Experiencia de vida, La, por Witness Lee

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II. EL OBJETO DEL TRATO CON NUESTROS PECADOS

El objeto de que nosotros nos deshagamos de los pecados es los pecados mismos. Hay dos aspectos con respecto al pecado: la naturaleza del pecado interiormente y la acción del pecado exteriormente. La naturaleza del pecado dentro de nosotros está en la forma singular; la acción del pecado fuera de nosotros es en la forma plural. La forma singular, pecado, es la vida de Satanás que está dentro de nosotros, con la cual no tenemos forma de tratar; cuanto más tratamos con él, más vida cobra. El trato con los pecados del cual estamos hablando es el trato con los pecados que cometemos exteriormente, los pecados de nuestras acciones.

¿Qué son los pecados de nuestras acciones? En 1 Juan 5:17 se dice: “Toda injusticia es pecado”. En 1 Juan 3:4 dice: “El pecado es infracción de la ley”. Ambas referencias muestran que en nuestras acciones todo acto de injusticia y de infracción de la ley es pecado. Es difícil distinguir entre injusticia e infracción de la ley. Toda infracción de la ley es injusticia, y toda injusticia es infracción de la ley. Por lo tanto, todas las obras injustas e ilegales son los pecados de nuestras acciones y el objeto de nuestro trato.

Romanos 2:14-15 dice que los gentiles los cuales no tienen ley, son ley para sí mismos; ellos muestran la obra de la ley escrita en sus corazones. Su conciencia es la ley dentro de ellos la cual les da testimonio, y sus pensamientos o bien los acusan o bien los excusan. Todos los hechos que son correctos y legales son justificados por nuestra conciencia; todos los hechos que no son correctos y no son legales son condenados por ella. Todas las acciones, por lo tanto, que son contrarias a nuestra conciencia son acciones de pecados y son el objeto de nuestro trato. Hemos dicho que el objeto de nuestro trato con los pecados es la acción externa, o sea, los pecados. Esta acción externa de los pecados tiene dos aspectos: la cuenta de pecados y el acto de pecar. La cuenta de pecados señala los hechos injustos e ilegales, los cuales ofenden la ley justa de Dios y resultan en que tengamos un historial de pecados delante de la ley de Dios. En el futuro Dios nos juzgará de acuerdo con esta cuenta. El acto de pecar es la acción misma que establece la cuenta de pecados. Estas acciones pecaminosas siempre quedan destituidas de la gloria de Dios y en una manera perceptible o imperceptible hieren a otros. Por ejemplo: robar es un acto de pecado. Haciendo esto, no solamente ponemos el nombre de Dios en vergüenza, sino que también causamos daño a otros. Esto constituye el acto de pecar. Al mismo tiempo, hemos ofendido la ley de Dios. De aquí en adelante, delante de Su ley, tenemos un historial de pecados. Por ende, cada vez que cometemos un pecado, tenemos inmediatamente el hecho de pecar no sólo en contra de Dios, sino también, muchas veces, en contra del hombre. Al mismo tiempo tenemos una cuenta de pecados delante de Dios.

Puesto que la acción de los pecados tiene estos dos aspectos, el objetivo en tratar con los pecados, de igual manera, tiene dos aspectos. Uno es la cuenta de nuestros pecados ante Dios, el otro es el acto de pecar. Por un lado necesitamos tratar con nuestra cuenta de pecados delante de Dios, por otro lado necesitamos tratar con el acto nuestro de pecar.

(Experiencia de vida, La, capítulo 4, por Witness Lee)