Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

EL CONTENIDO DE LA PLENITUD: LIBERTAD

En Juan 8:36 Jesús dijo: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Hay otro elemento hallado en la plenitud de Cristo, y es que libera a las personas. Creo que muchos de nosotros hemos tenido este tipo de experiencia. Cuando la condición de una iglesia local es normal, cuando una iglesia local es fuerte, las reuniones siempre harán que la gente se sienta liberada. Aunque es posible que interiormente nos sintamos oprimidos, atados, turbados e incapaces de levantarnos, muchas veces en la reunión de oración o en la reunión del partimiento del pan, todo nuestro ser es liberado, caen todas nuestras ataduras y obtenemos la verdadera liberación, pese a que en dichas reuniones no haya mucho hablar.

Hay un elemento en la reunión que hace que toquemos la libertad y eso nos da libertad. Esto no es algo que sólo se aplica a las reuniones, pues si los servidores, los hermanos responsables y los santos viven en la plenitud de Cristo y en el desbordamiento de Cristo, las personas se sentirán liberadas al tener contacto con ellos. Al relacionarse con ellos y conversar con ellos, las personas serán libertadas interiormente. Algunos pueden decir que esto es simplemente un efecto psicológico; sin embargo, los asuntos espirituales son más reales que cualquier otra cosa. Si Cristo ha ganado terreno en nosotros y esto puede manifestarse en nuestro vivir, comprobaremos que hay un poder en nosotros que es capaz de liberar a otros. En otras palabras, si permitimos que Cristo tome el terreno en nosotros, podremos liberar el espíritu de otros. Por otra parte, si nosotros mismos estamos atados, no podremos liberar a otros.

Supongamos que los ancianos de una iglesia local están atados, Cristo está ausente y el diablo ha entrado en la iglesia. Todos los santos de esa localidad estarán atados. Los ancianos, los diáconos y los santos estarán atados. Aun cuando vengan a la reunión y canten: “Aviva Tu obra, Oh Señor” (Hymns, #797), no serán liberados. No importa cuánto canten, la iglesia no será reavivada, y nadie experimentará liberación en esa reunión. Todos se sentirán restringidos y atados. Antes de entrar a la reunión, una persona que se sentía hasta cierto punto liberada, libre y tranquila, después de que se sienta y empieza a cantar “Aviva Tu obra, Oh Señor” en esa atmósfera, todo su ser estará atado, y no podrá moverse. Hemos experimentado esta clase de agonía. Mientras que orábamos en casa, nuestro espíritu estaba libre. Pero tan pronto como entramos en la reunión, todo nuestro ser fue atado, y la atmósfera de la reunión nos sofocaba. Cuando esto sucede, debemos comprender que hay un problema en la reunión. Los hermanos responsables tienen algún problema, y los santos han tomado o muy pocas o ninguna medida delante del Señor. Como resultado, la plenitud ha disminuido, y en las reuniones hay ataduras y falta de libertad.

No podemos fingir ante los demás que hemos sido quebrantados y somos vivientes delante del Señor, que Él se ha edificado en nosotros y que la iglesia es la expresión del Cuerpo de Cristo. Las personas lo sentirán de inmediato cuando tengan contacto con nosotros. De igual manera, no podemos disimular la condición de nuestra localidad. La condición será fría o caliente, deficiente o rica, en la carne o en Cristo. En cuanto las personas tengan contacto con nosotros, tocarán la realidad interna. Nada es tan real como los asuntos espirituales; es imposible fingir estas cosas.

Algunas personas están en Cristo, permiten que Él las gobierne y se desborde y fluya de su interior. Éstas son personas que han sido quebrantadas, restringidas y gobernadas por el Espíritu Santo. Cuando estamos en medio de ellas, nos sentimos libertados y libres, no importa cuán pesada sea la carga o cuán difícil sea la situación que nos oprime. Tan pronto como entramos en una reunión donde ellos están, todo nuestro ser se siente libre y liberado. Esto se debe a que en la plenitud de Cristo hay libertad. Si el Hijo de Dios nos liberta, seremos verdaderamente libres. De Su plenitud hemos recibido todos, y gracia sobre gracia. Si vivimos en Él y permitimos que Su plenitud sea expresada, habrá algo en nosotros que libera a los demás.

(Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 11, por Witness Lee)