Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo, por Witness Lee

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EL ESPÍRITU DE REALIDAD PARA LA IMPARTICIÓN DEL DIOS TRIUNO

Enviado por el Hijo de y con el Padre

Los versículos de la lectura bíblica hallada al comienzo de este capítulo provienen primeramente del Evangelio de Juan. El Evangelio de Juan comienza diciendo: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (1:1). Y luego dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer” (v. 18). Este libro comienza con Dios, luego nos muestra al Padre y continúa para mostrarnos que Él es el Hijo. Así pues, tenemos a Dios, al Padre y al Hijo. En 15:26 el Señor dijo: “Cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí”. En este versículo el Hijo, no el Padre, es quien envía al Espíritu. El Hijo lo envió del Padre. La preposición de puede traducirse mejor como “de con” (véase la versión New Translation de Darby, 1:14; 15:26, y las notas). El Espíritu de realidad viene no sólo del Padre, sino también con el Padre. Cuando Él viene, el Padre viene. Este versículo revela la realidad del Dios Triuno. El Padre, el Hijo y el Espíritu están aquí, y el Hijo es el que envía al Espíritu, quien viene del Padre y con el Padre.

Hace que Cristo sea real para nosotros mediante Su impartición

Además el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno, pero Ellos son también tres por lo cual pueden impartirse en nosotros. El Padre está en los cielos, pero el Hijo está aquí. A pesar de que el Hijo estaba con los discípulos, Él no podía entrar en ellos. Por tanto, había necesidad del Espíritu. Cuando el Espíritu vino, entró en los discípulos (14:17). Este Espíritu que está en nosotros es el Espíritu de realidad. El Espíritu de realidad indica que el Espíritu hace real para los discípulos todo lo que el Hijo habló. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida” (v. 6). Si el Espíritu no entra en nosotros, el hecho de que el Señor es vida no sería real para nosotros; tan sólo sería una doctrina. Cuando el Espíritu entra en nosotros, Él nos guía a la realidad de que Cristo es la vida, por cuanto el Espíritu es la realidad de la vida. Lo que Cristo habló fue Su palabra, pero cuando el Espíritu viene, Él hace que la palabra de Cristo sea real para nosotros. La venida del Espíritu de realidad es la impartición del Dios Triuno, la impartición de Cristo en nosotros.

Como aliento, Él introduce al Dios Triuno en nosotros

Debemos leer de nuevo el Evangelio de Juan. Primero tenemos la Palabra y Dios. “En el principio era la Palabra [...] y la Palabra era Dios” (1:1). Luego, tenemos el Padre, el Hijo y el Espíritu. Finalmente, tenemos el aliento (20:22). Al comienzo de este libro, en el capítulo 1, está la Palabra que era Dios. Al final, en el capítulo 20, está el aliento. ¿Creen que este aliento es algo que está separado de la Palabra? Este aliento es la Palabra, y este aliento es también Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu. En este aliento están el Espíritu, el Hijo, el Padre, Dios y la Palabra. Este aliento es la impartición de Jesús, la impartición del Dios Triuno, en nosotros. Hoy recibimos el aliento simplemente al inhalarlo. Al inhalar este aliento, lo que recibimos es el Espíritu, el Hijo, el Padre, Dios y la Palabra. Ésta es la impartición de Jesús en nosotros.

Llega a ser el Espíritu siete veces intensificado con miras a la impartición de Dios en nosotros

La Biblia primero revela a Dios, Jehová, el Dios Triuno. Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Después de esto, muchos libros del Antiguo Testamento nos muestran algo referente al Padre. Luego, en el Nuevo Testamento hay al menos cuatro libros, los Evangelios, que tratan sobre el Hijo. Al final de Su vida, el Hijo nos dijo que Él enviaría al Espíritu procedente del Padre y con el Padre. De aquí pasamos al libro de Hechos. En el libro de Hechos principalmente tenemos el Espíritu. Luego, después de todas las Epístolas está el último libro, Apocalipsis, que habla del Espíritu siete veces intensificado (1:4; 4:5; 5:6). La Biblia comienza con Dios y finaliza con el Espíritu siete veces intensificado. Todo esto tiene como objeto la impartición de Dios en nosotros.

(Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo, capítulo 3, por Witness Lee)