AFRONTAR LAS DIFICULTADES
QUE SURGEN EN LAS REUNIONES DE HOGAR
Permitir que el Señor crezca,
a fin de que aumente en nosotros
el peso espiritual de la vida
Para afrontar las dificultades que se presentan en la reunión de hogar, primeramente debemos ser personas respetables, personas que los demás tengan en alta estima. Aunque el anfitrión de hogar sea una persona exitosa, famosa, jubilada y de más de sesenta años de edad, cuando vayamos a su casa a conducir la reunión de hogar y estemos allí de pie o sentados delante de él, él debe formarse una buena opinión de nosotros. Debemos ser personas de peso espiritual y respetables. Incluso antes de abrir nuestra boca para decir algo, nuestra expresión, apariencia y postura debe comunicar a la gente que somos personas de peso. Esto es algo que no se puede comprar con dinero ni se obtiene en un solo día; más bien, es algo que requiere ser cultivado por un largo período.
Debemos ser personas respetables delante de los hombres. ¿De dónde proviene este peso? El peso que tengamos proviene primeramente de la vida y, en segundo lugar, de la verdad. Si crecemos en vida y procuramos la verdad diariamente y año tras año, poco a poco aumentará en nosotros el elemento de la vida de forma espontánea, y lo mismo sucederá con el elemento de la verdad. Así, llegaremos a ser personas de peso y gravedad. Según la Biblia, la vida es el Señor mismo y la verdad también es el Señor mismo. Por consiguiente, nuestro peso espiritual es el Señor mismo. Él está añadiéndose a nosotros cada vez más. La adición de la vida y de la verdad es la adición del Señor mismo. Cuando la gente nos observa, ya sea en nuestro modo de hablar o en nuestra conducta, no percibirán ninguna frivolidad porque hay peso en nosotros.
Este peso proviene del cambio que opera el Espíritu Santo en nosotros y de Su crecimiento gradual en nosotros desde el día de nuestra salvación. Si ustedes jóvenes van a casa cada semana o cada mes, sus padres se sentirán muy contentos de ver cómo han cambiado y crecido. Ellos no pensarán que ustedes están fingiendo ser algo que no son, debido a que expresan esta vida espontáneamente. Es como dice nuestro refrán: “La sinceridad interior se expresa exteriormente”. Desde que fuimos salvos, día tras día hemos venido creciendo en vida. Por consiguiente, en nosotros aumenta un peso que aquellos que nos rodean pueden percibir.
Las reuniones de hogar nos exigen aprender ciertas destrezas, como por ejemplo, cómo estudiar Lecciones de vida, cómo leer las Escrituras, cómo cantar los himnos y cómo hablar. Todas estas destrezas son necesarias; sin embargo, no son lo primordial. Lo más importante es si espontáneamente manifestamos ante los demás peso y gravedad. En cuanto otros nos vean, percibirán que somos personas de peso. Esto no es algo fingido sino espontáneo. La manera en que usted habla es espontánea, y en esta espontaneidad hay algo que tiene peso. Este peso no es algo superficial, sino algo interno; es el Señor mismo quien se ha añadido a nosotros.
Ejercitarnos para orar
y ser llenos del Espíritu Santo
Para ello, necesitamos orar y ser llenos del Espíritu Santo. Este Espíritu Santo es el Señor; por lo tanto, ser llenos del Espíritu Santo es ser llenos del peso del Señor. Todos sabemos que se requiere tiempo para que la vida crezca. El crecimiento no se logra de forma instantánea. Para producir flores artificiales no se requiere mucho tiempo. De la noche a la mañana se pueden producir mil macetas con flores artificiales. Sin embargo, cuando se siembran semillas de flores verdaderas, es necesario regarlas y echarles fertilizantes por dos o tres meses para que puedan empezar a crecer. Por lo tanto, en nuestra vida de iglesia todas las actividades deben redundar en que el peso aumente cada vez más en nosotros. Este peso y gravedad son muy útiles en las reuniones de hogar.
Hasta un ladrón muestra respeto por una persona de peso espiritual. Una vez una hermana de edad, quien era una misionera noruega, tomó una embarcación para ir de Shanghái a Tientsin, que está en el norte. En el camino, el barco fue atacado por unos piratas, quienes se habían armado con espadas y lanzas para robar el barco. Después que capturaron al dueño del barco y al capitán, los piratas asumieron el control y empezaron a dar las órdenes. Sin embargo, lo extraño fue que cuando ellos vieron a esa hermana anciana, todos le mostraron respeto porque ella era una mujer llena del peso de vida en el Señor. Finalmente, esta misionera noruega llegó a ser la “comandante en jefe” y todos los piratas le prestaban atención. Esto se debía a que ella era una persona de peso. Aun su propia presencia manifestaba mucho peso, lo cual hizo que los piratas la respetaran y escucharan.
Esto es lo más importante que debemos tener cuando vayamos a poner en práctica las reuniones de hogar. Ser joven no es un obstáculo; algunas personas son frívolas incluso cuando son mayores. Por lo tanto, independientemente de si somos jóvenes o viejos, cuando vayamos a poner en práctica las reuniones de hogar, lo primero que debemos recordar es que debemos ser personas de peso y que este peso debe aumentar en nosotros diariamente. Debemos seguir adelante y aprender lecciones en vida, y también aceptar toda índole de quebrantamiento, restricción y disciplina. Al adquirir este aprendizaje en vida —por lo cual somos liberados de los hábitos de nuestro comportamiento, nos separamos de la influencia de otros, nos ejercitamos para orar cada vez más y permitimos que el Señor nos llene—, con el tiempo llegaremos a ser personas de peso espiritual.
(
Llevar fruto que permanece, tomo 2, capítulo 2, por Witness Lee)