EL ARCA DE MADERA DE ACACIA
Por los tipos de las Escrituras podemos ver que se necesita de una humanidad apropiada para la vida de iglesia. Ya hemos visto lo que significa el Arca y el tabernáculo: el Arca es Cristo, y el tabernáculo es el agrandamiento del Arca. Por lo tanto, el tabernáculo significa el agrandamiento de Cristo, Su Cuerpo, el cual es la iglesia como Su plenitud. Cuando Cristo, quien es el Arca, es aumentado y agrandado, entonces llega a existir el tabernáculo, esto es, la iglesia. Así como el tabernáculo es el agrandamiento del Arca, la iglesia es el agrandamiento de Cristo.
Esto se puede comprobar por el hecho de que el Arca estaba construida de madera de acacia revestida de oro por dentro y por fuera: “Harán también un arca de madera de acacia [...] La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y pondrás encima y alrededor de ella una cornisa de oro” (Éx. 25:10a, 11). Encima del Arca, alrededor de los cuatro lados, el oro tenía la forma de una corona. Al usar la palabra corona o cornisa, se entiende que el oro se usaba principalmente como decoración. El Arca no era llamada el Arca de oro, sino el Arca de madera de acacia, debido a que la estructura principal y básica del Arca era la madera. La madera en la Biblia siempre representa a la humanidad, y la madera de acacia tipifica la humanidad de Jesús. El oro, que en tipología representa la naturaleza divina, recubría la madera, que representa la naturaleza humana. Así pues, como el Arca, Cristo representa la naturaleza humana recubierta con la naturaleza divina.
Al contemplar la vida de Jesús en los cuatro Evangelios, vemos a un hombre genuino. Él nació de una madre; Él era un hombre físico, real y sólido. Sin embargo, en los Evangelios alguien preguntó: “¿Quién es este hombre?”. Él era un hombre verdadero, pero tenía algo extraordinario, y esto ciertamente era el oro que lo recubría, es decir, Su divinidad. Él estaba revestido de la divinidad de Dios. Él era humano, poseía humanidad, pero esta humanidad estaba revestida de la divinidad. Un día en la cima de un monte Él se transfiguró, y entonces el resplandor del oro se manifestó. Eso fue el resplandor de Su divinidad; no obstante, aún poseía la humanidad. El hombre Jesús estaba allí con el brillo de la naturaleza de Su divinidad. Jesús era el Arca hecha de madera de acacia y recubierta de oro resplandeciente. El aspecto más interesante de este Jesús no es el oro, sino la madera; no es principalmente Su divinidad, sino Su humanidad. Éste es Jesús como el Arca.
(Cristo como la realidad, capítulo 9, por Witness Lee)