LA VIDA CRISTIANA NO ES
UN ASUNTO DE LA AUTO-CULTIVACIÓN
O DE LA SUPERACIÓN PERSONAL,
SINO UN ASUNTO DE LA MUERTE
Tal vez algunos se pregunten: “¿Cómo podemos aplicar este principio?”. Primero, deberíamos comprender que tenemos un concepto erróneo. Cuando consideramos el tema de la religión, por ejemplo, espontáneamente la asociamos con cultivarnos a nosotros mismos. Si una persona cree en el budismo y es un budista devoto, él de seguro trata de cultivarse y mejorarse a sí mismo. Si alguno cree en el catolicismo y es un católico devoto, él también trata de cultivarse. Sin importar que una persona sea musulmana o cristiana, siempre y cuando ella sea sincera y no sea descuidada, tendrá un concepto en torno a cultivarse y mejorarse a sí mismo. Esto es particularmente cierto con aquellos que son salvos de una manera prevaleciente. Tan pronto ellos son salvos, anhelan ser buenos cristianos y servir a Dios, y de inmediato comienzan a actuar conforme a su concepto acerca de la auto-cultivación y superación personal.
Por ejemplo, antes de ser salvo, un hombre puede haber tenido mal genio y haberse enojado con su esposa muchas veces. Sin embargo, tan pronto él se hace cristiano, siente que es inapropiado enojarse con su esposa. Por consiguiente, de manera espontánea él piensa corregirse y cultivarse a sí mismo. En realidad, entre todos los que han sido salvos, nadie puede escaparse de este concepto de la auto-cultivación. Por ejemplo, podemos tener una buena comunión con el Señor en la mañana y experimentar Su presencia. Sin embargo, tan pronto salimos de nuestra recámara, alguien puede provocarnos a tal grado que hablamos impetuosamente. Tan pronto se nos escapan tales palabras, de inmediato no estamos en paz. Entonces oramos y le pedimos al Señor que nos perdone, pero luego que imploramos el perdón, también nos proponemos corregirnos para no volver a perder la paciencia otra vez. Esto se deriva de nuestro concepto de cultivarnos y mejorarnos.
Muchos santos llevan una vida de cultivarse a sí mismos espiritualmente. No obstante, en la Biblia no podemos hallar la palabra cultivo; el cultivo espiritual de la persona no es el pensamiento central de la Biblia. El cristianismo se ha desviado del curso original y carece de luz y de gracia; eleva la auto-cultivación conforme al concepto del hombre y alienta a las personas a cultivarse a sí mismas espiritualmente. Éste es un concepto religioso conforme a la perspectiva religiosa del hombre, pero no es la revelación de la Biblia, ni la revelación dada por la luz de Dios. Si alguno pregunta qué palabra del Nuevo Testamento podría reemplazar la palabra cultivarse, le responderíamos: muerte. La muerte es la manera genuina para cambiar el mal genio de una persona. Un hermano que pierde los estribos no necesita la auto-cultivación, sino la muerte. La muerte no se oye recomendable, pero a fin de que el hombre de la vieja creación pueda ser transformado, la muerte, y no el cultivarse, es lo requerido.
Por esta razón, que una persona se halle en la vida divina no depende de si él es rápido o lento. Ser rápido no significa necesariamente que uno no esté actuando conforme a la vida, y ser lento no significa necesariamente que uno está actuando conforme a la vida. El hecho de tener la vida divina y de hallarse en ella no depende de si somos rápidos o lentos, sino de si Dios ha sido liberado desde nuestro ser. Incluso podemos cambiar, pasando de ser rápidos a ser lentos, o cambiar nuestro temperamento de uno malo a uno bueno, pero nada será según la vida a menos que Dios se manifieste desde nuestro interior. A lo sumo, expresaremos lo que hemos cultivado de nuestra persona. La vida está relacionada con Dios, no con la cultivación personal, y cuando el Nuevo Testamento habla de la vida, también habla de la muerte. La vida no es un asunto de cultivarse a sí mismo, sino de la muerte.
En toda la Biblia ningún apóstol fue inspirado por el Espíritu Santo para enseñar a las personas a cultivar su conducta; al contrario, el apóstol Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Con esto él quería decir que, siendo una persona con la vida de Dios y una persona en la cual vivía Cristo, él había sido crucificado juntamente con Cristo en la cruz. Pablo estaba muerto. La cruz realizó en él una obra de muerte, de modo que la vida de Dios pudiera tener la manera de operar en él. El Nuevo Testamento no nos enseña a cultivarnos a nosotros mismos; más bien, nos enseña a andar en el camino de la muerte. Cuando pasamos por la muerte y actuamos estando en la muerte, la vida de Dios tendrá un camino libre en nosotros. Necesitamos conocer el camino de la vida por medio de la muerte. Necesitamos ver que la auto-cultivación no es la voluntad de Dios, pues Dios no tiene la intención de que nos mejoremos a nosotros mismos. Dios quiere ver que la cruz de Su Hijo nos alcance mediante el Espíritu Santo. La cruz realiza una obra de muerte en nosotros para hacernos pasar por la muerte, de tal modo que la vida de Dios tenga un camino libre en nosotros.
(
Conocer la vida y la iglesia, capítulo 5, por Witness Lee)