PREGUNTA Y RESPUESTA
Pregunta: Cuando vamos a las reuniones de hogar, todos estamos preparados después de haber orado y entrado a la reunión en el espíritu. Sin embargo, en el momento en que dejamos de hablar en la reunión, los nuevos creyentes también se quedan callados. Aunque ciertamente no queremos hablar mucho, nos vemos obligados a hablar. ¿Qué debemos hacer?
Respuesta: Debemos hacer lo posible por no reemplazar la función de los nuevos creyentes. Si hablamos mucho, esto no perfeccionará a las personas. Después de concertar una cita con los nuevos creyentes para reunirnos en su hogar por primera vez, debemos dar unas palabras de introducción para ayudarles a entender que esta reunión es su reunión y que las reuniones de los cristianos son sencillamente reuniones para orar, leer la Biblia, cantar, testificar y exhortarnos los unos a los otros. Debemos poner este fundamento la primera vez que vayamos y mostrarles cómo se deben llevar a cabo las reuniones, alentándolos a que empiecen la reunión ellos mismos y no esperen a que lleguen los demás. Cada uno puede tener un himno, una palabra de parte del Señor o un testimonio. Todas éstas son prácticas apropiadas para las reuniones.
Aquello de lo cual hemos tenido comunión aquí corresponde a la nueva manera de reunirnos sin ninguna formalidad. Debemos dejar esto claro a las personas la primera vez que nos reunamos en su hogar. No debemos hacerlo todo en la reunión, reemplazando así la función de los nuevos creyentes, sino dejar que tomen la iniciativa para cantar u orar. Si reemplazamos su función, estaremos regresando a la vieja manera. Cuando una madre le enseña a su hijo a hablar, ella sabe que él debe hablar correctamente desde el principio. Si un niño habitualmente pronuncia mal una palabra, será muy difícil corregirlo después. Así que, debemos prestar mucha atención a todos los puntos mencionados anteriormente.
(Mensaje dado el 28 de enero de 1987 en Taipéi, Taiwán)
(
Llevar fruto que permanece, tomo 1, capítulo 1, por Witness Lee)