PERFECCIONAR A LOS SANTOS
PARA QUE LLEGUEN
A LA MEDIDA DE LA ESTATURA
DE LA PLENITUD DE CRISTO
Y SE SOMETAN A LA CABEZA
Tenemos que entender claramente la edificación mencionada en Efesios 4. El versículo 13 claramente dice que la finalidad de la edificación es que nosotros lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios de modo que tengamos la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Por consiguiente, mientras perfeccionamos a los santos, nosotros los ayudamos a conocer al Hijo de Dios y a crecer hasta alcanzar la estatura de Cristo. Perfeccionamos a los santos con el árbol de la vida, el Dios vivo, y con el Cristo resucitado, el Hijo de Dios.
Por consiguiente, no debemos tener carencias en nuestro conocimiento y experiencia del árbol de la vida. Si no experimentamos el árbol de la vida, si no inhalamos al Dios vivo y si no conocemos las riquezas de Cristo, el Hijo de Dios, ni nos apropiamos de dichas riquezas, no podremos edificar a otros con estas cosas. El número de mensajes que podamos dar no tiene ninguna importancia. Lo que realmente importa es cuánto podamos impartir las riquezas de Cristo a los santos, cuánto podamos darles a comer del árbol de la vida y cuánto podamos ayudarlos a inhalar al Dios vivo. Ello requiere que primero nosotros mismos experimentemos estas cosas; de lo contrario, ¿cómo podremos ayudar a otros a que conozcan y disfruten estas cosas?
El versículo 15 dice que debemos conducir a todos los santos, incluyéndonos a nosotros mismos, a asirnos a la verdad en amor y a crecer “en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo”. En otras palabras, perfeccionar no es solamente un asunto relacionado con la vida, sino también con la autoridad. “Crezcamos [...] en Aquel” indica el aspecto de la vida, mientras que “crezcamos en [...] la Cabeza, Cristo” indica el aspecto de la autoridad. La frase en todo significa que en cada aspecto de nuestra vida diaria vivimos en Cristo, inhalamos a Dios, comemos del árbol de la vida y disfrutamos al Hijo de Dios. Anteriormente estábamos fuera de Cristo. Después de nuestra salvación quizás estamos en Cristo en ciertas cosas, pero en otras todavía nos encontramos fuera de Él. Ahora necesitamos crecer en Cristo en todas las cosas. En esto consiste el crecimiento. En todas las cosas debemos inhalar, comer, beber y disfrutar a Cristo. Finalmente, debemos someternos a la autoridad de Cristo en todo aquello en que hayamos crecido en Él. Esto se debe a que Aquel en quien crecemos es la Cabeza de la iglesia y también nuestra Cabeza.
Nuestra obra debe corresponder a nuestra experiencia. Debemos aprender a disfrutar y absorber continuamente a Dios, a vivir en Su vida y a disfrutar Sus riquezas. A medida que crecemos en Él en un aspecto tras otro, nos sometemos a Su autoridad como cabeza. Debido a que sometemos todo bajo el gobierno, la autoridad, de la Cabeza, cuando laboremos para perfeccionar y guiar a los santos, espontáneamente los conduciremos a crecer en Dios, esto es, a disfrutar y a absorber a Dios en todas las cosas. A medida que los santos estén unidos a Dios en todas las cosas, ellos espontáneamente someterán cada asunto a la autoridad de la Cabeza y se someterán ellos mismos a la autoridad de la Cabeza. Ésta es la clase de obra que debemos realizar.
Nuestra obra consiste en perfeccionar a los santos para que ellos puedan edificar, ejercer su función y llevar alguna responsabilidad. No obstante, el contenido y el elemento de nuestra obra deben ser Dios, la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, quien es el Hijo de Dios, y la vida y autoridad de la Cabeza. El resultado de tal obra hará que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo y logrará que la iglesia se edifique a sí misma en amor.
(Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El, capítulo 4, por Witness Lee)