VER QUE HEMOS SIDO CRUCIFICADOS CON CRISTO
En cierto punto de nuestra vida cristiana, el Espíritu Santo nos mostrará que hemos sido clavados a la cruz, aunque restringimos y obstaculizamos a Dios como vida. En otras palabras, a todo aquel que busca y sigue al Señor, el Espíritu Santo le mostrará una visión, una revelación, de que su persona fue puesta a muerte en la cruz de Cristo. Éste es un momento decisivo que todo el que ama y busca al Señor debe experimentar; es inevitable.
Cuando somos salvos o reavivados, siempre tenemos cierta medida de celo, cierto amor por el Señor, un deseo de ir en pos de Él, un anhelo de seguirlo a Él y un fervor por expresarle nuestro amor a Él. Sin embargo, muy pronto descubrimos que lo que más obstaculiza al Señor es nuestro propio ser, aun cuando celosamente le buscamos y le seguimos. Vemos que no importa si somos buenos o malos, somos un obstáculo para el Señor. En este momento el Espíritu Santo nos mostrará que hemos sido crucificados. Con esta visión, pasamos a través de una puerta. A partir de este punto, comenzamos a tocar el camino de la vida en nuestra vida cristiana. También comprenderemos que en nuestra búsqueda y en nuestro amor por el Señor todo lo que sentíamos era celo y entusiasmo y que realmente no habíamos entrado en la senda de la vida. Cuando el Señor nos muestre tal misericordia, comprenderemos que es nuestra persona misma lo que más le obstruye y perturba.
El Espíritu Santo nos mostrará que en este universo lo que más obstruye al Señor es nuestra persona. Entonces el Espíritu Santo abrirá nuestros ojos para mostrarnos a cabalidad que en la cruz se le dio muerte a nuestra persona. En este momento experimentaremos la muerte; pasaremos por una puerta y entraremos en la senda de la vida espiritual. Es aquí que comenzamos a tomar el camino de la vida espiritual. De aquí en adelante, el Espíritu Santo nos introducirá en el camino de la cruz cada día, y Él nos introducirá en la vida de la cruz.
(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 6, por Witness Lee)