II. SER LLENOS DE LA VIDA
Y LA NATURALEZA DE CRISTO
Con respecto al contenido, ser llenos a la medida de la estatura de Cristo significa que estamos llenos de la vida y la naturaleza de Cristo. Cuando la experiencia en vida de una persona alcanza su clímax, la vida y la naturaleza de Cristo ha impregnado todas las diferentes partes de su ser. Las diferentes partes de su espíritu, así como la mente, la voluntad, y la parte emotiva de su alma, están llenas de la vida y la naturaleza de Cristo. Aún su cuerpo físico a veces es sostenido mediante esta fuerza del espíritu. (Por ahora los cristianos no pueden ser llenos del elemento de Cristo en sus cuerpos; esto puede ser logrado solamente cuando seamos arrebatados y transfigurados). En ese entonces su vida llega a la madurez.
Hay muchos entre nosotros que han sido creyentes en el Señor por años, pero hasta este día hay muy poco del elemento de Cristo en ellos. Sus pensamientos están mayormente llenos de sí mismos. Aunque hay poca inmundicia o corrupción en sus pensamientos, hay también poco de Cristo. Esto también significa que en sus pensamientos hay muy poco de la estatura de Cristo. Con respecto a su voluntad, aunque no se rebele contra Dios ni se oponga a El, o no aparente estar equivocada en alguna manera, el elemento que hay en su voluntad es mayormente de ellos mismos y tiene muy poco de Cristo. Con respecto a su parte emotiva, su ánimo, sus deseos, y sus inclinaciones, pueden ser intachables, pero aún así, ellos no están llenos del elemento de Cristo. Esto prueba que la estatura de Cristo dentro de ellos no ha alcanzado la plena medida y que han tenido muy poco progreso en el crecimiento espiritual.
¿Cómo podemos ser gradualmente llenos de la vida y la naturaleza de Cristo? Sabemos que el hombre tiene tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu es el centro, el cuerpo es la circunferencia exterior, y entre estos dos está el alma. Cuando somos regenerados, Cristo como el Espíritu entra en nuestro espíritu. Desde ese momento, El vive y crece en nosotros. Primero El nos llena en nuestro espíritu, luego El se extiende hacia el exterior desde nuestro espíritu a la mente, la parte emotiva y la voluntad de nuestra alma. El usa la cruz para tratar con nuestro yo y con nuestra constitución natural, es decir, para tratar especialmente con la vida del alma, la cual está en nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad. Cuanto más nuestra mente, emociones y voluntad sean tratadas y quebrantadas mediante la cruz, tanto más Cristo como el Espíritu vivificante podrá entrar en estas partes. En cierto punto, todos los elementos de nuestra mente, emociones y voluntad serán Cristo; entonces la estatura de Cristo llega a desarrollarse plenamente en nosotros.
En este punto, todas las consideraciones, conceptos, ideas y puntos de vista de nuestra mente, todo el placer, enojo, pena, gozo, deleite e inclinación de nuestra parte emotiva, y todo el juicio, decisión, intención y elección de nuestra voluntad, están llenos del elemento de Cristo. Nuestra mente es como la mente de Cristo, nuestro deleite es Su deleite y nuestra intención es Su intención. En otras palabras, cuando pensamos, es Cristo quien piensa; cuando nos deleitamos, es El quien se deleita; y cuando queremos obrar, es El quien obra. En ese punto, cada parte de nuestro ser interno ha sido tratada por medio de la cruz, y no hay lugar para el yo ni para la constitución natural; todo el terreno ha sido entregado a Cristo. Podemos decir que todo nuestro ser está lleno de la vida y la naturaleza de Cristo.
Es como verter jugo de uva en un vaso de agua, donde el agua nos representa a nosotros, y el jugo de uva tipifica la vida y la naturaleza de Cristo. El que es recién salvo puede ser comparado con un vaso de agua al que se le ha añadido sólo un poco de jugo de uva. Hay cristianos que a veces parecen tener un poco de jugo de uva en el fondo, y otras veces no, haciendo que otros duden de la salvación de ellos. Con otros, uno puede estar seguro de que contienen el jugo de uva, aunque muy poco. Anteriormente, era agua sola; ahora está el elemento del jugo de uva por dentro. Cuando hay más crecimiento en vida, es como si el jugo de uva aumentara, y así el color se hace más oscuro. Anteriormente, al amar a otros, el amor de tal persona provenía solamente de sí mismo; ahora en su amor por otros hay indudablemente un elemento de Cristo que ha sido añadido. Antes, él miraba las cosas en cierta manera y con cierto concepto, ahora el caso es diferente; el elemento de Cristo le ha sido añadido. De igual manera, a su parte emotiva y a su voluntad se les ha añadido el elemento de Cristo. Todo lo que él ama o en lo que se deleita, todo lo que él considera y decide, puede estar aún mezclado con elementos impuros, pero en cierta medida el elemento de Cristo ha aumentado y el color de Cristo se ha intensificado. Esto significa que Cristo ha crecido en él.
Con respecto a que Cristo sea formado en nosotros, podemos usar como ejemplo el jugo de uva cuyo color es lo suficientemente oscuro como para ser fácilmente reconocido. Antes de que Cristo sea formado en nosotros, quizá parezcamos a un jugo de uva que tiene un color tenue, lo cual hace difícil identificarlo. Sin embargo, cuando Cristo está formado en nosotros, los hombres pueden ver claramente el jugo de uva dentro. Con el tiempo, ya no se verá más el agua en el vaso, puesto que será absorbida y oscurecida por el jugo de uva. Esto significa figurativamente que la vida y la naturaleza de Cristo han aumentado en nosotros a tal grado que Cristo ha llegado a ser todo en nosotros y ha oscurecido y absorbido todo nuestro elemento. Lo que se manifiesta es el elemento y el color de Cristo. Esto es lo que llamamos la madurez de vida, o el ser lleno a la medida de la estatura de Cristo.
(
Experiencia de vida, La, capítulo 19, por Witness Lee)