II. LA OBRA CREADORA DE DIOS
En segundo lugar, debemos considerar la obra creadora de Dios. Ya hemos dicho que el deseo que hay en el corazón de Dios es tener un grupo de personas que tengan Su vida y le expresen. Con este propósito, El hizo Su creación. Pero cuando Dios creó el hombre, no creó muchos hombres, sino solamente uno, Adán. Si Dios pudo crear un hombre, también pudo haber creado miles de hombres. ¿Por qué entonces no creó miles de hombres al mismo tiempo, en vez de crear solamente a Adán y permitir que salieran de él miles de hombres? La razón es que el pensamiento de Dios es uno solo.
Desde el comienzo de la historia, ha existido un sinnúmero de seres humanos, pero ya que todos ellos salieron de Adán, a los ojos de Dios sólo hay un hombre. Para Dios no hay más que un hombre en el universo, no millones ni billones de hombres. Podemos probar esto con 1 Corintios 15:45, 47. En este pasaje el apóstol habla de Adán y de Cristo como “el primer hombre” y “el segundo hombre”. Este segundo hombre es también “el postrero”. Por consiguiente, desde la creación hasta ahora, a los ojos de Dios solamente hay un hombre además de Cristo. Para completar Su propósito y cumplir Su plan, Dios creó solamente un hombre. No estaba en el pensamiento de Dios impartirse a Sí mismo en muchos individuos. Su deseo era impartirse en un hombre corporativo y expresarse a través de este hombre corporativo.
Este mismo principio se mantiene en la creación de la mujer. En la creación Dios hizo una sola mujer, que es Eva. Nosotros sabemos que Eva representa a la Iglesia. El hizo solamente un hombre, lo cual significa que El desea tener solamente un hombre corporativo para que sea Su imagen. El creó una sola mujer, lo cual significa que Dios desea solamente un hombre corporativo, que es la Iglesia, la Novia de Cristo. En conclusión, en la creación, el pensamiento de Dios es uno, y esta unidad es el Cuerpo del cual hablamos.
(Experiencia de vida, La, capítulo 15, por Witness Lee)