LA VISIÓN RESPECTO A QUE DIOS DESEA SER
EL ALIMENTO DEL HOMBRE
La descripción sencilla de Génesis 2 revela la intención misteriosa de Dios. Según nuestro concepto natural, pensamos que lo que Dios quiere es que nosotros le adoremos y sirvamos, es decir, que hagamos cosas para Él. Es difícil para nosotros desechar este concepto. Pero la Biblia revela que Dios desea que le tomemos como alimento. Génesis 2 nos presenta la primera visión que aparece en la Biblia. Esta gran visión regula todas las demás visiones halladas en la Biblia.
Dios únicamente desea que nosotros le comamos; Él no desea que hagamos nada más. Siempre y cuando asimilemos a Dios en nuestro ser, lo tenemos todo y todo lo demás puede lograrse. En todo el universo no hay nada más crucial que esto. La Biblia muestra que después que Dios creó al hombre, lo puso frente a Sí mismo, el árbol de la vida, a fin de que el hombre le recibiera como alimento. Dios se presentó al hombre en forma de alimento para que éste le disfrutara. La única intención de Dios, Su deseo, es que el hombre le coma y le beba diariamente.
En nuestra mentalidad natural jamás tendríamos este pensamiento. Nosotros pensamos en cómo servir a Dios y hacer cosas para Él. Es difícil para nosotros desechar este concepto. No sabemos que lo que Dios quiere es que le disfrutemos. El cristianismo necesita ver esta visión. Todos los hijos de Dios necesitan ver esta visión. En la época de Martín Lutero, el cristianismo promovía la práctica del ascetismo y de hacer buenas obras a fin de agradar a Dios y ser justificados por Él. Sin embargo, un grupo oculto de creyentes experimentaba la justificación por la fe y no por obras, pero la verdad en cuanto a la justificación por la fe no se enseñaba.
Hoy lo que más prevalece en el cristianismo es la idea de que el hombre debe servir y adorar a Dios con gran celo. Incluso la gente del mundo tiene el concepto natural de que los cristianos son personas que adoran a Dios y le sirven celosamente. Prácticamente todo el mundo tiene este concepto. Aunque algunos creyentes disfrutan a Dios como vida de una manera oculta, la mayoría de los creyentes no tienen el concepto de que se puede disfrutar a Dios. Lutero en su época declaró que el hombre es justificado, aceptado, por Dios no por obras, sino por la fe. Dios necesita que algunos en estos días se levanten y proclamen: “Hermanos, Dios no tiene la intención de pedirnos que hagamos algo para Él. Dios desea ser nuestro alimento. Él desea que nosotros le comamos y le disfrutemos”.
Dios quiere que le tomemos como alimento. Él no quiere que nosotros le adoremos ni seamos celosos por Él; lo que Él desea es que nosotros le comamos y le disfrutemos. Debemos hablar de esto a fin de cambiar el concepto que tiene el cristianismo. Éste es el propósito de Génesis 2. Más aún, la Biblia concluye hablándonos del deseo que Dios tiene de ser el alimento del hombre. Al final de Apocalipsis vemos el árbol de la vida y el río de agua de vida.
Lo primero que Dios le mostró a Adán fue el alimento. Dios quería que Adán comiera. Ésta ha sido la intención de Dios en los pasados seis mil años. Dios quiere que el hombre le coma como el árbol de la vida. Dios no quiere que el hombre haga nada más. La relación que Dios tiene con los hijos de Israel en el Antiguo Testamento revela este asunto del comer. El cordero pascual y el pan sin levadura le fueron dados al pueblo de Dios para que ellos los comieran. El maná les fue dado para que lo comieran y la ofrenda diaria de paz también les fue dada para que la comieran. Después que los hijos de Israel entraron en la tierra de Canaán, todo el producto de la tierra era para el disfrute de ellos.
Cuando Dios rescató a los hijos de Israel de Egipto, Él no les pidió que hicieran esto o aquello. En vez de ello, Dios quería que ellos comieran el cordero pascual y el pan sin levadura. Después, mientras los hijos de Israel viajaban por el desierto, Dios quería que ellos comieran el maná y bebieran del agua que fluía de la roca herida. Dios quería que los hijos de Israel entraran en la tierra de Canaán por la fe. Canaán era una tierra que fluía leche y miel; era una tierra donde ellos podían comer y beber. Sin embargo, los israelitas no entendieron el deseo de Dios, sino que querían hacer cosas para Dios. Esto obligó a Dios a darles la ley a fin de mostrarles que ellos no podían hacer nada para agradarle. Es difícil para la mente humana desechar el concepto de hacer cosas. Pese a lo que Dios diga, el hombre aún quiere hacer algo para Dios. Por consiguiente, Dios les dio la ley a los hijos de Israel, a fin de que se dieran cuenta de que no podían agradar a Dios. Después que Dios decretó la ley, los hijos de Israel no pudieron guardarla.
Cuando Dios se hizo carne y habitó entre los hombres, las preguntas que las personas le hacían principalmente tenían que ver con las obras que debían hacer (Jn. 6:28). La gente pensaba que el Señor había venido de parte de Dios para ser su maestro. Por consiguiente, sus preguntas estaban relacionadas con hacer cosas y realizar obras. Pero el Señor dijo: “Yo soy el pan de vida” (v. 35), y: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre” (v. 51). El Señor vino a la tierra como el pan de vida. Él no vino a enseñar a la gente lo que debía hacer, sino que vino para que la gente le comiera. Él vino para que el hombre pudiera tener vida (10:10). El Señor vino en forma de alimento a fin de entrar en las personas y darles vida.
Cuando nosotros nos acercamos al Señor, ¿debemos preguntarle qué hacer, o debemos comerle como nuestro alimento? Diariamente necesitamos comerle y disfrutarle. Ésta debe ser nuestra visión. Nuestra vida y nuestra obra deben ser regidas por esta visión. En el pasado nuestra obra estuvo regida por nuestro concepto natural. A menudo les decíamos a las personas que hicieran cosas para Dios. Raras veces les impartíamos a Dios, es decir, raras veces les ministrábamos a Dios para que ellas lo disfrutaran. Raras veces dirigimos a otros a que comieran a Dios.
Al final de Mateo 21 se encuentra la parábola de la viña, y en el capítulo 22 tenemos la parábola de la fiesta de bodas. La parábola al final del capítulo 21 representa la labor de las personas bajo la ley del Antiguo Testamento, labor que consistía en plantar, cuidar y podar la viña a fin de darle a Dios una cosecha. La parábola al comienzo del capítulo 22 es acerca de un rey que preparó una fiesta de bodas para su hijo e invitó a la gente a la fiesta. La parábola del capítulo 21 nos habla de gente que labora, y la parábola del capítulo 22 nos habla de una fiesta. La primera parábola se refiere al Antiguo Testamento, que está bajo la ley, y la otra parábola se refiere al Nuevo Testamento, que está bajo la gracia.
Dios originalmente no tenía la intención de dar la ley; la gracia era Su intención original. La intención original de Dios no es que hagamos cosas para Él, sino que le disfrutemos al comerle y beberle. En la parábola del hijo pródigo en Lucas 15, el trabajo del hijo después que dejó a su padre era dar de comer a los cerdos. Cuando regresó a su padre, él le dijo: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros” (v. 19). Ser un jornalero, un siervo contratado, es algo que tiene que ver con laborar. Pero el padre le dijo: “Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este mi hijo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado” (vs. 23-24). El becerro gordo representa a Dios en el Hijo dado al hombre para que le disfrute. Los creyentes que sirven a Dios deben permitir que esta visión regule su obra.
Es menester que veamos esta visión fundamental: Dios no quiere que nosotros hagamos nada para Él. Dios sólo tiene una intención: Él desea darse a nosotros como alimento a fin de ser nuestra vida. Permítanme repetirlo: Dios quiere darse a Sí mismo como alimento a fin de ser nuestra vida. Si no vemos esta visión, no tendremos un conocimiento claro acerca de la vida. Si deseamos conocer la vida, necesitamos que Dios abra nuestros ojos y nos permita ver que Dios vino para ser nuestro alimento.
(
Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El, capítulo 2, por Witness Lee)