III. LOS MEDIOS PARA CONOCER
LA VOLUNTAD DE DIOS
¿Cómo nos muestra Dios Su voluntad? ¿Por cuáles medios llegamos a conocer la voluntad de Dios? Básicamente, hay cinco categorías mediante las cuales podemos conocer Su voluntad.
A. La creación
Primero, tenemos que conocer la voluntad de Dios a través de Su creación de todas las cosas, incluyendo la materia, la naturaleza y la humanidad. Apocalipsis 4:11 dice que todas las cosas fueron creadas de acuerdo a Su voluntad. Todo lo creado en este universo proclama una medida de la voluntad de Dios. Todas las cosas en el cielo y en la tierra son ciertos componentes que nos permiten conocer la voluntad de Dios. Por eso, para conocer la voluntad de Dios, debemos prestar atención a todas las cosas que El creó en el universo. Son como un libro para nuestro estudio; así que, debemos escudriñar y descubrir por qué Dios necesitó crear todas las cosas del cielo y de la tierra. ¿Cuál era Su propósito en crear al hombre? ¿Por qué está distribuida la raza humana en esta tierra como lo está? Si estudiamos cuidadosamente el asunto de la creación, la magnitud de la voluntad de Dios en este universo será entendida hasta cierto grado.
Se puede encontrar ejemplos de este aspecto en el Antiguo Testamento. Allí la gente comprendió parte del plan de Dios a través de todas las cosas que El creó. El Salmo 8 es un buen ejemplo. Este salmo, el cual es un salmo espiritual, habla de la creación, de la edad actual, y del reino. El Señor Jesús citó este salmo en Mateo 21:16, y es citado nuevamente en Hebreos 2. El escritor fue inspirado para escribir este salmo mientras observaba el cielo y la tierra. Al considerar los cielos, obra de las manos de Dios, y la luna y las estrellas que El formó, él alaba al Señor: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos”. Vio que los cielos cuentan la gloria de Dios y que la tierra declara la dulzura de Su nombre. Por medio de la creación conoció a Dios y Su voluntad con respecto a toda la tierra.
En otra ocasión, el salmista del Salmo 19 descubrió que aunque en este universo, “no hay lenguaje, ni palabras, [sin embargo,] por toda la tierra es oída su voz” (vs. 3-4). Por toda la tierra salió su voz, y al extremo del mundo sus palabras. Por lo tanto, los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Esto muestra cómo el salmista conoció la voluntad de Dios a través de Su creación.
Si deseamos entender la voluntad de Dios, no podemos descuidar Su creación. Tenemos que ensancharnos a tal grado que reconozcamos que Dios nos habla a través de todas las cosas. Todo el que ama a Dios y le sigue debe ser traído en algún momento al lugar donde pueda comprender la voluntad de Dios en este universo. Primero, tal comprensión de la creación ensanchará su corazón. El universo lo ensanchará para que llegue a ser un hombre universal. Así, él puede leer la voluntad de Dios desde un terreno alto y elevado y desde la eternidad. Segundo, no se preocupará por asuntos de poca importancia. No discutirá con otros con el objetivo de ganarse un dólar en un negocio, ni descuidará la obra de Dios en toda la tierra por estar demasiado preocupado por la situación y la necesidad de su propia localidad. De hecho, podrá decir como el escritor en el Salmo 8: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!” Cada día él obrará fielmente en favor de su iglesia local, sin embargo, su corazón se ensanchará para incluir la carga de todas las iglesias que hay en la tierra. Tercero, en su interés por la obra y por el mover del Señor, será guiado con facilidad en cualquier momento y lugar; toda la tierra es su jurisdicción, y todas las almas son el objeto de su labor. Puede ser guiado a mostrar inquietud por una iglesia lejana así como por una cercana. La obra del Señor en toda la tierra ha venido a ser la meta de su interés.
Qué tristeza decir que en la actualidad hay muchos hermanos y hermanas que nunca han leído la creación de Dios para conocer la voluntad de Dios. Mientras tanto, ellos ponen atención diaria a los eventos de su pequeño círculo. Ellos en sí mismos son su propio universo, su todo. Están completamente atrapados en sí mismos. Por consiguiente, cada vez que buscan entender la voluntad de Dios, su pequeño yo es su único punto de partida y su única base. Lo que se preguntan es: ¿Debo enseñar en cierta escuela? ¿Debo considerar casarme con cierta hermana? ¿Debo tomar el tren o el avión para viajar a cierto lugar? ¿Debo ver cierto doctor, o ir a cierto hospital con respecto a mi dolencia? Todo el día, los hijos de Dios se preguntan acerca de la voluntad de Dios con respecto a tales asuntos de la vida cotidiana. De hecho, estos asuntos no merecen ser enumerados bajo la categoría de la voluntad de Dios. No son la voluntad de Dios. ¿Tiene que ver la voluntad de Dios con nuestra comida y nuestro vestido, nuestro matrimonio y ocupación, nuestra sanidad y vivir en paz? Si nuestros ojos han sido abiertos por el Señor, veremos que nuestro concepto común acerca de la voluntad de Dios no tiene nada que ver con Dios mismo. Ciertamente ésta no es la voluntad de Dios que se menciona en la Biblia.
Lo extraño es que los cristianos de hoy están ocupados con muchas cosas que no se mencionan en la Biblia. En contraste, hay muchas cosas mencionadas en la Biblia que son desconocidas para ellos. Este es el caso de muchos en cuanto al conocimiento de la voluntad de Dios. La Biblia nunca nos dice que pongamos continua atención a enfermedades, ocupaciones, viajes, y otros asuntos pertenecientes a nuestro vivir, y que busquemos la voluntad de Dios con respecto a ellos. Sin embargo, muchos cristianos están completamente ocupados con estos asuntos. Cada vez que la voluntad de Dios se menciona en la Biblia, está relacionada con el deseo que hay en el corazón de Dios, Su plan, Su obra en esta tierra, Su iglesia, el Cuerpo de Cristo, etc., todos éstos son asuntos de gran importancia y valor eterno. Rara vez hemos visto o escuchado que se mencionen estas cosas entre los hijos de Dios.
Por ejemplo, un hermano puede testificar acerca de cierto artículo de su propiedad; que se lo tomaron prestado hace mucho tiempo y no se lo han devuelto. Por eso, él ora al Señor, y después de algunos días el artículo le es devuelto. El está muy contento y alaba al Señor sobremanera. Cuando oímos este tipo de testimonio nuestro corazón gime. Este tipo de persona no ha visto ni el cielo ni la tierra. Está completamente envuelto en sí mismo. Todo lo que ve es sus pequeños beneficios terrenales. Cuando busca la voluntad de Dios, nunca puede olvidarse de sí mismo ni separarse de sus intereses egoístas de ganancia. Esta clase de persona no está calificada para hablar de la voluntad de Dios.
Si alguien quiere hablar de la voluntad de Dios, primero debe salirse de sí mismo. Aun más, para salirse de sí mismo y entender la voluntad eterna y elevada de Dios, debe escudriñar la creación con atención. El hombre debe estudiar detalladamente la creación para ser ensanchado, salirse de sí mismo, tocar un poco el deseo y el plan de Dios en este universo, y entender la voluntad de Dios. Cuanto más espiritual sea una persona, más conocerá a Dios en todas las cosas. Cuanto más profundo viva en el Señor, más entenderá la voluntad de Dios a través de la creación.
Dios le prometió a Abraham que él sería una gran nación y que sus descendientes serían como la arena del mar. Pero Abraham, todavía en su yo, no podía creer la palabra de Dios. El seguía creyendo que su esclavo Eliezer de Damasco sería su heredero. Por tanto, Dios lo llevó afuera y le dijo: “Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas” (Gn. 15:1-6). Dios entonces le prometió que su descendencia sería muy grande en número. Cuando Abraham vio, creyó. Puesto que él contempló la creación de Dios y se dio cuenta de las obras de Dios, halló fe. En aquel momento Dios le aceptó y fue reconocido justo ante los ojos de Dios.
Tomen, como ejemplo adicional, la historia de Job. Aunque Job fue afligido repetidas veces por la mano de Dios, no comprendió la intención de Dios porque estaba completamente en sí mismo. Sus discursos estaban llenos del “yo”, llenos de sí mismo. Así que, para sacarlo de sí mismo, Dios lo llevó a que mirara Su creación. En los capítulos del 38 al 41 de Job, Dios le preguntó repetidas veces a Job acerca de las cosas creadas en el universo. Allí finalmente, llegó a ver la grandeza y la trascendencia de Dios, y por lo tanto salió de sí mismo, diciendo con arrepentimiento de corazón: “¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?” (Job 42:3). Por cuanto vivía originalmente en sí mismo, la voluntad de Dios estaba oscurecida para él. Ahora, puesto que salió de sí mismo, vio a Dios y entendió Su voluntad. De manera que fue a través de la creación de Dios que Job fue librado de sí mismo y tocó la voluntad de Dios.
Puesto que la comprensión de la voluntad de Dios tiene mucho que ver con nuestro conocimiento de Su creación, necesitamos un plan para estudiar la creación, como si estuviésemos asistiendo a la escuela. Debemos invertir tiempo para exponernos a la naturaleza con el propósito de comprender la voluntad de Dios. El estudio de la astronomía y la geografía serían muy útiles.
(
Experiencia de vida, La, capítulo 8, por Witness Lee)