A ENGENDRAR LE SIGUE
EL NUTRIR Y ENSEÑAR
Un niño nacido a término nace después de estar en el vientre de su madre por nueve meses, pero los doctores también saben que un niño nacido después de tan solo seis meses y medio también puede vivir. No obstante, sea que un niño nazca a término o de forma prematura, morirá si usted lo descuida después del nacimiento. El error que cometemos en lo que practicamos hoy en día es que descuidamos de las personas después de bautizarlas, del mismo modo que alguien podría descuidar de un niño después del nacimiento. Engendrar pero no nutrir es nuestra mayor falta.
Después que un niño nace, él tiene que ser nutrido para que crezca apropiadamente. Cuando mi hija menor tuvo su primer niño, tanto mi esposa como yo estábamos muy contentos cuando fuimos al hospital para verlos. Esperábamos que el niño estuviese saludable y gordito. Pero cuando fuimos a la guardería, hallamos que era muy pequeño. Mi esposa y yo nos miramos, pensando: “¿Cómo puede sobrevivir este bebé? ¿Habrá alguna esperanza de que viva?”. Sin embargo, hoy él ha crecido muy bien; es alto y fuerte, y ganó el primer lugar en fútbol escolar. Aunque nació débil, hoy en día está saludable y fuerte porque cuidaron de él apropiadamente y lo alimentaron de modo que creció hasta ser un niño tan grande. En estatura, peso y fuerza, él sobrepasa muchos de su edad. Por ende, el nutrimiento es un asunto muy importante.
Un niño, después de nacer, no sólo debe ser nutrido, sino también instruido. De este modo, él puede crecer y convertirse en un adulto. Por lo tanto, después que una persona es bautizada, lo primero que debemos hacer es concertar un acuerdo, diciendo: “De ahora en adelante te visitaremos frecuentemente en tu hogar, llevando la reunión a ti”. Usted entonces debe ser fiel en alimentarlo, en visitarlo cada semana, cincuenta y dos veces al año, después de su bautismo. Si usted pone en práctica esta manera de proceder, ¿cree usted que esta persona que ha sido bautizada será salva o no? Alguien podría decir: “Él no era salvo cuando fue bautizado, pero fue salvo luego del bautismo mediante nuestro nutrimento y nuestra enseñanza hasta que estuvo claro”. Es posible que él haya estado claro acerca de la salvación sólo después de cierto tiempo, pero su necesidad de llegar a estar claro es meramente el criterio de usted. A los ojos de Dios, no existe tal criterio. La Palabra de Dios dice que si el evangelio es predicado a un pecador, y él lo recibe, se arrepiente, confiesa, cree en el Señor Jesús y también ora, entonces a los ojos de Dios, él es salvo. Su espíritu ha sido regenerado.
En realidad, la verdad acerca de la salvación no es sencilla. Según la Biblia, la salvación es bastante complicada; ésta conlleva un procedimiento, un proceso. Existe la salvación del espíritu (Jn. 3:5-6), la salvación del alma (1 P. 1:9) y la salvación del cuerpo (Fil. 3:21; Ro. 8:23). Si usted me pregunta hoy: “¿Ha sido usted salvo?”, yo tendría que preguntarle qué quiere decir. Mi espíritu ya ha sido regenerado y salvo, mi alma está experimentando la transformación en el proceso de la salvación, pero mi cuerpo todavía es el cuerpo de un viejo hombre chino sin cambio alguno, y aún no ha sido salvo. En esta era podemos recibir la salvación de nuestra alma. La salvación y redención de nuestro cuerpo no se llevarán a cabo hasta que el Señor Jesús regrese. En aquel momento nuestra salvación estará completa.
(Levantarnos para predicar el evangelio, capítulo 6, por Witness Lee)