SER VÍRGENES QUE AMAN FERVIENTEMENTE
AL SEÑOR Y ESCLAVOS QUE SIRVEN
FIELMENTE AL SEÑOR
En seis mil años de historia humana, ninguna filosofía, doctrina, teoría o cualquier otra religión ha sido tan prevaleciente como el evangelio cristiano. Hoy las personas pueden hablar de muchas cosas y ensalzarlas, pero finalmente, con el paso del tiempo nada permanece. Sin embargo, éste no es el caso con el evangelio predicado por los cristianos. Independientemente de cómo las personas menosprecien, ignoren y se opongan al evangelio e incluso ataquen y persigan a quienes predican el evangelio, el evangelio se sigue propagando. El evangelio se propagará por toda la tierra y ganará muchos creyentes. Muchos de nosotros podemos testificar que no somos insensatos, mas hemos escuchado el evangelio y hemos creído en él, y predicamos y hablamos Jesús cada día.
No sólo creemos en el Señor, sino que también le amamos. En Himnos, #95, las primeras dos líneas de la estrofa 2 dicen: “Te amo tanto que no sé / Tal éxtasis domar”. Luego, la estrofa 4 dice: “Que arda en mí Tu gran amor, / Con fuerza y sin parar, / Hasta que toda escoria en mí / Se pueda incinerar”. Amamos al Señor, y también le pedimos al Señor que nos queme; en esto consiste ser cautivados por el Señor. Estas palabras nos dan una sensación de dulzura, aunque no son ricas en filosofía, tales como: “El principio del gran aprendizaje es cultivar la virtud resplandeciente”. Cuando comencé a obrar por el Señor, yo ardía con amor por el Señor y por la predicación del evangelio. Después de más de cincuenta años, la dulzura en mi interior todavía aumenta y mi gozo es rebosante. Siento dulzura incluso mientras como y duermo. Ésta es la diferencia entre los cristianos y los que no son cristianos. No aceptamos una religión; más bien, creemos en el Señor. No somos supersticiosos; más bien, disfrutamos de la “súper-dulzura”. Cuanto más creemos, más dulces nos sentimos, y la dulzura llega a ser tan grande que incluso nos volvemos “locos” por Él.
En Mateo 25 el Señor comparó a Sus creyentes con vírgenes y esclavos, lo cual indica que Él desea que seamos vírgenes que le aman y esclavos que son fieles así como Él es fiel. Él siembra cada día. Únicamente los esclavos que son malos y perezosos no ven esto y dicen que Él desea que sieguen donde Él no sembró. Consideremos tranquilamente cómo vinimos a los Estados Unidos. Si no fuera por la situación mundial en la actualidad, no hubiésemos venido y no hubiésemos tenido la necesidad de venir. De hecho, si no fuese por el progreso en la tecnología tal como la producción del avión 747, estaríamos trayendo miseria sobre nosotros mismos si viniésemos lentamente por barco. ¿Quién causó la situación compleja y el progreso tecnológico? El Señor lo hizo.
El Señor no sólo es soberano sobre las situaciones a fin de traer los chinos a los Estados Unidos, sino que Él también abre sus corazones de modo que el evangelio pueda entrar. Muchos chinos en los Estados Unidos están especialmente interesados en dos clases de negocios: el negocio de restaurantes y el negocio “de las iglesias”. Tan sólo en el condado de Orange ya hay veintinueve “iglesias” chinas establecidas que predican a Jesucristo. No era fácil tener tal situación hace treinta años, pero ahora es fácil. Esto no es algo que usted o yo pudimos haber hecho; sólo el Señor puede hacer esto.
Por lo tanto, ya no deberíamos decir que el Señor no sembró. Ahora mismo el campo está listo, pero los obreros son pocos. Esto requiere que usted y yo nos levantemos para segar el campo como Sus esclavos fieles. El Señor mismo siembra, pero Él nos da la tarea de segar. Cuando salimos y predicamos el evangelio hoy, no sembramos sino que segamos y recogemos.
(Levantarnos para predicar el evangelio, capítulo 2, por Witness Lee)