Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA FUNCIÓN DE LA COMUNIÓN DEL CUERPO

En palabras sencillas, la comunión es el fluir de la vida, el fluir del Espíritu Santo, dentro de los hijos de Dios. La comunión del Cuerpo ocurre cuando la vida de Dios fluye entre nosotros, cuando el Espíritu Santo fluye en nuestro ser. Un ejemplo de este fluir, de esta comunión, es nuestro cuerpo físico. La Palabra dice que la vida de la carne está en la sangre (Lv. 17:11). Los doctores nos dicen que la sangre de nuestro cuerpo fluye muy rápidamente; y no sólo fluye muy rápidamente, sino también por todo nuestro cuerpo muchas veces cada minuto. La sangre que está en nuestra mano fluye rápidamente a nuestros pies; la sangre que está en todo nuestro cuerpo circula y fluye continuamente.

En la ciencia médica, este fluir de la sangre se llama la circulación. Esto significa que la circulación de la sangre es el fluir de la sangre; el fluir de la sangre representa la comunión del cuerpo. No podríamos decir que la sangre que circula en nuestro cuerpo es la sangre de la mano o la sangre de los pies. Si la sangre de la mano de una persona dejara de circular y se quedara estancada allí, la mano se moriría. Esto indica que hay un problema en su flujo sanguíneo y que la condición del cuerpo es anormal. Necesitamos estar activos, hacer ejercicio, para acelerar y aumentar la circulación sanguínea en nuestro cuerpo. Cuanto más rápido circule la sangre en nuestro cuerpo, más saludable estará. Debido a esta circulación, todos los elementos negativos en nuestro cuerpo son desechados, y a cambio recibimos todos los elementos nutritivos que necesitamos. Por lo tanto, la circulación sanguínea de nuestro cuerpo cumple al menos dos funciones: nos suministra la nutrición necesaria, y elimina los elementos que son negativos o los que tenemos en exceso. Esto mantiene el metabolismo en nuestro cuerpo para que el cuerpo pueda crecer gradualmente. Así pues, la circulación sanguínea es la comunión del cuerpo.

Este tipo de comunión también se encuentra en el Cuerpo de Cristo. La comunión del Cuerpo es la circulación de la vida de Cristo en nuestro ser, que es también la circulación del Espíritu de vida en nosotros. La circulación del Espíritu de vida en nosotros cumple al menos dos funciones: nos trae el suministro espiritual que necesitamos, y desecha todas las cosas negativas, inservibles y carentes de vida (Tit. 3:5). Cada vez que haya alguna carencia de comunión entre los hijos de Dios, también habrá una carencia de suministro espiritual. Además, se acumularán muchas cosas negativas en ellos, las cuales crearán problemas; y como consecuencia, el Cuerpo de Cristo se enfermará. Es necesario, pues, que entendamos que a fin de que la vida de Cristo sea continuamente viviente y poderosa, como hijos de Dios que somos, necesitamos tener una continua comunión entre nosotros. Cada vez que esta comunión se detiene, el suministro de vida también se detiene y se introduce la muerte; de este modo, el Cuerpo de Cristo sufre una pérdida relacionada con la muerte espiritual.

En la experiencia, hay muchos casos que comprueban esto. Si yo dejo de ver a los hermanos y hermanas y de asistir a las reuniones por una semana, aunque ore y medite, mi espíritu parecerá que se enferma, pues le falta vitalidad. Esto es muy extraño. Pareciera que me hace falta algo interiormente, y aunque no soy capaz de explicarlo, puedo sentirlo. Tengo un sentir interior que no es ni agradable ni placentero: me siento enfermo.

Cuando por primera vez tuve esta experiencia, no entendía cuál era la razón. Leía la Biblia fielmente cada mañana y oraba con frecuencia; no había problemas entre el Señor y yo. Aunque no había hecho nada que el Señor condenara, ni sentía ninguna condenación en mi conciencia, algo me faltaba y me hacía sentir abatido. No entendía esta condición hasta que el Señor me mostró que lo que me hacía falta era la comunión del Cuerpo. Aunque tenía comunión con el Señor y no tenía ningún problema con Él, había sido cortado de la comunión del Cuerpo del Señor y, por tanto, sentía que algo me hacía falta.

Después de esto, tuve comunión con un hermano recién salvo en el salón de reuniones. Le pregunté cómo había sido salvo, y me contó que tenía sólo unos días de haber sido salvo y había venido a la reunión del partimiento del pan. Después de hablar con él por unos minutos, me sentí refrescado; me sentí contento, reavivado y lleno de felicidad. Aunque no podía explicar lo que había ganado, definitivamente estaba muy gozoso y me sentía muy bien. No entendí esto en mis primeras experiencias, pero poco a poco empecé a entender que esto es la comunión del Cuerpo y que la gracia viene a nosotros por medio de dicha comunión. Este breve tiempo que estuve teniendo comunión con ese hermano, quien no tenía tanta experiencia como yo ni tenía muchas riquezas espirituales, interiormente me impartió un suministro; y por tanto, me sentí fresco, resplandeciente y confortado. Esto es ciertamente maravilloso.

A todos nos gusta asistir a la reunión de oración y a la reunión del partimiento del pan. Aunque nos sentamos por una hora en esas reuniones, sin escuchar mensajes o testimonios, hay una comunión en lo profundo de nuestro espíritu. Las oraciones y las alabanzas de los santos fluyen en nosotros. Aunque a veces nos sentimos un poco desalentados antes de la reunión, durante la reunión espontáneamente sentimos un fluir en lo profundo de nuestro ser. Una vez que experimentamos este fluir, nos sentimos completamente avivados y refrescados en nuestro espíritu. Todos hemos tenido esta clase de experiencia. Aunque quizás no escuchemos muchos mensajes, somos vivificados simplemente por medio de las alabanzas y las oraciones que ofrecemos con todos los santos. En esto consiste la comunión, y ésta es la función de la comunión.

(Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 19, por Witness Lee)