FORTALECER LAS REUNIONES DE HOGAR
DE TAL MODO QUE LAS PERSONAS
TOMEN LA DELANTERA
DE EJERCER SU FUNCIÓN ORGÁNICAMENTE
Las reuniones de hogar no sólo necesitan ser implementadas, sino también fortalecidas. No es suficiente tener una reunión una vez a la semana por media hora o cincuenta minutos según nuestro viejo método. Fortalecer las reuniones de hogar significa llevar a los nuevos creyentes a ejercer su función en las reuniones. En otras palabras, no debemos ser nosotros quienes conducimos la reunión. Nosotros no vamos allí para dirigir toda la reunión de principio a fin. Al contrario, les entregamos a ellos la reunión y dejamos que ellos tomen la delantera. En principio, nosotros estamos allí para fortalecerlos, apoyarlos y dejarlos dirigir la reunión y ejercer su función. Eso es lo que necesitamos fortalecer.
Después de reunirnos por varias semanas en un hogar, debemos dejar que los nuevos creyentes dirijan la reunión de forma activa, en lugar de tomar la delantera nosotros mismos. No es correcto que nosotros siempre tengamos que empezar la reunión de hogar. Debemos permitir que los nuevos creyentes empiecen la reunión y sean activos. Para ello se requiere mucha destreza. Una vez que ellos empiecen la reunión, ejercerán su función. Por supuesto, esto no es fácil, así como cocinar no es tan fácil como comer. Es fácil comer en un restaurante, pero cocinar es una molestia. A todos les gusta tomar el camino más cómodo. Sin embargo, un individuo o una familia que constantemente coma en restaurantes no tendrá una larga vida. A fin de que los nuevos creyentes puedan ser saludables y crecer, debemos invertir tiempo ayudándoles a que aprendan a cocinar por sí mismos.
Dios creó al hombre con diversas características naturales, y cada una de ellas tiene su requisito. Por ejemplo, una característica del hombre es que necesita comer. Si esta necesidad no es satisfecha apropiadamente, se convertirá en pecado; no obstante, la característica de comer en sí misma no es pecado. Asimismo, el hombre necesita beber cuando tenga sed. Ésta es otra característica natural y no es un pecado. Sin embargo, la adicción al vino es un pecado. Esto se aplica no solamente al hecho de comer o beber, sino también a otras cosas. Nuestro cuerpo necesita ejercicio, pero si el ejercicio se convierte en una concupiscencia, será excesivo y hará daño al cuerpo. Según las estadísticas, numerosos atletas famosos han muerto jóvenes porque se excedieron en el ejercicio y le causaron daño a su cuerpo. Una persona necesita hacer ejercicio apropiadamente a fin de obtener beneficios. Todo esto nos muestra que el hombre no puede llevar una vida que vaya en contra de las leyes creadas por Dios. Por consiguiente, por el bien de la salud y crecimiento de los nuevos creyentes, debemos ayudarles a guardar la “ley natural del comer” al ayudarlos a ejercer su función en las reuniones.
(Llevar fruto que permanece, tomo 2, capítulo 3, por Witness Lee)