LAS ESPECIAS NEGATIVAS
Él aceite, el olíbano y la sal son las especias positivas en la ofrenda de harina, pero también hay especias negativas. Al decir especias negativas, me refiero a que estas especias nunca debían añadirse a la ofrenda de harina. “Ninguna ofrenda que presentéis a Jehová será preparada con levadura, pues ninguna cosa leudada, ni ninguna de miel, se ha de quemar como ofrenda para Jehová” (Lv. 2:11). ¿Por qué no se podía añadir ni levadura ni miel a la ofrenda de harina? Porque estas dos cosas se fermentan con facilidad. Cuando la comida se fermenta, significa que esa comida se corrompió y se echó a perder.
La primera especia negativa mencionada es la levadura. La levadura en la Biblia siempre representa las cosas malignas como la mundanalidad, la pecaminosidad o cualquier cosa relacionada a la corrupción. En la Biblia todas las cosas malas son comparadas con la levadura.
Entonces, ¿qué es la miel? La miel en la Biblia representa algo bueno. Nuestro odio es levadura, pero nuestro amor es miel. Nuestro orgullo es levadura, y nuestra bondad es miel. Todo nuestro buen comportamiento es miel. Nuestro amor puede ser bueno, pero puede estar fermentado. En muchos casos, el odio no se fermenta tanto como el amor. Supongamos que cinco hermanos viven juntos y se aborrecen el uno al otro. Sería difícil que su relación llegue a fermentarse porque se odian con frialdad. Sin embargo, si se aman mucho los unos a los otros, su amor natural los desarmará, y en poco tiempo sus relaciones podrían fermentarse.
En la iglesia no necesitamos orgullo ni tampoco humildad. No nos gusta tener un hermano que cree saberlo todo, y tampoco nos gusta tener un hermano que siempre dice que no sabe nada. Eso es miel. La miel es muy dulce, pero no es de fiar. Sabemos que el odio es malo, pero nadie diría que el amor es malo. Sin embargo, Levítico 2 dice que en la ofrenda de harina no se debe poner nada de levadura ni de miel. Dios no acepta la levadura ni la miel. No ascenderán desde el altar como olor grato al Señor.
No debemos ser ni orgullosos ni humildes. Simplemente debemos tomar el aceite y el incienso con cierta cantidad de sal. Esto es el Espíritu, la resurrección y la cruz. La sal es simplemente la cruz que elimina nuestro amor, afecto y paciencia naturales. Todas estas cosas “buenas” deben ser eliminadas debido a que causan fermentación. Siempre les he temido a las personas pacientes. Si usted todo el tiempo es paciente para conmigo, un día será la persona que más me critique en el mundo. No aprecien ninguna paciencia natural. Todo lo bueno que sea natural debe ser eliminado por la sal.
La sal es la cruz y el olíbano es la resurrección. En la ofrenda de harina, esto es, en la humanidad de Jesús se encuentra el efecto aniquilador de la cruz y también la resurrección. La sal mata, preserva e imparte el poder preservador, y el olíbano es la fragante vida de resurrección. La sal en este capítulo es llamada la sal del pacto de Dios. “Sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no permitirás que falte jamás en tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios. En todas tus ofrendas ofrecerás sal” (v. 13). En el pacto que Dios ha hecho con nosotros el factor básico es la cruz, la crucifixión del Señor. Esto hace que Su pacto perdure para siempre. Es por la cruz que éste es un pacto eterno. En la ofrenda de harina está la humanidad de Cristo, la divinidad de Cristo, la cruz que aniquila y preserva, y la fragante resurrección que da aroma a toda Su humanidad.
Esto no debe ser simplemente una doctrina para nosotros. Si nos alimentamos de la ofrenda de harina, finalmente seremos lo que comemos. Vivimos por lo que comemos, y gradualmente lo que comemos llega a ser lo que somos. La ofrenda de harina incluye la humanidad de Jesús, la divinidad de Jesús, la cruz de Jesús y la resurrección de Jesús. En la ofrenda de harina hay harina fina, aceite, olíbano y sal; pero no hay cabida para nada de levadura ni de miel. En la vida que Jesús llevó como hombre, no había lugar para ninguna clase de impureza o corrupción. Si nos alimentamos de este Jesús, tendremos la harina fina, el aceite, la sal y el olíbano, sin nada de levadura ni de miel.
(
Cristo como la realidad, capítulo 5, por Witness Lee)