SER EQUIPADOS CON LAS ESCRITURAS
En primer lugar debemos ejercitar nuestro espíritu; luego, debemos invocar el nombre del Señor. Cuando combinamos estos dos, tenemos la oración. Entonces Dios puede manifestarse por medio de nosotros en nuestro vivir, y nosotros echamos mano de la vida eterna y permitimos que Cristo sea nuestra gracia. De este modo, llegamos al séptimo asunto en el que debemos ejercitarnos, que es ser equipados con las Escrituras. Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios (2 Ti. 3:16), es la exhalación de Dios. Para nosotros las Escrituras son la Palabra, pero en realidad ellas son la exhalación de Dios, la expresión de Dios mismo. Por consiguiente, hoy, cuando leemos la Biblia, debemos hacerlo de tal modo que respiremos. Dios exhala, y nosotros inhalamos. Mediante este exhalar e inhalar nosotros somos vivificados.
Nosotros no simplemente leemos la palabra de Dios, sino que la leemos con oración, es decir, oramos-leemos la palabra de Dios. Juan 3:16 dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. No debemos simplemente leer este versículo o memorizarlo. Esto únicamente hará que nuestra mente se vuelva complicada, y no nos dará vida. Debemos ejercitarnos para convertir este versículo en oración: “Oh Dios, Tú amas al mundo. Oh Dios, ¡Tú amas al mundo!”. Cuanto más oramos, más sentimos decir: “Oh Dios, Tú me amas. Gracias por amarme”. De este modo, somos vivificados y recibimos la vida contenida en la palabra. Orar-leer de esta manera es respirar. El hablar de Dios es Su exhalación, y nuestra lectura de Su palabra con un espíritu de oración es nuestra inhalación. Al inhalar y exhalar, recibimos vida.
(Llevar fruto que permanece, tomo 2, capítulo 11, por Witness Lee)