Levantarnos para predicar el evangelio, por Witness Lee

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LOS CUATRO ELEMENTOS CRUCIALES DE UNA REUNIÓN: EL ESPÍRITU, LA PALABRA, LA ORACIÓN Y EL CANTAR

Deberíamos manifestarse el ejercicio de estos cuatro asuntos no sólo en las reuniones de hogar, sino también en las reuniones grandes. En nuestras reuniones grandes no se halla el ejercicio adecuado de estos cuatro asuntos. Estamos especialmente deficientes en cuanto al ejercicio de nuestro espíritu. Cuando la iglesia en Los Ángeles se reunía en Elden Hall, de 1967 a 1970, siempre que se aproximaba la hora de la reunión, los santos comenzaban a cantar mientras andaban por la calle. En aquellos días las reuniones comenzaban mientras los hermanos y las hermanas aún estaban en sus casas. Los santos comenzaban su reunión antes de salir de casa al cantar y orar. Las reuniones comenzaban oficialmente a las 7:30, pero antes de las 7:00 los santos entraban por grupos al salón de reunión, cantando y gritando con oraciones y la lectura de la Palabra espontáneas. Hoy en día los hermanos y las hermanas probablemente no están acostumbrados a esto. Algunos incluso quizás lo desprecien, preguntando: “¿Por qué hay tanto ruido? ¿Es esto adorar a Dios? ¿No es esto vociferar y gritar como en un juego de pelota o un concierto?”. No obstante, la Biblia dice claramente que deberíamos gritar de gozo y alabar en voz alta delante del Señor (Sal. 96:12; 98:8; 132:16; Is. 12:6).

A fin de que nuestros espíritus sean liberados, no podemos comportarnos de una manera demasiado apropiada. Nuestro comportamiento apropiado fácilmente mata nuestro espíritu. Por supuesto, no deberíamos ser salvajes y locos; esto resulta en el desorden y en la pérdida del dominio propio (Hch. 19:23-40). Sin embargo, estar callados es algo muerto; no es correcto. Gritar y saltar de forma desordenada es algo “alocado”; tampoco es correcto. No se trata de estar callados o de gritar y saltar, sino de la liberación del espíritu. Si el espíritu no es liberado, es incorrecto; si el espíritu es liberado, es correcto. En cuanto el espíritu es liberado, las personas son vivificadas y la reunión también es viviente. Si el espíritu no es liberado, las personas están en condición de muerte y la reunión también está muerta. Cuando algunas personas entran a una reunión, les dan a otros la sensación de que ellos están fríos y cubiertos de hielo, como bloques de hielo provenientes del océano Ártico. En tal caso, toda la reunión se vuelve fría. Hay otros que llegan a la reunión y hacen que toda la reunión sea calentada. Por tanto, la condición de la reunión depende completamente de nuestra condición individual.

Al igual que en las reuniones grandes, lo mismo ocurre en las reuniones de hogar. Éste es el caso especialmente cuando vamos a visitar a otros en sus hogares. Cada familia quizás tenga sólo tres o cuatro personas, o como mucho, cinco o seis. Si usted es alguien que está lleno del Espíritu y está rebosante del Espíritu, cuando usted entre a un hogar, todos podrán “oler el vino santo” que hay sobre usted y serán afectados por su pasión. Cantará himnos con entusiasmo, leerá la Palabra con entusiasmo y hablará con entusiasmo. Su entusiasmo tocará a otros, conmoverá a otros y hará que toda la reunión de hogar sea viviente.

El Espíritu, la Palabra, la oración y el cantar son los cuatro elementos cruciales propios de una reunión. No solamente deberíamos conocer la Biblia, conocer las verdades espirituales contenidas en nuestras publicaciones espirituales y ejercitarnos para tener un espíritu ferviente, sino que también necesitamos aprender a cantar buenos himnos. En cuanto a estos cuatro asuntos del Espíritu, la Palabra, la oración y el cantar, confieso que me puedo gloriar en los primeros tres, pero estoy deficiente con respecto al cantar, pues no puedo entonar bien. No obstante, curiosamente, no importa si usted incluso está desafinado; usted sencillamente debería ejercitarse para cantar fuertemente. Algunas veces usted no canta el himno correctamente, pero quienes son dotados en la música pueden aprender la canción correctamente después de seguirle a usted por un tiempo. A medida que él canta correctamente, usted también afina. Quizás los santos de mayor edad digan que es mucho pedir de ellos, incluso hasta “matarlos”. No deberíamos temer. Hacer algo que “nos mata” quizás resulte ser algo que salve nuestra vida. Cuando lo hacemos, funciona. Por lo tanto, necesitamos esforzarnos por aprender a cantar himnos.

(Levantarnos para predicar el evangelio, capítulo 6, por Witness Lee)