristianos deberíamos aprender a hablar con honestidad más que con amabilidad. He estado aprendiendo esta lección por más de veinte años, y ya casi la aprendí. Cuando recibo hospitalidad en la casa de un santo, siempre les digo lo que necesito cuando ellos me hacen preguntas como: “¿Necesita comer algo?”. Como cristianos que somos tenemos que aprender varias lecciones. En particular, cuando servimos a otros, tenemos que aprender a conocerlos, a entender sus palabras y a saber sus deseos. Sólo entonces podemos levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor.

A algunos hermanos les gusta hablar en su dialecto local. Esto no es muy apropiado. Deberíamos aprender a satisfacer toda clase de necesidades de modo apropiado; sólo entonces podemos levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor. No me es posible darles muchos ejemplos. En breve, hay mucho que debemos aprender en este segundo punto, esto es, en lo de levantarnos para satisfacer la necesidad del Señor. La manera de ser de algunas personas les imposibilita servir a Dios. Temo que si sirvieran a Dios, ellas tendrían que “desollar su piel”. No sólo deberían hacer cambios en sus vestidos y hacerles alteraciones, sino que incluso deberían “desollarse”. Si una persona no ha aprendido ninguna lección, no sabrá qué hacer cuando la gente vaya a verle; no sabrá cómo manejar un asunto cuando se lo planteen. Esta clase de persona no puede servir a Dios.

Si queremos servir a Dios, tenemos que aprender a detener todo nuestro ser delante de Dios; además, tenemos que aprender a hacer que todo nuestro ser se alce delante de Dios. Tenemos que aprender cada uno de los puntos que son necesarios. No podemos aprenderlos todos en un día ni en un momento; más bien, necesitamos cada día y cada momento. Éste es un asunto a largo plazo. Si el Señor dispone que asumamos la responsabilidad de recibir a los huéspedes de fuera, deberíamos considerar todo lo relacionado con la hospitalidad. Por ejemplo, ¿qué necesitarán los huéspedes luego que entren en la casa? ¿Qué necesitarán tener en sus habitaciones? ¿Qué otras necesidades pueden tener? Debemos considerar cuidadosamente estos asuntos. Sólo así podemos ser útiles en nuestro servicio.

La condición de algunos jóvenes nos causa molestias. Ellos leen la Biblia de forma descuidada; omiten algunas oraciones y citan mal los versículos. ¿Cómo pueden ellos satisfacer la necesidad de Dios? A veces el hermano que debe dar un mensaje en la reunión comienza a considerar de qué hablar hasta el último minuto. Cuando repentinamente recuerda algún versículo, no puede recordar la referencia exacta; apenas se sabe el versículo vagamente. Esto comprueba que no hubo la suficiente preparación. En lugar de esperar hasta el último minuto para considerar de qué hablar, tenemos que estar tan bien preparados que podemos abrir la Biblia exactamente en el versículo sobre el cual vamos a hablar. Ésta es una preparación apropiada.

He dicho varias veces que si queremos satisfacer la necesidad del Señor, tenemos que estar preparados en todo aspecto. Servir al Señor requiere que seamos competentes en todo. No podemos decir que estamos plenamente capacitados para satisfacer la necesidad del Señor, pero el Señor requiere que para servirle a Él seamos competentes en todo. Esto requiere que estemos preparados externa e internamente. Nuestro espíritu debe estar limpio, fresco, lleno de la presencia del Señor, y debe ser fuerte, debe conocer la manera espiritual. Necesitamos aprender todos estos asuntos. Mi corazón frecuentemente se compunge cuando veo que los santos no tienen nada que hacer. ¿Cómo puede ser que ellos no tengan nada que hacer? Si estamos procurando aprender todo el tiempo, ciertamente tendremos un sinfín de cosas que hacer.

Además hemos leído muy poco. Por ejemplo, nuestros colaboradores que tienen entre cuarenta y cincuenta años leen muy poco. En principio, deberíamos leer un libro cada semana. Deberíamos leer los libros que nosotros publicamos y los que publican otros países. Necesitamos ver cómo se hacen las cosas en los Estados Unidos y en Japón. No deberíamos estar contentos con lo que tenemos en el presente, pensando que todo lo hemos hecho bien. Aun si hemos actuado bien, siempre necesitamos buscar cómo mejorar y consultar con otras personas. Actualmente hay muchos de entre nosotros que no han leído un solo libro en todo el año. No podemos decir que no somos perezosos. Si esta condición persiste, ¿cómo podremos satisfacer la necesidad de Dios?

Si queremos servir al Señor, tenemos que levantarnos y tratar de hacer algo. Por ejemplo, si queremos limpiar el piso, debemos estudiar y descubrir la manera apropiada para limpiar. Ninguno que participe en la obra del Señor puede estar ocioso o desocupado. La práctica en el cristianismo degradado es contratar predicadores para que ellos prediquen, pero nosotros no podemos hacer eso. La persona que verdaderamente le es útil al Señor tiene que ser agresiva y poder realizar grandes cosas. En la Biblia casi todos los que le fueron útiles a Dios fueron arrebatados del mundo por Dios. Si ellos hubiesen amado al mundo y permanecido en el mundo, habrían sido personas muy exitosas. En vez de ello, el Señor los arrebató del mundo, los sacó de ahí, e hizo que fueran vasos útiles en Sus manos.

Muchas personas tienen el concepto erróneo de que si no son aptos para hacer ninguna otra cosa, pueden ser un predicador. Uno de mis compañeros de clases llegó a ser reportero de un periódico cuando él tenía cerca de veinte años de edad, pero más tarde renunció a su puesto. Él vino a verme y me pidió que lo presentara a la iglesia porque él quería un puesto de predicador. En aquel tiempo, una madre que tuviera tres hijos, haría que el hijo más brillante estudiara medicina, que el que le seguía estudiara negocios y que el que era menos brillante estudiara teología. Sin embargo, el servicio a Dios no puede ser de esta manera. El más brillante tiene que servir a Dios, y los que no son tan brillantes también tienen que servir a Dios, sólo que éstos necesitan vencer su falta de inteligencia al dedicarse cierto tiempo a aprender, como el refrán que dice: “La torpeza puede remediarse con diligencia”. Tenemos que tener esta clase de actitud y sentimiento.

El que sirve al Señor no puede estar ocioso y desocupado. Ninguno debiera ser así. Todos deben hacer un horario de su tiempo debidamente, planeando cuando orar, visitar a las personas, limpiar, prepararse para un mensaje y así sucesivamente. Esto requiere de aprendizaje. Si queremos servir al Señor y serle útiles, todos los días tenemos que aprender algo. De lo contrario, nuestro destino será un callejón sin salida. A veces cuando veo algunos santos, verdaderamente me siento turbado. Por ejemplo, cuando me los encuentro en la calle aproximadamente a las 7:30 p. m., ellos me dicen que no tienen nada que hacer. Tales personas no tienen utilidad alguna. Tenemos que disponerlo todo con claridad, como un plan para hacer ciertas cosas a cierto tiempo. Si estamos dispuestos a intentarlo, nuestra inutilidad se tornará en utilidad. No se han levantado suficientes personas, y hay muchas cosas que debemos aprender y muchas cosas que requieren de nuestra labor. Al servir al Señor tenemos que detenernos a nosotros mismos, pero en cuanto a satisfacer la necesidad del Señor, tenemos que entregarnos de forma absoluta y levantarnos para responderle.

(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 17, por Witness Lee)