Llevar fruto que permanece, tomo 2, por Witness Lee

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EJERCITAR EL ESPÍRITU

Pablo no habló de Dios simplemente de forma doctrinal; en vez de ello, él quería que nosotros disfrutáramos a Dios, lo experimentáramos y lo expresáramos en nuestro vivir a fin de estar con Dios. Esto no tiene que ver en absoluto con la doctrina, sino con nuestra experiencia y disfrute. Por esta razón, el primer punto que mencionaremos es el ejercicio de nuestro espíritu. En 2 Timoteo 1:7 se nos dice: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de cordura”. La palabra poder se refiere a nuestra voluntad, amor a nuestra parte emotiva, y cordura a nuestra mente. Esto indica que tener una voluntad fuerte, una parte emotiva llena de amor, y una mente cuerda y sensata está estrechamente relacionado con el hecho de tener un espíritu fuerte.

El hombre está compuesto de tres partes, a saber: espíritu, alma y cuerpo. En nuestra alma se encuentra nuestra personalidad, nuestra persona, la cual también se compone de tres partes: la mente, la parte emotiva y la voluntad. Esto es muy maravilloso. Dios es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— y el hombre es un ser tripartito compuesto de espíritu, alma y cuerpo. Además, el alma del hombre, su personalidad, también se compone de tres partes, las cuales no deben divorciarse de su espíritu. El alma, que está compuesta de la mente, la parte emotiva y la voluntad, rodea el espíritu. Cuando el espíritu desea salir y manifestarse, la voluntad del alma debe ser fuerte, y la parte emotiva del alma debe ser llena de amor. Asimismo, a fin de que el espíritu pueda pasar a través de la mente, ésta debe ser cuerda y sensata.

La palabra cordura tiene un profundo significado en griego. Significa que la mente no sólo debe ser clara y capaz de comprender, sino también equilibrada e imparcial, sin dar importancia a ciertos asuntos al grado de desatender otros. Hoy en día, la gente del mundo está enferma en este aspecto. Incluso podríamos afirmar que casi todo el mundo tiene problemas con respecto a su condición mental. Esto se debe a que las mentes de todas las personas están desequilibradas. Muchas personas duermen demasiado, mientras que otras trabajan demasiado para ganar dinero. Ambas carecen de equilibrio. Ya sea en el asunto de ganar dinero o en el dormir, si una persona no es capaz de controlarse, debe tener algún problema relacionado con su condición mental. Los que se desviven por los zapatos, prestan exagerada atención a los peinados modernos o les encanta la comodidad y a la vez detestan trabajar, son personas cuyas mentes carecen del debido equilibrio. Si la mente es equilibrada, todo lo demás será equilibrado y regulado. Todos necesitamos ser equilibrados.

Tener cordura no sólo significa ser equilibrado, sino también tener dominio propio, ser dueño de sí mismo. Una persona equilibrada es alguien que tiene completo dominio de sí misma, alguien que es capaz de restringirse. La gente del mundo hoy está enferma, pues no es capaz de controlarse a sí misma. Se han desviado porque su mente es desequilibrada y su espíritu no es lo suficientemente fuerte para regir y gobernar su mente. Ésta es la condición de la era presente. El propósito de nuestro entrenamiento es conducirnos de regreso al camino correcto, que consiste en que ejercitemos nuestro espíritu, a fin de que nuestro espíritu sea lo suficientemente fuerte para regir y gobernar nuestra mente. Si queremos que nuestra mente sea equilibrada, necesitamos tener un espíritu fuerte.

Por un lado, nuestro espíritu necesita ser fuerte y, por otro, necesita también ser lleno de amor. Algunas personas aman sin ningún estándar de moralidad. Aman las cosas buenas, las malas, las correctas y las incorrectas. Aman imprudentemente, sin ningún equilibrio. Esto se debe a que su espíritu no es lo suficientemente fuerte. Si su espíritu fuera fuerte, daría equilibrio a su amor. Algunas personas son tan fuertes que no tienen mucho amor. Ser fuerte sin tener amor también es desequilibrado. Un proverbio chino dice así: “Sé fuerte y suave en tu trato con los demás”. La suavidad en el trato está relacionada con el amor. Debemos ser fuertes pero tiernos y amorosos; de este modo, seremos equilibrados. Este equilibrio se halla en nuestro espíritu.

Debemos ejercitar nuestro espíritu para permitir que éste pueda manifestarse. La manera en que ejercitamos nuestro espíritu es invocar: “¡Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. Cuando hacemos esto, somos equilibrados. Los que suelen bromear, dejarán de bromear; los que suelen hablar sin parar, dejarán de hablar, y los que no se sienten gozosos, empezarán a sonreír. Invocar: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!” es ejercitar nuestro espíritu. Esto hace que nuestra mente obtenga el debido equilibrio.

A menudo hablamos de la presencia del Señor, pero casi todo el cristianismo ha descuidado la clave para disfrutar de la presencia del Señor. Ellos no han visto cuánto el Señor puede estar con nosotros de manera práctica. En 2 Timoteo 4:22 se nos dice dónde está la presencia del Señor. Este versículo dice: “El Señor esté con tu espíritu”. Esto nos muestra que la presencia del Señor está en nuestro espíritu.

Muchos teólogos y estudiosos de la Biblia trazan rectamente la verdad, pero nunca han visto que la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, nos dice que el hombre tiene un espíritu y que hoy el Señor es el Espíritu que está en nuestro espíritu. Hay tres versículos en el Nuevo Testamento que mencionan al Espíritu de Dios junto con el espíritu humano. El primero de ellos es Juan 3:6 que dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Aquí se mencionan dos espíritus: el primero es el Espíritu de Dios, y el segundo es nuestro espíritu. Luego 4:24 del mismo libro dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Los traductores de la Biblia en chino, temiendo que las personas no fueran a entender estas palabras, añadieron la palabra corazón antes de espíritu: “Los que le adoran, en corazón-espíritu”. Esto hace que el versículo sea aún más difícil de entender. ¿Es éste el corazón o el espíritu? De igual manera, los primeros traductores de la Biblia en chino añadieron la palabra alma antes de espíritu. Esto también causó mucha confusión. ¿Es el espíritu o el alma? A fin de que las personas tengan el entendimiento correcto, necesitamos tener la traducción apropiada de este versículo. El tercer versículo es Romanos 8:16, que dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Todos estos versículos nos muestran que Dios está en nuestro espíritu.

Quizás alguien pregunte por qué el hombre necesita un espíritu; ¿no es suficiente con que tenga un corazón? Esta pregunta tiene una respuesta sencilla. Podemos usar el ejemplo de comer algo sabroso. El corazón es el que desea comer ese alimento especial; sin embargo, no podemos ver ni ubicar nuestro corazón. Con nuestro corazón no podemos recibir esa comida ni ingerirla. Lo único que podemos hacer con el corazón es desearla; no podemos recibirla. Nuestro corazón desea esa merienda, pero debemos usar nuestra mano para recibirla y nuestra boca para comerla. Por lo tanto, necesitamos estas tres cosas —el corazón, la mano y la boca— para que la merienda finalmente entre en nuestro organismo. De la misma manera, el corazón del hombre únicamente puede desear y amar al Señor, pero no puede recibirlo. El espíritu del hombre es el que recibe al Señor. Nuestro corazón es el órgano con el cual amamos, mientras que nuestro espíritu es el órgano con el cual recibimos.

En Ezequiel 36:26 el Señor dijo que les daría a los hijos de Israel un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Si el corazón y el espíritu fueran una misma cosa, lo dicho por el Señor aquí no tendría sentido. Este pasaje claramente nos dice que Dios nos da dos cosas: un corazón y un espíritu. Finalmente, el Espíritu de Dios también debe entrar en nosotros. Cuando el Espíritu de Dios entra en nosotros, Él entra en nuestro espíritu, no en nuestro corazón.

Todos sabemos que el Señor está con nosotros, pero ¿de qué manera está Él con nosotros? Me temo que muchas personas no saben la respuesta a esta pregunta. Pablo le dijo a Timoteo: “El Señor esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). Esto claramente muestra que el Señor está con nosotros, no en nuestra mente ni en nuestro corazón, sino en nuestro espíritu. Usemos nuevamente el ejemplo de comer. Cuando la comida entra en nosotros, no entra a nuestra mente, sino a nuestro estómago. Nuestro estómago es el órgano en el cual recibimos la comida. Todos sabemos que el Señor es el pan de vida, pero muchas personas no saben cómo comer este pan ni en qué parte de su ser entra dicho pan. El Señor es el pan de vida, y el Señor es el Espíritu. Si el Señor no fuera el Espíritu, ¿cómo podría Él entrar en nosotros como el pan de vida? Si Él no fuera el Espíritu, no podría morar en nuestro espíritu.

Lo primero que debemos hacer nosotros los que servimos al Señor es ejercitar nuestro espíritu. Las doctrinas son inútiles; lo único que puede ayudar a las personas es la experiencia. Por consiguiente, es muy importante que tengamos la experiencia de ejercitar nuestro espíritu. Debido al gran número de personas que hay en la vida de iglesia es muy difícil evitar que haya fricciones, así que es posible que sin proponérnoslo miremos a las personas con caras largas. Asimismo, a menudo suceden cosas que nos alegran en la vida de iglesia, por lo que podemos reírnos a carcajadas de manera indisciplinada. Ninguna de estas reacciones es del espíritu, y nosotros mismos no estamos en el espíritu cuando hacemos estas cosas. La manera descontrolada en que nos reímos cuando estamos contentos se origina en el alma, y la cara larga que mostramos a los demás cuando estamos descontentos también se origina en el alma. No es que tengamos dos almas; tenemos una sola alma pero con diferentes caras. No piensen que cuando el alma sonríe, esa sonrisa proviene del espíritu; no, sigue siendo el alma solamente. Una cara larga con el ceño fruncido es una de las manifestaciones del alma, y una cara con una sonrisa es otra de las manifestaciones del alma. Ejercitar verdaderamente el espíritu consiste en no reírnos ni llorar cuando el espíritu no está riendo ni llorando. En otras palabras, todo nuestro andar y comportamiento debe hallarse bajo el control del espíritu. Ejercitar el espíritu es permitir que el espíritu tenga el control.

Por naturaleza, las hermanas derraman lágrimas con facilidad. Si usted desea algo de las hermanas, la mejor forma de obtenerlo no es decir mucho, sino derramar lágrimas delante de ellas. Así, ellas ofrecerán su ayuda enseguida. Sin embargo, los hermanos tienen una mente complicada semejante a la de Judas. Cuando María ungió al Señor Jesús, Judas hizo cálculos en su mente y preguntó: “¿Por qué no fue este ungüento vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?” (Jn. 12:5). Esto es un retrato de los hermanos, quienes tienen mentes calculadoras. Por consiguiente, cuando usted vaya a ver a los hermanos, debe ser racional y capaz de dar explicaciones claras.

Sin embargo, a las hermanas no les importa mucho que les den explicaciones precisas. En la vida familiar a menudo surgen disputas porque el esposo lleva cuentas muy claras, mientras que el modo de pensar de la esposa es confuso. Así, estas dos versiones no pueden conciliarse. Sin embargo, si los esposos son listos, derramarán unas pocas lágrimas delante de sus esposas. Por su parte, las esposas deben ejercitar sus mentes para razonar claramente. Si hacen esto, el esposo y la esposa se llevarán mucho mejor. Éste es el secreto para mantener una buena relación matrimonial y de llevar una vida pacífica. Sin embargo, nosotros ahora somos personas salvas. Ya sea que seamos esposos o esposas, debemos ejercitar nuestro espíritu. Si el espíritu desea reír, debemos reír; si desea llorar, debemos llorar; y si desea callar, no debemos abrir nuestra boca. La clave para nuestro andar diario es el espíritu. Nada funciona sin el espíritu, pero con el espíritu todo funciona. Por lo tanto, todos debemos ejercitar nuestro espíritu.

(Llevar fruto que permanece, tomo 2, capítulo 11, por Witness Lee)