EL SEÑOR ES EL PAN DE VIDA
El Señor es el pan de vida, y Él es vida. Cuando comemos arroz al vapor, no ingerimos los granos de arroz sacados directamente de un saco de arroz ni de un contenedor de arroz. El arroz al vapor consta de los granos que han sido cocinados, preparados y puestos sobre la mesa a fin de que podamos comerlo. Aquel que está en el cielo es en realidad el Dios que estaba en la eternidad. Un día Él salió de la eternidad, al igual que se vierte el saco de arroz para que salgan los granos. Luego, Él entró en el tiempo y vino a la tierra a fin de llegar a ser el “arroz al vapor” servido sobre la mesa para el disfrute del hombre. Para este tiempo, Él es llamado vida, y Él es el pan de vida.
El Evangelio de Mateo relata que una mujer cananea vino al Señor y clamó: “¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David!”, pero el Señor no le respondió palabra. Ella lo intentó de nuevo, diciendo: “¡Señor, socórreme!”. El Señor respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”. Aunque la mujer cananea era una gentil, era muy bendecida y conocía a Dios, por lo cual dijo de inmediato: “Sí, Señor; también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (15:22-27). El pan sobre la mesa es para los hijos, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa. Esto significa que el Señor descendió del cielo como pan de vida para que el hombre le comiera. La tierra de los judíos puede compararse a un comedor, y los judíos eran los hijos de Dios, pero ellos desperdiciaron su pan y lo echaron bajo la mesa. Ellos alejaron al Señor de la tierra de los judíos y lo tiraron a la tierra de los gentiles. Lo que dijo la mujer cananea indica que si bien ella era un perrillo, el Señor Jesús no se hallaba sobre la mesa sino bajo la mesa, de manera que ella podía comerle y disfrutarle como pan. Ella admitió que era un perro, pero un perro también tiene su porción. El pan bajo la mesa era su porción. Debido a esto, el Señor la elogió, diciendo: “¡Oh mujer, grande es tu fe!” (v. 28). Nuestro Dios no sólo es el Dios del cielo; Él es también el pan de vida. Además, Él no sólo es el pan de vida; también es las migajas que cayeron de la tierra de los judíos y, como tal, Él puede satisfacernos interiormente a nosotros, los gentiles. Así que, la vida es Dios mismo.
Si Dios no tiene una relación con el hombre, Él permanecería en lo alto de los cielos, en donde el hombre no podría tocarle ni contactarle. Dios sería Dios, y el hombre sería el hombre. Sin embargo, Dios descendió del cielo y vino a la puerta del corazón del hombre. Ahora nuestro Dios es el pan de vida. Cuando le abrimos nuestro corazón, Él llega a ser nuestra vida en el momento que entra en nuestro ser. Ésta es la razón por la que Pablo dice que Cristo es nuestra vida (Col. 3:4). La vida es Dios mismo.
(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 2, por Witness Lee)