LA VERDAD DUAL DE LA CRUZ
Podemos ver que Pablo en sus epístolas habla de la cruz de dos formas diferentes. Primero, él habla de que fuimos crucificados con Cristo; esto fue llevado a cabo por Cristo. Cuando Cristo fue crucificado, nos llevó consigo a fin de que muriésemos en Él. Esto es un hecho cumplido, y simplemente debemos creer y recibirlo. Romanos 6:6 dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él”, y Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. Ambos versículos hablan de este hecho logrado por Cristo. Pablo también habla de la cruz en 5:24, que dice: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias”. Romanos 8:13 dice: “Por el Espíritu hacéis morir los hábitos del cuerpo”.
Algunos que enseñan la verdad en cuanto a la cruz cometen el error de hablar solamente de un aspecto de esta verdad hallada en la Biblia. Algunos sólo hablan del logro eterno de Cristo mediante Su crucifixión en la cruz. Ellos dicen que no necesitamos ser crucificados, porque sólo debemos recibir este hecho cumplido. Esto es cierto, pero éste es sólo un lado de la verdad. No basta simplemente con saber un lado de la verdad, debido a que en las epístolas que Pablo escribió se expone otro lado. Romanos 6:6 dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él”, pero Romanos 8:13 dice: “Si por el Espíritu hacéis morir los hábitos del cuerpo, viviréis”. Por una parte, fuimos crucificados en la cruz; por otra, también debemos hacer morir los hábitos del cuerpo por el Espíritu. Hacer morir los hábitos del cuerpo por el Espíritu indica que debemos cooperar con el Espíritu para hacer morir nuestra carne, lo cual equivale a dar muerte a una parte de nuestro elemento. Esto significa que nosotros nos damos muerte y que también el Espíritu nos da muerte.
Mediante el Espíritu Santo somos iluminados en cuanto al hecho logrado por Cristo. Esto nos permite pasar por la puerta. Luego, el Espíritu ejecuta y forja este hecho en nosotros interiormente, de modo que condenamos lo que el Espíritu condena, censuramos lo que el Espíritu censura y damos muerte a lo que el Espíritu da muerte. Es así como experimentamos la muerte de cruz.
(Conocer la vida y la iglesia, capítulo 6, por Witness Lee)