LA HUMANIDAD DE JESÚS
SEGÚN EL EVANGELIO DE JUAN
No era descuidado
El Evangelio de Juan también nos relata algo de la humanidad del Señor. Este evangelio añade algo más acerca de la alimentación de los cinco mil. El Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que recogieran los pedazos que habían sobrado, para que no se perdiera nada (6:12). Aquí vemos una humanidad muy sólida. No hay nada suelto en Su conducta. La mayoría de nosotros nos olvidaríamos de los fragmentos, pero el Señor fue cuidadoso de no dejar nada en desorden.
Limitado por el tiempo
En Juan 7:6 vemos que el Señor estaba siempre limitado por el tiempo: “Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto”. Todos nosotros, especialmente los jóvenes, necesitamos aprender a no ser tan libres. Mucha libertad indica iniquidad; la libertad debe estar siempre dentro de los límites de la ley. No debemos decir que nuestro tiempo siempre está presto. La humanidad de Jesús no siempre era así; Su humanidad no tenía mucha libertad. Si aprendemos a participar de Su humanidad, sabremos que hay limitaciones.
Excepcional
Algo más de la humanidad de Jesús se ve en Juan 7:46. Los principales sacerdotes y fariseos enviaron a los alguaciles a capturar al Señor, pero cuando ellos regresaron, dijeron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”. Ellos nunca habían visto un hombre como Jesús. Nosotros necesitamos ser hombres así, que otros digan que nunca han visto a nadie como nosotros. Debemos ser excepcionales, porque disfrutamos de esta humanidad excepcional.
Sabía cuando llorar
Cuando Lázaro murió, leemos que Jesús se indignó en Su espíritu y lloró (11:33, 35). Muchas veces pensé que Jesús nunca podría llorar, pero en Su humanidad había tiempo para llorar. No debemos ser tan fuertes que nunca podamos llorar. Temo que si yo llorase delante de ustedes, pensarían que no soy muy fuerte. Éste es un concepto religioso; a veces necesitamos llorar. Ésta es la verdadera humanidad.
Humilde
Jesús no sólo servía, sino que también estaba dispuesto a lavar los pies de los discípulos. Él “se levantó de la cena, y se quitó Su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido” (13:4-5). Jesús tenía tal humanidad. Él estaba dispuesto a lavarles los pies a ellos, en vez de esperar que ellos se los lavaran a Él. ¡Cuánto necesitamos esta humanidad en la vida de iglesia! Está claro en estos Evangelios que la humanidad de Jesús es la humanidad más alta. Ésta es la verdadera ofrenda de harina.
(Cristo como la realidad, capítulo 7, por Witness Lee)