EJEMPLOS DE LUCHAR
POR LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO
MEDIANTE LA PRÁCTICA DE TOCAR A LAS PUERTAS
Si estamos de acuerdo con esta manera de proceder y no nos oponemos a ella, entonces los servidores de tiempo completo deberán salir a tocar a las puertas por dos o tres horas cada día. En dos horas y media alguien podrá tocar a las puertas de quince hogares, y en seis días podrá llegar a tocar a las puertas de noventa hogares. En estas noventa casas debe haber al menos un “hijo de paz” (Lc. 10:5-6). Si alguien sale la primera semana y no encuentra un hijo de paz, y en la segunda, tercera e incluso en la sexta semana todavía no encuentra ningún hijo de paz, dicho hermano puede acudir al Señor desesperadamente y decirle: “Señor, me rindo. Si no encuentro un hijo de paz mi vida no tiene sentido. En estas pasadas seis semanas no he podido encontrar ni siquiera uno. Señor, te has llevado a todos los hijos de paz, así como ahuyentaste todos los peces de Pedro toda una noche en Juan 21. ¿Qué puedo hacer ahora?”. Creo que si alguien muestra ese tipo de empeño y sale nuevamente a la séptima semana, encontrará al menos dos hijos de paz.
En cierta iglesia en los Estados Unidos, un hermano dio el siguiente testimonio. Un sábado por la noche salió a tocar a las puertas con algunos hermanos y hermanas. Todos estaban poniendo todo su empeño, pero después de haber tocado a las puertas de veinte casas, no pudieron hallar ni un solo hijo de paz. Finalmente, cuando todos querían irse a casa, este hermano les dijo: “Está bien, váyanse ustedes a casa, pero yo continuaré. Tengo que ganar a una persona y bautizarla; de lo contrario, no voy a comer ni a dormir”. Gracias al Señor, cuando tocó a la vigésima primera puerta, ganó a un hijo de paz. Si estamos dispuestos a salir a tocar a las puertas y estamos dispuestos a hacer un trato firme con el Señor, tengo la certeza de que el Señor nos responderá.
Un hermano de Carolina del Norte dio el siguiente testimonio. Él salió con otros hermanos que habían estado tocando a las puertas por tres días seguidos, pero no pudo hallar ni siquiera uno. Él se sentía muy molesto y hasta avergonzado; así que se arrepintió profundamente delante del Señor, clamó, vació todo su ser y pidió ser lleno del Espíritu Santo. Al día siguiente, que era el cuarto día que salían a tocar a las puertas, él salió de nuevo. Ese día él ganó a tres personas. Esta manera de laborar es muy viable, y este método es definitivamente exitoso. Sólo necesitamos nueve años, teniendo diez mil santos como el número base y a tres mil santos que salgan a tocar a las puertas. De este modo, podremos alcanzar la cifra de veintiséis millones de personas. ¿No es esto sumamente viable?
(Llevar fruto que permanece, tomo 1, capítulo 2, por Witness Lee)