LA AUTORIDAD DE DIOS
DEPENDE DEL ELEMENTO DE CRISTO
Tal vez algunos hermanos y hermanas piensen que mientras haya una iglesia, allí estará la autoridad. En realidad, esto no es así de sencillo. La norma de la iglesia es bastante elevada y rigurosa. A fin de satisfacer la norma de la iglesia es necesario que abandonemos el pecado, el mundo y la carne; también es necesario que seamos completamente aniquilados. Aunque hay opiniones entre las iglesias de Taiwán, hablando de un modo general, los santos están en unanimidad. Sin embargo, aún debemos confesar que no hemos visto mucho el asunto de la autoridad.
No hemos percibido lo suficiente la autoridad en las iglesias, debido a que en la iglesia abundan nuestra tolerancia, paciencia, mansedumbre, amabilidad u otras virtudes humanas. Todas estas virtudes proceden del hombre y pertenecen al hombre. Es posible que todas estas virtudes positivas simplemente sean elementos humanos. Si ésta es nuestra situación, la salvación de Dios en nosotros sigue siendo superficial y carece de profundidad. Nuestra persona, nuestro yo, debe ser subyugado, quebrantado y anulado por Dios porque en nosotros aún existen muchas cosas que no han sido edificadas sobre la roca que es Cristo y porque, de hecho, todas ellas son ajenas a Cristo.
Cuando elementos que son ajenos a Cristo están en nosotros, no puede estar presente la autoridad. Es posible que tengamos cosas buenas, recibamos alabanzas de los hombres, seamos dóciles y mansos, e incluso seamos fervientes en nuestra obra; sin embargo, no tenemos autoridad. La autoridad se halla en la iglesia, y la iglesia es sostenida por Cristo. En otras palabras, la iglesia es edificada sobre Cristo, y Cristo mismo es el material con el cual la iglesia es edificada. La medida en la que el elemento del “hombre” esté presente en la iglesia, en esa misma medida se reducirá la autoridad. La cantidad del elemento de Cristo que haya en nosotros determinará la medida de autoridad que tengamos. Es posible que algunos piensen que si oran mucho, tendrán mucha autoridad; esto está equivocado. Tal vez reciban un poco de poder después de haber orado, pero no recibirán autoridad. El verdadero poder se halla en la autoridad. Por favor, recuerden que la autoridad proviene de lo que se ha edificado sobre Cristo; la medida de autoridad que tengamos dependerá de cuánto hayamos sido edificados sobre Cristo.
Ser edificados sobre Cristo equivale a edificar con Cristo como el material. La medida de autoridad presente en la iglesia depende del grado al cual la iglesia haya sido edificada con Cristo como el material. No debemos desechar solamente las cosas negativas que hay en nosotros, sino también las cosas positivas. Debemos aprender a ser disciplinados y quebrantados por Dios. Esto no debe ser simplemente una cuestión de doctrina, sino de experiencia. A medida que el Señor nos ilumine, Él nos tocará poco a poco, para mostrarnos que algunas cosas que son buenas y correctas en nosotros no han sido edificadas sobre Cristo, es decir, no han sido edificadas con Cristo como el material ni tampoco por Cristo en nuestro interior. Tales cosas pueden ser buenas, pero proceden de nosotros, no de Cristo.
Algunos santos dicen que es difícil estar en unanimidad porque quienes son más hábiles y competentes no muestran mucho interés en ellos. Incluso si tuvieran esta clase de “unanimidad”, ello no tendría ningún valor. La verdadera unanimidad depende de cuánto hayamos sido tocados por Dios; si nuestra competencia, debilidad, capacidad o incapacidad ha sido tocada por Dios, tendremos la verdadera unanimidad. Únicamente aquella parte de nuestro ser que ha sido edificada sobre Cristo, es decir, edificada con Cristo como el material, tiene verdadero valor. Únicamente el área de nuestro ser que ha sido quebrantada por Dios está relacionada con la iglesia, y únicamente en dicha área está presente la autoridad: una esfera en la cual Dios gobierna.
(Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 2, por Witness Lee)