Llevar fruto que permanece, tomo 2, por Witness Lee

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PREDICAR EL EVANGELIO, HACIENDO HINCAPIÉ EN EL ASUNTO DEL PECADO

Debemos prestar atención al hecho de guiar a los nuevos creyentes a confesar sus pecados delante del Señor. En las reuniones hemos escuchado muchos testimonios de cómo las personas fueron salvas, pero no es común escuchar a alguien testificar que sentía que era pecaminoso, que confesó sus pecados delante del Señor y que creyó que la preciosa sangre que derramó el Señor Jesús en la cruz por él lo limpió de todos sus pecados. Es raro que alguien testifique acerca de esto. Ésta es una gran deficiencia en nuestra predicación del evangelio. Por lo tanto, cuando contactemos a los nuevos creyentes, ya sea antes o después del bautismo, debemos dedicar un buen tiempo para tener comunión con ellos acerca del asunto del pecado, a fin de que tengan un sentimiento apropiado al respecto.

Las personas deben entender que en la Biblia la primera palabra del evangelio es “arrepentíos” (Mt. 3:2). El día de Pentecostés, después que la multitud oyó el evangelio predicado por Pedro, le preguntaron a éste: “¿Qué haremos?”. Pedro entonces les dijo: “Arrepentíos” (Hch. 2:37-38). Por supuesto, el método que hemos descubierto de usar El misterio de la vida humana para predicar el evangelio es correcto, pero esta publicación es simplemente útil para abrir la puerta. Podemos comparar esto a quitarle el corcho a una botella; después de abrir la botella, debemos estudiar muy cuidadosamente cuál debe ser el contenido de la botella. El primer elemento que debemos poner en el hombre es el arrepentimiento para que sepa que es pecaminoso. Esto es algo que nos hizo falta en el pasado, y ahora todos debemos suplir esta carencia. Debemos aprender cómo guiar a las personas al arrepentimiento, cómo ayudarles a que presten atención a su conciencia y a que perciban el sentir interior. Por ejemplo, si alguien fue deshonesto y ofendió a sus padres, hermanos y hermanas, ciertamente no podemos reprenderlo cara a cara. En vez de ello, primero debemos orar delante del Señor. Luego, cuando vayamos a predicarle el evangelio, debemos aprender cómo guiarlo al arrepentimiento y a sentirse convencido de pecado. Cuando el Espíritu venga, Él convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8). La palabra griega traducida convencer es difícil de traducir; denota un exhaustivo arrepentimiento y confesión, así como la condenación del yo. Esto es algo que hace falta en nuestra predicación del evangelio, y tenemos que esforzarnos por suplir esta carencia.

(Llevar fruto que permanece, tomo 2, capítulo 1, por Witness Lee)