Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El, por Witness Lee

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LA EFICACIA DEL MINISTERIO DE LA PALABRA

Los chinos tienen un proverbio que dice que una sola frase puede hacer que una nación se levante o caiga. Esto nos muestra el efecto tan serio que tienen las palabras. Las palabras pueden salvar la vida de una persona o pueden destruirla. Las palabras también pueden hacer que un país se levante o caiga. De igual manera, la edificación o destrucción de la iglesia depende del ministerio de la palabra. Los hermanos que sirven en el ministerio de la palabra deben comprender la importancia de su responsabilidad. Si ministramos la palabra deficientemente, la iglesia sufrirá pérdida; pero si servimos bien, será beneficiada. Por consiguiente, de nosotros depende si la iglesia sufre pérdida o es beneficiada. Un día todos estaremos ante el tribunal de Cristo para darle cuentas al Señor. El Señor ciertamente nos preguntará en cuanto a este asunto.

Los hermanos que ministran la palabra no deben culpar a los santos ni a la iglesia por no tener una buena condición. En vez de ello, debemos aceptar nuestra culpa y reconocer que los problemas son el resultado de una deficiencia en nuestro ministerio de la palabra. No debemos rehuir nuestra responsabilidad. Tal vez culpemos a la iglesia; pero cuando venga otro obrero que posea un ministerio fuerte en la palabra e imparta el suministro a la iglesia, la condición de la iglesia cambiará. El ministerio de la palabra hará que los santos se levanten. Está mal que una madre golpee y reprenda a sus hijos porque están flacos y se ven enfermizos. La condición de los niños es el resultado de una falta de nutrientes. Una madre puede pensar que ella les da a sus hijos suficientes nutrientes, pero el alimento que ella prepara sabe a medicina. Ella probablemente piense que el alimento es nutritivo, pero a los niños les sabe a medicina amarga. De igual manera, a los hermanos que comparten la palabra les puede parecer que el mensaje que dan es rico, pero los santos no reciben ningún suministro. Tal vez los hermanos culpen a los santos e incluso los reprendan por su falta de comprensión. Sin embargo, los santos no se alimentan porque los hermanos sólo les preparan “medicina amarga”. Por lo tanto, no debemos culpar a los “niños” por estar flacos y enfermizos. En vez de ello, debemos asegurarnos de que el alimento que les damos tenga sabor. Debemos entender que la raíz de los problemas en las iglesias locales tiene que ver con el ministerio de la palabra.

Si la palabra del evangelio es predicada de la manera debida, multitudes de personas se arrepentirán y serán salvas; pero si no se predica debidamente, pocos serán salvos. Así pues, la palabra que es predicada es un factor determinante. Esto se aplica a la palabra que es predicada a los pecadores como también a la palabra predicada a los creyentes. Por consiguiente, debemos prestar atención al ministerio de la palabra.

(Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El, capítulo 5, por Witness Lee)