II. LAS CONDICIONES DE LA REGENERACION
La experiencia de la regeneración está especialmente relacionada con cuatro cosas: nuestra naturaleza, nuestro corazón, nuestro espíritu y la vida de Dios. Por eso, a partir de estas cuatro cosas, consideraremos nuestra condición antes de la regeneración, durante la regeneración y después de la regeneración.
1. La condición antes de la regeneración
Primeramente, nuestra naturaleza es corrupta. Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Aunque este versículo habla del corazón del hombre, se refiere realmente a la naturaleza del hombre. Así que vemos que antes de la regeneración nuestra naturaleza original es engañosa y torcida, extremadamente corrupta e incompatible con la naturaleza de Dios.
En segundo lugar, el corazón es endurecido hacia Dios. Ezequiel 36:26 habla de nuestro corazón original como un “corazón de piedra”. Esto significa que antes de la regeneración nuestro corazón hacia Dios es siempre rebelde, obstinado y duro como una piedra.
En tercer lugar, delante de Dios nuestro espíritu está muerto. Antes de la regeneración, debido a los pecados (Ef. 2:1), nuestro espíritu está muerto delante de Dios y ha perdido su función de tener contacto con Dios. Por lo tanto, no podemos tener comunión con Dios, ni tampoco podemos entender las cosas espirituales de Dios.
En cuarto lugar, el hombre está separado de la vida de Dios. Debido a que la naturaleza de un hombre no regenerado es corrupta, a que su corazón está endurecido hacia Dios, y a que delante de Dios su espíritu está muerto, toda su persona, está separada de la vida de Dios (Ef. 4:18).
Esta es nuestra condición antes de la regeneración.
2. La condición durante nuestra
experiencia de regeneración
Primeramente, vemos que nuestra naturaleza es corrupta. A pesar de que antes de la regeneración nuestra naturaleza era corrupta, nosotros no lo sabíamos. Es en el momento de experimentar la regeneración, debido a la iluminación del Espíritu Santo, que vemos que somos corruptos. Es en ese momento que vemos que no solamente nuestras obras externas son corruptas, sino que también nuestra naturaleza interna es corrupta.
En segundo lugar, nuestro corazón se contrista y se arrepiente ante Dios. Cuando experimentamos la regeneración, y el Espíritu Santo nos ilumina, nos vemos a nosotros mismos corruptos, pecando contra Dios y contra el hombre. Nuestro corazón entonces nos reprocha y se contrista y se arrepiente delante de Dios.
En tercer lugar, nuestro espíritu se contrista para con Dios. Debido al arrepentimiento de nuestro corazón, nuestro espíritu, en lo profundo de nosotros, también se siente extremadamente contrito. Nuestro espíritu, en ese momento, es como el que se describe en Salmos 51:17, “un espíritu quebrantado”. Cuando el Espíritu Santo nos regenera, nuestro espíritu, muy dentro de nosotros se siente contrito. En realidad, es como si estuviera quebrantado.
En cuarto lugar, el hombre tiene contacto con la vida de Dios. Desde que el hombre pecó y cayó y fue echado del huerto del Edén, los querubines con la espada encendida han guardado el camino del árbol de la vida (Gn. 3:24) a fin de que el hombre ya no pudiera tener contacto con Dios y así obtuviera la vida de Dios. No fue sino hasta que el Señor Jesús derramó Su sangre y murió en la cruz, satisfaciendo así la demanda de la gloria, santidad y justicia de Dios, que el camino que conducía a la vida de Dios fue abierto. Por lo tanto, en el momento de nuestra regeneración, debido a nuestra contrición, arrepentimiento y fe en recibir al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, es que entonces podemos tener contacto en nuestro espíritu con la vida de Dios, la cual está en El. Porque la vida de Dios está en Su Hijo, el Señor Jesucristo (1 Jn. 5:11).
(
Experiencia de vida, La, capítulo 1, por Witness Lee)