LA VISITA A JAPÓN
El primer lugar que visitamos fue Japón. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo predicando el evangelio en Tokio, y pasamos unos cuantos días en Osaka. Estuvimos en Japón por dos semanas. Hay más de treinta santos que participan en la reunión del partimiento del pan en Tokio, y en Osaka hay una familia y media. Durante este viaje la impresión que tenía de Japón cambió. En el pasado me parecía que era difícil para los japoneses recibir el evangelio y que no era fácil guiarlos espiritualmente. Esta impresión era infundada. Mientras estuve allí, tuve contacto con varias personas y vi que la impresión que había tenido anteriormente no era acertada.
Encontramos fácil predicar el evangelio en Japón, y fue fácil que las personas fueran salvas. Puesto que los japoneses tienen un buen carácter, una vez que reciben al Señor, estudian las verdades diligentemente y están dispuestos a pagar el precio para conocer la verdad. Esto hace fácil que ellos amen al Señor. Cuando nuestros hermanos fueron a Japón, ellos no condujeron reuniones de predicación del evangelio ni dieron mensajes, sino que sólo contactaron a los japoneses directamente y condujeron a varios de ellos a la salvación. Aquellos a quienes ellos contactaron nunca habían oído hablar del evangelio ni del recobro del Señor. Un hermano tenía una educación universitaria y pudimos conversar con él en inglés. Él no se siente satisfecho simplemente con ser salvo; ama al Señor y desea seguirlo. Además de él, conocimos a otros creyentes en diferentes lugares. Dos de los santos en Tokio son japoneses.
En los asuntos relacionados con la ciencia, los japoneses tienden a seguir el Occidente, pero en los asuntos relacionados con la religión tienden a seguir a los chinos. En consecuencia, a un hermano chino le resulta más fácil predicar el evangelio y laborar para el Señor en Japón que a un misionero occidental, debido a la similitud que hay entre los temperamentos y hábitos cotidianos de los chinos y japoneses. Muchos chinos pueden entablar una relación íntima con sus amigos japoneses. Por consiguiente, Japón es un campo muy vasto para el evangelio. No es necesario que muchos santos vayan allí; si cinco o seis obreros van a Japón y laboran con los santos que ya están allí, es posible ganar a muchas personas rápidamente.
Incluso vale la pena laborar con los diez mil chinos que hay en Tokio. Los hermanos podrían laborar en las comunidades chinas. Sería fácil propagar el evangelio desde las comunidades chinas a los japoneses. Es difícil predicar el evangelio directamente a los japoneses, porque ellos valoran la amistad. Pero sería fácil alcanzarlos por medio de sus amigos, es decir, por medio de las personas chinas que residen en Japón.
Los hermanos que están en Japón desean tener comunión. Ellos esperan que los hermanos vayan a Tokio a laborar por el Señor. Están dispuestos a preparar todo lo necesario, incluyendo todos los trámites para documentación. Ellos están dispuestos a recibir obreros, y esperan que algunos emigren por causa de la obra. Estoy de acuerdo con su sentir, y espero que cuando tengamos comunión respecto a este asunto en la próxima reunión de obreros, algunos hermanos y hermanas sientan la carga de ir a Tokio para hacer la obra del Señor. No creo que haya problemas con el procedimiento para inmigrar, y confío en que el Señor confirmará este asunto y que todo se llevará a cabo en buen orden. Los hermanos y hermanas deben orar al respecto. Nuestra obra no tiene como fin satisfacer nuestros intereses personales ni establecer nuestra propia reunión, sino ocuparnos de los intereses del Señor en la tierra. Nuestra obra tiene como objetivo Su evangelio y Su reino.
(
Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El, capítulo 7, por Witness Lee)