Cristo como la realidad, por Witness Lee

EL ACEITE

La primera especia es el aceite, lo cual ya mencionamos en el capítulo anterior. Todos sabemos que en tipología el aceite significa el Espíritu divino. Estoy usando la palabra divino en vez de Santo debido a que hay muchos conceptos errados relacionados a las palabras Espíritu Santo. En este capítulo prefiero usar Espíritu divino porque el Espíritu divino es la divinidad de Dios. La harina fina representa la humanidad de Jesús, y el aceite representa la divinidad de Jesús. Así que el aceite es la especia divina que se le añade a la ofrenda de harina.

Jesús es un hombre; sin embargo, está mezclado y ungido con el Espíritu divino. El Espíritu divino no sólo está mezclado con la humanidad de Jesús, sino que también unge Su humanidad. La mezcla es más profunda que la unción, pero la unción es más visible. Por ejemplo, en Levítico 2 la harina fina del sartén debía mezclarse con el aceite. Después adquiría una forma que se podía dividir en trozos. Una vez partida en trozos, se echaba aceite sobre ella. “Pero si presentas una ofrenda de sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite. La partirás en trozos y echarás aceite sobre ella. Es una ofrenda” (vs. 5-6). Aunque está amasada o mezclada con el aceite, aún necesita ser ungida. La mezcla toma lugar por dentro, interiormente, mientras que la unción se cumple por fuera, exteriormente.

Desde Su nacimiento Jesús estaba mezclado con el Espíritu Santo. Jesús nació del Espíritu Santo; esto significa que Su humanidad ya estaba mezclada con el Espíritu divino. Pero cuando fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma (Mt. 3:16). Él no sólo estaba mezclado interiormente con el Espíritu divino, sino que también fue ungido por fuera con el Espíritu divino en forma de paloma. No fue meramente ungido en una forma abstracta, sino que fue ungido por el Espíritu en una forma definida, como una paloma. Así pues, vemos que el aceite, como una especia de la ofrenda de harina, estaba mezclado con la harina fina y también se usaba para ungir la harina fina. Como nuestra ofrenda de harina, Jesús estaba mezclado con el Espíritu divino y fue ungido por Él.

(Cristo como la realidad, capítulo 5, por Witness Lee)