PRACTICAR ORAR-LEER LA PALABRA DE DIOS
Acudir a la Biblia debe ser para nosotros acudir al Señor Jesús. La Biblia debe ser siempre uno con el Señor. Si no entendemos la Biblia, no debemos preocuparnos. Esto no significa gran cosa. Si no entendemos, podemos dejar eso a un lado momentáneamente. No debemos estar ocupados tratando de entender la Biblia; simplemente la recibimos.
Cuando abarcamos Juan 1:1, no debemos leerlo simplemente. Debemos declarar este versículo ejercitando nuestro espíritu. Podemos decir: “¡En el principio! Oh Señor, en el principio. ¡Aleluya, en el principio!”. Declarar algo ejercitando nuestro espíritu hace que la lectura de la Biblia sea muy diferente. Si alguno nunca ha probado cómo se ora-lee, yo le ruego que lo intente. Una vez que usted pruebe esta práctica, nunca la abandonará. Usted se convertirá en un “adicto” de orar-leer la Palabra de Dios. Si teme que le dé vergüenza, puede irse a su habitación, cerrar la puerta y tratar de orar-leer un poco. Cambien la manera en que acuden a la Biblia. Antes, es posible que siempre que tocaban la Biblia, la leían y ejercitaban la mente, pero ahora deben cambiar esta manera y ejercitar su espíritu. Antes de leer, pueden decir en voz alta: “¡Oh, Señor Jesús!”. Pero si temen poner su cara en vergüenza, pueden invocar al Señor y orar-leer suavemente. Creo que si prueban esto por diez minutos, adquirirán cierto sabor. Se darán cuenta de la diferencia que hay entre su manera antigua y esta manera. Tocarán al Señor viviente, y entonces vendrán a la reunión, saltarán y dirán: “¡Aleluya! ¡Ahora lo sé! ¡Las palabras de la Biblia son espíritu! Hay muchos versículos que no entiendo, pero yo toco al Espíritu”.
Si abrimos el libro de Daniel, donde hay muchos versículos desconcertantes, siempre podemos tocar al Espíritu. Daniel 9:24-27 habla de setenta semanas, que están divididas en siete semanas, sesenta y dos semanas y una semana. Estas setenta semanas son muy desconcertantes. No obstante, si acudimos a este libro y decimos: “Oh Señor, las setenta semanas. Aleluya por la primera semana. No sé lo que significa una ‘semana’, pero sí sé que hay una semana. ¡Amén! ¡Alabado sea el Señor por las siete semanas, amén por las sesenta y dos semanas, y aleluya por la última semana!”. En nuestra mente quizás no obtengamos mucho, pero en nuestro espíritu, seremos llenos del Señor, del Espíritu (2 Co. 3:17). ¡Esto es maravilloso! Finalmente, no podemos decir que no obtuvimos nada en nuestra mente. Cuando menos, sabemos que hay siete semanas, sesenta y dos semanas y la última semana.
Traten de acudir a la Biblia de esta manera. Un día la luz vendrá, y tendremos un vivo entendimiento. En ese entonces, no será algo que otros nos enseñaron; será algo que el Espíritu nos iluminó. Mientras estamos orando-leyendo, tal vez pensemos que no entendemos nada, pero después, quizá al día siguiente, o después de dos semanas, dos meses o incluso un año, la luz brotará desde nuestro interior, y diremos: “Ahora entiendo las setenta semanas de Daniel 9”. Para este tiempo nuestro entendimiento será algo muy viviente.
(Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo, capítulo 4, por Witness Lee)