LA MEZCLA Y LA EDIFICACIÓN
QUE DIOS LLEVA A CABO DENTRO DEL HOMBRE
PRODUCE EL CUERPO DE CRISTO
En Efesios 1 Pablo dice: “La iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (vs. 22-23), y el capítulo 2 habla de la edificación (v. 20). Por esto podemos ver la obra que Dios está haciendo después de que fuimos salvos (vs. 19-22). En el capítulo 3 Pablo dobló sus rodillas y oró para que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones por medio de la fe (v. 17) y para que fuésemos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (v. 19). Hemos sido salvos, pero tal vez no estemos llenos; y si no estamos llenos, no hay Cuerpo de Cristo. En nuestra experiencia, si las personas son salvas pero no son llenas, no tienen la realidad de la edificación. Cristo está en ellas, pero no habrá hecho Su hogar en ellas. Por lo tanto, no habrán tocado mucho cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de Cristo. La plenitud de la Deidad en Cristo no habrá sido edificada en ellas ni se habrá forjado en su constitución; por lo tanto, seguirán iguales, viviendo todavía por sí mismos.
El Cuerpo de Cristo es el resultado de que los creyentes sean edificados con Cristo, de que ellos se mezclen con Dios y de que Cristo sea su elemento constitutivo. Si una persona es salva pero no tiene esta edificación, ni esta mezcla ni esta obra afecta su constitución, no hay Cuerpo de Cristo; y pese a que ella esté en el Cuerpo, el Cuerpo no se podrá ver en ella. Por lo tanto, Efesios 4 nos habla de una obra de edificación en dos aspectos: la edificación efectuada por el ministerio de los dones y la edificación efectuada por el Cuerpo mismo.
Alguien podría preguntar: “Dado que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, ¿puede la gente tocar el Cuerpo de Cristo en las diferentes localidades?”. Ésta es una pregunta crucial. Cuando la gente se reúne en Taipéi, tal vez tengan contacto con muchos cristianos, pero ¿podrán percibir el Cuerpo de Cristo? Si la gente ha de percibir el Cuerpo de Cristo o no, dependerá de si Cristo ha sido edificado en Taipéi, si Dios y el hombre se han mezclado en Taipéi, si Dios puede salir del hombre y si el mover del hombre es el mover que Dios realiza al mezclarse con el hombre. Si éste no es el caso, aun cuando haya creyentes allí, el Cuerpo de Cristo no estará presente. Si los asuntos que mencionamos no están presentes, nuestra coordinación sólo será la coordinación de “cadáveres”, dentro de los cuales no hay vida, sino solamente muerte.
Es posible que entre nosotros haya una muy buena coordinación en la que la vida no esté presente, y que lo que tengamos sea meras doctrinas, preceptos, organización y una coordinación basada en asignaciones, en lugar de una coordinación basada en nuestro vivir en Cristo. Tal vez nuestra sumisión sea simplemente una sumisión humana y no la sumisión de Cristo manifestada por medio de nosotros; es decir, que nuestra sumisión a la autoridad sea simplemente un esfuerzo humano, que proviene de la educación, la enseñanza, el entrenamiento y el perfeccionamiento de nosotros mismos, mas no del Cristo que crece en nuestro ser. Y si nuestra sumisión es producida por el elemento humano y no por la mezcla de Cristo en nuestro interior, entonces no es del Cuerpo de Cristo.
Hay una clase de coordinación efectuada en sumisión que ha pasado por la obra de Dios y la disciplina de Dios, y que ha sido edificada con Dios y se ha mezclado con Dios. Esta coordinación realizada a través de Cristo es viviente, llena de vitalidad y fresca, y hace que las personas perciban el aroma de Dios. Cuando las personas tocan esta coordinación, sienten que han tenido contacto con Cristo y adoran a Dios percibiendo que Dios está allí presente. La iglesia, por ser el Cuerpo de Cristo, es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, es el fruto de la mezcla de Dios y el hombre, y de la edificación de Cristo en el hombre. De manera que no es suficiente que seamos salvos y poseamos la vida de Cristo, pues además de esto, debemos expresar a Cristo en nuestro vivir, permitiendo que Él actúe por medio de nosotros y nos llene, a fin de que se produzca una expresión viviente. Únicamente esto es el Cuerpo de Cristo, la expresión de la imagen de Dios en el universo, y únicamente esto puede reinar por Dios en la tierra.
(Iglesia como el Cuerpo de Cristo, La, capítulo 5, por Witness Lee)