LA COMUNIÓN DEL CUERPO
Ya vimos lo relacionado con la autoridad en el Cuerpo de Cristo o el orden en el Cuerpo. También vimos lo que significa tener conciencia del Cuerpo y la coordinación del Cuerpo. Todos estos asuntos están relacionados entre sí. La coordinación del Cuerpo, el orden o la autoridad del Cuerpo, y tener conciencia del Cuerpo, están estrechamente relacionados. Si no hay orden ni autoridad, no puede haber coordinación; y si no tenemos conciencia del Cuerpo, la coordinación no será práctica. Además, la comunión del Cuerpo es otro gran asunto que lo experimentan aquellos que viven en el Cuerpo.
En el Cuerpo de Cristo, la comunión es muy práctica; más aún, el Cuerpo de Cristo no puede abandonar esta comunión ni siquiera por un momento. Por lo tanto, si un creyente desea vivir en el Cuerpo, debe vivir en la comunión del Cuerpo. Una vez que pierde la comunión del Cuerpo, definitivamente quedará desconectado del Cuerpo. Si alguien permanece en el Cuerpo, ciertamente permanece en la comunión del Cuerpo. La comunión del Cuerpo es difícil de definir. Pasajes de la Palabra de Dios, como por ejemplo 1 Juan 1, muestran que esta comunión está relacionada con la vida eterna de Dios: “La vida fue manifestada, y hemos visto y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” (v. 2).
La vida eterna de Dios entró en nosotros, y esta vida trae consigo la comunión. La comunión en vida significa que esta vida es una comunión. Una persona que no tiene la vida de Dios a menudo le desagradan los hijos de Dios, incluso los aborrece, cada vez que se encuentra con ellos. Pero una vez que recibe al Señor, la vida del Señor entra en su ser y causa que él desee tener comunión con los hijos de Dios cada vez que los ve. Antes de recibir la vida de Dios, él no entendía las historias internas que tenían los hijos de Dios; las cosas espirituales que hablaban le parecían un idioma extraño. Sin embargo, después de recibir la vida de Dios, no sólo anhela tener comunión con los hijos de Dios, sino que también entiende lo que ellos experimentan internamente. A él le parece un deleite tener comunión con ellos, y a menudo se siente nutrido, abastecido e interiormente satisfecho. Asimismo, cuando deja de verse con los hijos de Dios por cierto tiempo, se siente seco interiormente, como si algo le faltara. Esto refleja la condición de su espíritu, la cual muestra que la vida de Dios lo ha introducido en la comunión.
(Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 19, por Witness Lee)