CINCO PUNTOS CRUCIALES
EN CUANTO A LA COMUNIÓN DEL CUERPO
No hacer distinciones en la comunión
Veamos ahora cómo debemos tener comunión. En primer lugar, al tener comunión debemos tener cuidado de no hacer distinción entre quién tiene más experiencia y quién es joven. Si tenemos comunión únicamente con aquellos que tienen más experiencia y no con los hermanos más jóvenes, sufriremos mucha pérdida. Nunca debemos menospreciar a los hermanos y hermanas más jóvenes. Aunque tal vez pensemos que ellos no pueden brindarnos ningún suministro, ellos ayudan a que las células sanguíneas espirituales circulen. Podríamos compararlos con un estímulo espiritual; cuando tenemos comunión con ellos, nuestras células sanguíneas empiezan a “correr” en una pista, y nosotros recibimos el suministro. Nunca debemos ser orgullosos al punto de pensar que somos experimentados y que los hermanos que recién se han bautizado no pueden entender nuestras necesidades, y que, por lo tanto, no necesitamos tener comunión con ellos. Si mantenemos esta actitud, interiormente estaremos muertos. Cuando tenemos comunión con los creyentes recién salvos, con aquellos que tienen poco tiempo de haber sido bautizados, podemos recibir un fresco suministro y ser refrescados. Lo maravilloso es que podemos pensar que estamos ayudando a otros cuando les enseñamos, pero en realidad somos nosotros quienes recibimos la ayuda de ellos. Por consiguiente, el primer punto que debemos tener en cuenta es que nunca debemos hacer distinciones en la comunión.
La comunión depende
del nivel de vida
En segundo lugar, aunque no debemos hacer distinciones cuando tenemos comunión, sí debemos tener en cuenta el asunto del grado de comunión que podemos tener. Podemos tener comunión y recibir el suministro de parte de cualquier hermano, en tanto que sea creyente. Sin embargo, debemos ver que a fin de comprender a otros, de entender su comunión y saber exactamente de lo que están hablando, necesitamos tener cierta medida de vida. Algunas personas son profundas en el Señor, mientras que otras son superficiales. Así que, si bien es posible que haya un mutuo entendimiento en la comunión, también es posible que haya una carencia. Es posible que una persona entienda nuestra experiencia, y que otra no la entienda. Aunque una persona puede estimular la circulación de la sangre espiritual, otra no puede responder de forma específica a la comunión, porque no ha llegado a ese nivel.
Por esta razón, si usted tiene comunión conmigo, es posible que no logre comunicarse en ciertas áreas, debido a que yo no lo puedo entender, especialmente si no he pasado por las mismas experiencias suyas, y si mi vida no ha llegado a su nivel de vida. Por lo tanto, usted puede ser como un profesor universitario que conversa sobre matemáticas con un niño de jardín de infancia. Nos podremos entender mientras hablemos de lo que es uno más uno, pero si el tema cambia a álgebra y geometría, yo no sabré qué responder. Es posible que me encuentre con un hermano que fue bautizado la semana pasada, y le diga: “¡Alabado sea el Señor, usted es salvo!”, y luego él conteste: “¡Es cierto, soy salvo!”. Él puede entender esto; sin embargo, si le hago una pregunta más profunda, como por ejemplo, cómo el Señor vive en él, se sentirá confundido y perplejo.
Esto muestra que puede haber limitaciones en la comunión. Yo tengo muchos años de ser salvo, pero debido a que este hermano tiene menos de un mes de haber sido bautizado, él aún no ha avanzado en la experiencia de vida tanto como yo. Aunque podemos tener comunión, nuestra comunión será limitada. Por lo tanto, todo el que procure tener comunión no debe ignorar el aspecto del crecimiento en vida. Estos dos asuntos, la comunión y el crecimiento, tienen una relación de causa y efecto. Debido a que hay vida, hay comunión; y debido a que hay comunión, la vida puede crecer. Cuanto más crezca la vida, más comunión habrá; y cuanta más comunión se tenga, más crecerá la vida. Esto es un ciclo de vida. Por consiguiente, no sabríamos decir si la comunión viene antes o después del crecimiento. Estos dos asuntos están conectados entre sí.
Si todos los hermanos y hermanas de la iglesia, quienes son miembros los unos de los otros, crecen de esta manera, nuestra comunión será como el agua que hierve en una olla. Cada vez que nos reunamos, el que esté en medio nuestro será “hervido” y “quemado”. Como consecuencia, todos sentirán como si les hubieran arrancado al menos una capa de piel. Puesto que la reunión está “hirviendo”, el agua en la reunión siempre estará “hirviendo”, continuamente teniendo comunión y continuamente creciendo. Así que, cuando yo tenga comunión con usted, usted entenderá; y cuando usted tenga comunión conmigo, yo entenderé. Esta clase de actividad espiritual nos hace crecer en la vida divina. No obstante, si usted no puede entender cuando yo tengo comunión con usted, y yo no puedo entender cuando usted tiene comunión conmigo, entonces estaremos inactivos, y finalmente, el Cuerpo sufrirá pérdida. Por lo tanto, todos debemos asumir la responsabilidad de tener más comunión para que la vida pueda crecer.
(
Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 19, por Witness Lee)