Experiencia de vida, La, por Witness Lee

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I. CONOCER EL MUNDO

A. La diferencia entre el pecado y el mundo

Inmediatamente después de nuestra consagración, lo primero que debe ser tratado es el pecado y luego el mundo. Puesto que ambos son contaminantes para nuestras vidas y abominables para Dios, deben ser tratados y purgados. Sin embargo, la contaminación producida por cada uno de estos dos aspectos es diferente una de otra. La contaminación del pecado es salvaje, ruda y repugnante, mientras que la contaminación del mundo es culta y refinada, muchas veces de bella apariencia a la vista del hombre. La contaminación del pecado es como una salpicadura de barro o de tinta negra en una camisa blanca. Pero la contaminación del mundo es como un patrón de colores impreso en una camisa blanca. Desde el punto de vista humano, una camisa con manchas negras se considera sucia e indeseable, mientras que una camisa de colores no es sucia sino más bien deseable. Sin embargo, a la vista de Dios, ambas son indeseables. A El no le agrada ni la camisa manchada ni la de colores, sino una camisa puramente blanca. Al igual que una mancha de mugre no es blanco puro, los patrones coloridos también se apartan de la pureza del blanco. Igualmente, el mundo aparenta ser mejor que el pecado, pero cuando se les relaciona con la pureza, ambos son igualmente contaminantes y requieren trato.

Más aún, el daño que el pecado y el mundo causan al hombre se diferencian grandemente el uno del otro: el pecado contamina al hombre, mientras que el mundo lo contamina y también lo posee. Es mucho más serio que la vida de un hombre sea poseída por el mundo que él sea contaminado por el pecado. Si Satanás solamente usa el pecado para contaminar al hombre, sólo puede hacer que el hombre sea corrupto, pero si él usa el mundo para usurpar al hombre, puede ganar al hombre para sí mismo. Por ejemplo, un niño bajo la tutela de sus padres puede ser inocente y puro. Aunque alguien pueda contaminar y corromper su naturaleza pura enseñándole a mentir, a robar y a hacer cosas malas, todavía él se mantiene bajo la tutela de sus padres, y aún él les pertenece. Sin embargo, si el malvado va más allá dándole al niño ropas bonitas, él puede engañar al niño y ganárselo, haciendo que éste abandone a sus padres y se pierda. De igual manera, Satanás corrompe al hombre utilizando el pecado, pero él se gana al hombre empleando al mundo y, por ende, haciendo que se aparte de la presencia de Dios y se pierda.

Un estudio de Génesis aclara esta diferencia. Aunque Adán estaba corrompido por el pecado, él no había dejado la presencia de Dios. No fue sino hasta Génesis 4, cuando el hombre inventó la civilización y formó el sistema mundano, que no sólo se corrompió sino que fue usurpado y ganado por Satanás por medio del mundo. De ahí que el hombre ya no le pertenecía a Dios.

Aunque Abraham había fallado repetidas veces, en el asunto de afirmar que su esposa era su hermana, eso no era más que un pecado que lo contaminaba, pero no lo usurpaba. El aún podía ser uno que servía al Señor y que oraba por otros en tierra pagana (véase Gn. 12 y 20). Sin embargo, Demas, un colaborador de Pablo, fue privado de su utilidad delante de Dios porque amaba el mundo presente, y fue usurpado por él (2 Ti. 4:10). Esto prueba que el daño que el mundo le causa al hombre es mayor que el del pecado.

Generalmente, la gente sólo percibe el daño causado por el pecado, pero no el del mundo, porque el pecado está en contra de la moral mientras que el mundo no se opone a la moral, sino a Dios mismo. El hombre es destituido del concepto de Dios; sólo tiene un concepto moral dentro de sí. Por esta razón, tiene poco conocimiento en cuanto al pecado, el cual está contra la moral, y él está consciente de su contaminación. Pero con respecto al mundo, el cual está en oposición a Dios, él no tiene conocimiento alguno de éste, ni tampoco está consciente de su usurpación. Por ejemplo, un borracho —licencioso, desenfrenado y lujurioso que no teme a Dios ni al hombre— es considerado inmoral y es condenado por los hombres. Pero si alguien está diariamente ocupado con la poesía y la recitación, y pendiente de la literatura, estando completamente indiferente a las cosas de Dios y poco dispuesto a ser ganado por El, los hombres le alabarán, sin tener ninguna percepción de que él ha sido absorbido por la literatura. Esto se debe al hecho de que los hombres ni conocen a Dios ni tienen un concepto de Dios, y por lo tanto, son ignorantes de la usurpación de Satanás por el mundo.

Finalmente, el alcance del pecado difiere del alcance del mundo. El campo del mundo es mucho más amplio que el del pecado. El pecado se refiere a todos los asuntos que son inmorales y que están en oposición a la ley moral de Dios, mientras que el mundo incluye a todos los hombres, actividades y cosas que están fuera de Dios. No podemos decir que todo lo que está fuera de Dios es pecado. Sin embargo, podemos decir que todo lo que está fuera de Dios se puede convertir en el mundo. De las muchas cosas del mundo, el pecado es sólo una parte. El mundo incluye al pecado, pero el pecado no incluye al mundo. El pecado puede no ser necesariamente el mundo, pero en el mundo ciertamente está el pecado.

Una persona puede cometer pecado y no necesariamente estar poseído por el mundo. Sin embargo, todos los que están poseídos por el mundo, ciertamente están contaminados por el pecado. Por ejemplo, Adán pecó y cayó en pecado, pero no cayó dentro del mundo. Por eso, él era uno que sólo estaba corrompido por el pecado, pero no fue usurpado por el mundo. El mundo comenzó con Caín. Lamec, uno de los descendientes de Caín, era tanto polígamo como asesino. Era uno que había sido usurpado por el mundo y que también pecaba.

Similarmente, cuando Abraham vivía en una tienda en Canaán, no había caído en el mundo. En consecuencia, él no tenía necesidad de pecar. Pero cuando descendió a Egipto, cayó en el mundo, y tuvo que mentir y cometer pecado. Esto prueba que el pecado no es siempre el mundo, pero el mundo, ciertamente, incluye al pecado. Una vez que nosotros caemos en el mundo, no podemos evitar cometer pecado.

Cuando veamos las diferencias entre el pecado y el mundo, percibiremos que el alcance dañino del mundo es mayor, su efecto nocivo es más serio, y su oposición a Dios es más hostil que la del pecado. Puesto que el mundo está en oposición directa a Dios mismo, se ha convertido en enemigo de Dios. El pecado es contrario a la ley de Dios y a Su proceder, es decir, a Su justicia, mientras que el mundo es contrario a Dios mismo y a Su naturaleza divina, es decir, a Su santidad. El pecado se opone a la ley de Dios, y el mundo a Dios mismo. Por esta razón, la Biblia declara que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (Stg. 4:4). Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él (1 Jn. 2:15). Cuando El llamaba a las personas a seguirle, el Señor ponía énfasis en el hecho de que el hombre debía abandonar casas, tierras, hermanos, hermanas, padres, esposas, hijos, etc. (Mt. 10:37; 19:29; Mr. 10:29; Lc. 18:29). Estos constituyen la vida humana y son varios términos por los cuales se conoce el mundo. Si un hombre desea seguir al Señor, debe abandonar estas cosas mundanas porque ellas podrían poseerle.

El pecado es el paso primitivo, superficial, e inicial de la caída. El mundo es el paso final, serio y último de la caída. Muchas personas dan énfasis sólo a la victoria sobre el pecado, pero la Biblia pone aún más énfasis en vencer al mundo (1 Jn. 5:4). Necesitamos mucho más vencer al mundo. Si deseamos crecer en vida y ser ganados por el Señor, debemos esforzarnos en tratar con el mundo que nos esclaviza.

(Experiencia de vida, La, capítulo 5, por Witness Lee)