IX. PRUEBAS DE QUE CONOCEMOS EL CUERPO
Ya que conocer el Cuerpo es algo tan práctico, ¿cómo podemos estar seguros si conocemos o no el Cuerpo como tal? Podemos demostrarlo en tres maneras por lo menos.
A. Somos incapaces de ser individualistas
La primera prueba de que conocemos el Cuerpo es que no podemos ser individualistas. En los siete puntos que hemos mencionado —el plan de Dios, la creación, la redención, Cristo, el Espíritu Santo, la vida, y la comunión— sólo hay unidad, son inseparables y en ellos no hay individualismo. Si en verdad llegamos a conocer el Cuerpo y nos damos cuenta de la unidad contenida en estos siete asuntos, no puede existir en nosotros individualismo. Antes de que uno conozca el Cuerpo, es individualista y vive como tal. Su vida, sus acciones, su trabajo y su servicio se llevan a cabo de manera individualista. Externamente aparenta ser uno con los hermanos, pero no hay una verdadera coordinación ni entrelazamiento. No es sino hasta que uno crece en vida con más profundidad y conoce el Cuerpo en cierta medida, que puede uno ver que ser cristiano es un asunto corporativo y que uno no puede seguir adelante sin la comunión del Cuerpo, ni tampoco puede apartarse de la coordinación de los miembros. El Cuerpo de Cristo llega a ser un asunto práctico para uno. En la vida de la iglesia uno no puede ya servir solo. En la parte más profunda del ser, uno siente que necesita ser cristiano en compañía de otros. No solamente en acciones grandes e importantes uno necesita a los hermanos y las hermanas, sino que aún al leer la Biblia, así también como al orar, no lo puede hacer sin los demás miembros. Uno no puede trabajar sin la coordinación de los hermanos y hermanas, y no puede vivir sin el apoyo de la iglesia. Es en esta etapa que él está siendo entretejido espontáneamente junto con todos los santos para llegar a ser un Cuerpo, a fin de no estar ya separado. Por consiguiente, todos aquellos que todavía pueden ser individualistas, no conocen el Cuerpo y todos aquellos que tienen un conocimiento verdadero del Cuerpo, de ningún modo pueden ser individualistas.
B. Discernimos a aquellos
que no están en el Cuerpo
La segunda prueba que tenemos de que conocemos el Cuerpo es la capacidad de discernir si otros están o no en el Cuerpo. Aquel que ha llegado a conocer el Cuerpo no sólo vive en el Cuerpo de una manera muy práctica, sino que también puede discernir si otros viven o no en el Cuerpo.
Esta capacidad de discernir después que uno conoce el Cuerpo se debe absolutamente al grado de profundidad de la comunión que él tiene en el Señor. Nuestra comunión con el Señor se profundiza proporcionalmente a nuestra experiencia de vida, comenzando con el estado inicial de nuestra vida espiritual y continuando hasta la cuarta etapa. El grado de profundidad de la comunión varía grandemente a medida que progresamos en la experiencia de vida. Cuando dos personas que están en diferentes grados de comunión con el Señor se reúnen, el que tiene una experiencia más profunda puede seguir adelante con aquel que tiene una experiencia más superficial y tener comunión con él, pero esa comunión está limitada al grado de la experiencia de éste. Si esta comunión fuera más allá del límite, llegaría a ser más bien incoherente e incomprensible para este último. Aquel que tiene una experiencia más profunda, por lo tanto, puede seguir adelante con el que tiene una experiencia más superficial, pero el más superficial no puede ir adelante con el que tiene más profundidad. Este es un gran principio en la comunión espiritual.
Es debido al principio de que aquellos que son profundos en el Señor reconocen a aquellos que son superficiales, pero los que son superficiales no disciernen a aquellos que son profundos. Si hemos sido llevados por el Señor a la cuarta etapa y tenemos una comunión profunda en esta etapa, podemos mediante la comunión saber si otros también han sido llevados a esta etapa y, por consiguiente, conocen el Cuerpo. Pero si no hemos alcanzado la cuarta etapa y no conocemos el Cuerpo, entonces no tenemos manera de discernir a otros.
Usemos un ejemplo menos profundo. Cuando otros hablaban acerca de la regeneración antes de que naciéramos de nuevo, aquello nos sonaba extraño. Aún más, ni siquiera podíamos reconocer si otros habían nacido de nuevo. Si ya hemos nacido de nuevo, no solamente podemos hablar con otros acerca de la regeneración, sino que podemos discernir fácilmente si otros han nacido de nuevo. Esto prueba que en verdad nosotros hemos nacido de nuevo.
Otro ejemplo: Si ya nosotros nos hemos consagrado y hemos tenido la experiencia de tratar con el pecado, podemos muy rápidamente reconocer a aquellos que no han tenido esta experiencia. Puesto que su comunión con el Señor no ha llegado a esta etapa, ellos no tendrán ni idea de lo que estamos diciendo ni podrán responder. Por el contrario, si no hemos tenido esta experiencia, nosotros tampoco podremos reconocer si ellos se han consagrado o si han tratado con el pecado.
No solamente por medio de la comunión podemos tener la certeza de que otros conocen el Cuerpo, sino que también la experiencia de conocer el Cuerpo es en sí misma un asunto de comunión. Si alguien está en el Cuerpo, está en comunión; si alguien no está en el Cuerpo, él no está en comunión. Muchos cristianos han perdido la posición de comunión, la realidad de la comunión. Esto implica que ellos no ven el Cuerpo y que no viven en el Cuerpo. Vivir en comunión, por lo tanto, prueba que conocemos el Cuerpo. Si verdaderamente conocemos el Cuerpo, podemos saber con certeza si otros están o no en él. Cuando otros no han llegado a vivir en la realidad del Cuerpo, ellos no están en la comunión del Cuerpo. No hay posibilidad de que haya comunión entre ellos y nosotros con respecto a este punto. Necesitamos solamente un contacto, y lo sabemos. Por el contrario, si nunca nos damos cuenta de que otros no están en el Cuerpo, demostramos que no estamos en el Cuerpo. No hemos llegado a conocer el Cuerpo. Nuestro sentir interno al tener contacto con otros, por lo tanto, nos revela si conocemos el Cuerpo o no.
(
Experiencia de vida, La, capítulo 15, por Witness Lee)